Por Jesús Ramírez Tapia.
Jules salió del restaurante.
La cena había sido algo insípida, pero no había más de dónde escoger. Echaba tanto de menos esos sabores intensos que había saboreado con anterioridad. Verdaderos manjares que opacaban, por mucho, lo que había probado en los últimos años.
Se unió a la multitud que saturaba la avenida principal. Todos inmersos en sus visores holográficos de realidad virtual. Cada uno en un mundo distinto a este. Al mismo tiempo ilusión y realidad.
Volteó al cielo, trató de ver una estrella, pero la pequeña franja que quedaba entre los gigantescos edificios estaba cubierta por los escandalosos anuncios publicitarios. Eran tan de mal gusto, una asquerosa aberración. Abotonó su chamarra de cuero negro. Se metió aún más entre la gente. Le gustaba sentir el calor de los cuerpos envolviéndole.
Entre la multitud buscó a la gente más atractiva. No importaba que fueran mujeres, hombres o una mezcla indefinible. Lo único que le importaba era la belleza. Era una de sus motivaciones principales. Pocas cosas le eran más prioritarias que contemplar la belleza humana. Los cuerpos perfectos, de pieles suaves y delicadas. Cabellos tan sedosos como las mejores telas. Miradas cautivadoras. Labios carnosos y radiantes.
Su poderosa vista encontró a una joven de extraordinaria belleza al otro lado de la calle. Espero a que el holograma de control de tráfico se levantará frente a los vehículos autónomos, para indicar que estos se detuvieran. Cruzó sin dudar. Mientras lo hacía, un recuerdo llegó a su mente. Últimamente le pasaba mucho eso. El recuerdo de velas iluminando la noche. Se preguntó si todos esos recuerdos serían un síntoma de vejez. Rio al pensar en ello.
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Al estar del otro lado de la acera, una imagen en un aparador le hizo desviar su camino. Se detuvo frente a una pantalla de 16K. Esta mostraba un amanecer con colores tan saturados que por un momento se sintió ofendido. Ninguno de estos estúpidos seres había visto un amanecer real. La atmósfera estaba tan contaminada que una nata gris cubría el cielo. Escupió al aparador y buscó nuevamente a la mujer.
Pensó en la vela, en el foco que la reemplazó y el LED que vendría después, también a reemplazar al anterior. Pensó en las noches reales y en la verdadera oscuridad. Tan opresiva y asfixiante. Ahora había luz por doquier. Luz a todas horas. Cada persona llevaba su luz portátil. Luz festiva, luz alegre. Luz más intensa que la luz.
Pensó en las máquinas que había visto a lo largo del tiempo. Al principio escasas y ruidosas. Ahora, elegantes y omnipresentes. Más inteligentes que sus propios creadores.
Pensó en el reemplazo y en la obsolescencia. Se daba una y otra vez. Nuevas formas y nuevos métodos que volvían obsoleto a todo lo anterior. Y ahora ese ciclo era más rápido que nunca.
Alcanzó a la mujer. En un rápido movimiento se colocó frente a ella. Le sonrío. La mujer le devolvió la sonrisa, imposible no hacerlo. Nunca había visto a alguien tan apuesto, tan varonil y atrayente. Se acercó a ella y murmuró algo en su oído. Ella suspiró. Una excitación sexual coloreó sus mejillas. Él tomó su mano y la llevó a un edificio en construcción que estaba a unas pocas cuadras de distancia. Empujó la puerta de seguridad y esta se abrió sin oponer resistencia alguna. Buscó el lugar más oscuro que pudo encontrar. Ella lo siguió. No podía controlar sus pasos.
Llegaron a la meta. Sin demora, él comenzó a acariciarla. Le encantaba hacerlo. Sintió como la temperatura de la mujer aumentaba. Gemidos de placer cada vez más fuertes. Puso su mano entre las piernas de ella. Sus largos y blancos dedos encontraron el tesoro dentro de la húmeda y roja caverna de la mujer. Ella abrió los ojos y gritó. Nunca antes había sentido tanto placer. Y nunca después volvería a sentirlo. Jules clavó sus colmillos en la garganta de la mujer. Nada como un orgasmo para aderezar la comida. Y mejor si provenía de un ser tan excepcionalmente bello. Bebió hasta que no hubo quedado gota alguna.
Con delicadeza, después de todo había sido un platillo delicioso, dejó el cuerpo entre los montones de polímetros de construcción.
Sacó un dispositivo portátil de su chamarra. Extendió la pantalla flexible del mismo e ingresó algunos comandos. De inmediato entró a las redes de seguridad de la ciudad y del edificio. Encontró las imágenes donde él aparecía y las sobre-escribió. Lo mismo hizo con todos los demás dispositivos que lo habían visto. Aprovechó para volver a revisar la manipulación que había hecho anteriormente, cuando salió del restaurante. Así llamaba a las clínicas de cuidado de pacientes adictos a la realidad virtual. Odiaba probar la insípida sangre de alguien que se la pasaba 24 horas al día conectado a un visor de VR, pero eran fáciles de consumir. Ni siquiera se daban cuenta cuando pasaba junto a ellos, estaban completamente desvinculados de la realidad física. Comprobó que había borrado correctamente su huella digital.
El mundo había cambiado y Jules con él. Se había reinventado para seguir vigente. Había aceptado los cambios. Él no sería como los otros, inútiles cobardes que se habían suicidado con la luz del Sol al no ser capaces de enfrentar todo lo nuevo que surgía en el mundo. Él nunca sería obsoleto.
Salió de la construcción. Aún quedaban varias horas antes del amanecer.
La noche y él seguían siendo jóvenes.
Foto: Image by PublicDomainPictures from Pixabay
Jesús Ramírez Tapia

Nació en la Ciudad de México. Desde niño sus padres y hermanos alentaron su imaginación, así como el hábito de la lectura. Fan declarado de Star Wars, Star Trek y Battlestar Galactica, entre otras obras, es también un lector ávido de relatos de terror, ciencia ficción y cómics, y entusiasta de tecnologías de punta como la Realidad Virtual y la Inteligencia Artificial.
Como escritor, es autor de la Saga MX-Z, la cual consta de 3 tomos: MX-Z, SáncheZ y México Zombie. Este último de ellos fue presentado en marzo de este año (2019). Entre sus nuevos proyectos se encuentran una novela cyberpunk ambientada en la Ciudad de México, que saldrá en septiembre de este mismo año; una novela de detectives, con toques de horror sobrenatural, a ser publicada el próximo octubre; así como el tomo final de la Saga MX-Z que saldrá en 2020.
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