Teoría Ómicron

Revista de ciencia ficción y fantasía

OTRO MUNDO ÓMICRON: Científicos locos y experimentos malditos

Tomás Pacheco nos manda un artículo sobre los casos de científicos locos y sus experimentos.

Por Tomás Pacheco Estrada

Conoceremos a los científicos con ideas muy raras y temblaremos con aquellos que realizaron experimentos crueles y despiadados. Una vez a Albert Einstein le preguntaron, “¿Que se siente ser el hombre más inteligente del mundo?” respondiendo: ” No sé, usted que tendrá que preguntárselo a Nikola Tesla” Inicio con el maravilloso serbio, el científico que nos dio el futuro. Creador de la corriente alterna, rayos x, la radio, el control remoto, el láser, etc. Pero hablemos de sus inventos desconocidos, como el teslascopio, donde recibió señales de marte, dándole el mensaje los extraterrestres que pronto conquistarían el planeta Tierra. El Rayo de la Muerte, un arma capaz de atacar a grandes distancias, cuando lo probó, no funcionó, pero en ese mismo año hubo la explosión de Tunguskan. Fue pionero de la aviación, creando un helicóptero-avión de despegue vertical. Demostró se podía transmitir la energía eléctrica sin necesidad de cables. Una máquina para crear terremotos, difusor de una energía libre e ilimitada y de espíritu altruista al querer dar energía eléctrica gratuito al mundo. Todo lo imaginaba antes en su mente para después plasmarlo en el papel, bien lo dijo: El futuro me pertenece. La imagen del científico loco de greñas blancas y melena alborotada se debe a Albert Einstein. Quien daba conferencias, pero odiaba manejar y por ese motivo contrato a un chofer para que lo llevara a las universidades a platicar sus teorías. Un día platicando ambos, el empleado le comentó que de tanto oír su conferencia se la sabia de memoria, Einstein le dijo que él daría la siguiente exposición. Así ocurrió, el conductor se paró frente a la audiencia y fue repitiendo lo aprendido, al terminar se levantó un profesor para hacerle una pregunta. El impostor se rio y le dijo que su cuestionamiento era fácil y elemental, tan sencilla que hasta un chofer le podría contestar. Todos los curiosos siguieron a los dos hasta llegar con el verdadero Einstein, el maestro universitario le hizo la pregunta y el conductor le contestó despejándole sus dudas. Albert Einstein tuvo sus pecados como maltratar a sus esposas, ser infiel, no reconocer a una hija nacida fuera del matrimonio y abandonar a un hijo enfermo de sus facultades mentales en un centro psiquiátrico. Pasemos ahora a los científicos peores que ser locos sino unos dementes, tal vez no trataron de conquistar el mundo, pero sí hicieron experimentos crueles con animales. Lo terrible y escabroso es que no salieron del cine, ni de la literatura, sino algo peor sus vidas inspiraron a crear a los científicos locos ficticios.


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El biólogo ruso Ilya Ivanovich Ivanov obtuvo híbridos como el Zubrón (hibrido entre vaca y el bisonte) el Zedonk (hibrido entre cebra y burro). Experto en inseminación artificial pensó en crear el humancé, un hibrido de humano y chimpancé. Obtuvo el apoyo de Stalin para crear al humancé, sería el soldado perfecto: feroces durante la guerra y obedientes en la paz. Para eso inseminaría a una mujer con semen de simio, pero el primate murió y suspendió el experimento, pero Ilya lo volvería a intentar. Pero fue detenido por el gobierno ruso y condenado al exilio por su fracaso, muriendo poco tiempo después. El científico ruso Sergei S. Bryukhonenko deseaba crear la maquina corazón-pulmón para sus experimentos, les cortaba la cabeza a los perros y los mantenía vivos con el autojector. El can respondía a los estímulos, movía las orejas y lamia su hocico, todo eso se documentó en grabaciones. El que siguió los pasos de Sergei fue el científico Vladimir Demikhov, experto en trasplantes caninos para crear al perro de dos cabezas. En 1954 sorprendió al mundo al mostrar al can bicéfalo por medio de la cirugía para asombro de la gente. Para hacer al monstruo injertó la cabeza, los hombros y las patas delanteras de un cachorro en el cuello de un pastor alemán. Los perros de dos cabezas no vivieron mucho tiempo. Pero no solo hubo científicos rusos también hubo americanos entre ellos el Dr. Robert E. Cornish que mataba a los perros para después resucitarlos, llamándolos Lázaro. A los canes los asfixiaba con nitrógeno pasando diez minutos los volvía a revivir, pero con daños cerebrales, ciegos y de movimientos torpes, quiso aplicar sus investigaciones con humanos, pero el gobierno americano se lo negó. Lo único que logró fue protagonizar una película.

El doctor Robert J. White fue quien logró trasplantar la cabeza de un mono al cuerpo de otro, el simio intentó morder a las personas a su alrededor: veía, oía, desgraciadamente solo estuvo vivo un par de días.

El Dr. José Manuel Rodríguez Delgado se encontraba en una plaza de toros, cuando un enfurecido novillo se dirige a embestirlo, pero de repente se detiene, el doctor Rodríguez le controla la mente ya que le instalo un radiotransmisor en el cerebro para poder controlar sus movimientos, este científico emigró a los Estados Unidos para poder estudiar el control mental pero ahora aplicado a humanos. Ahora dejemos a estos genios para hablar de los científicos crueles y despiadados, que en nombre de la ciencia usaron a humanos como conejillos de indias, sometiéndolos a experimentos inhumanos. Comencemos con el diabólico Josef Mengele conocido como el Ángel de la Muerte, experto en eugenesia y el afán de experimentar en gemelos; sometiendo a los niños a operaciones sin anestesia, amputaciones y cegarlos al ponerles químicos en los ojos para volverlos azules. Todo para tener gente aria de piel blanca y cabellos rubios. El científico nazi nunca fue juzgado por sus crímenes y murió en Latinoamérica. Pero no fue el único en hacer experimentos siniestros, también el malévolo Dr. Sigmund Rascher colaboró con terribles torturas en nombre de la ciencia, sometía a los prisioneros de guerra a pruebas de hipotermia, metiéndolos en aguas congeladas para saber cuánto tiempo duraban vivos, pero cayó en desgracia del régimen nazi y lo mataron. Pero qué decir del infernal y dantesco Shiro Ischii y su escuadrón 731, en la región de china, donde se ocultaba el microbiólogo japonés, donde a los prisioneros se les llamaba Maruta (tronco) donde los infectaron de cólera, parásitos, peste bubónica, tuberculosis y fiebre tifoidea. Se les sometía a temperaturas mínimas para congelarlos, los disecaban en vida o eran sometidos a pruebas de gases venenosos. Cuando terminó la guerra el gobierno americano perdonó la vida del doctor Shiro a cambio de sus investigaciones aceptando Ischii.

Abominables en verdad, pero también hubo experimentos crueles como el llamado “Experimento de Tungeskee” que fue infectar a negros con sífilis y no darles tratamiento para estudiarlos, estos voluntarios eran observados por el doctor Talraferro Clark para saber bien los efectos de la enfermedad y poder analizarla. Pero qué decir del experimento de Millgram, revelando que el ser humano es malvado. El doctor Stanley Millgram pidió voluntarios para dar descargas eléctricas a una persona cuando cometiera un error y los sujetos aplicaron las descargas eléctricas ante el individuo, que solo actuaba recibir los choques eléctricos. La mayoría de las personas sometía a altos voltajes a la víctima, para castigar su falta. Pasemos al experimento de la cárcel de Stanford del doctor Philip Zimbardo, se pidió a los voluntarios fingir el papel de reos o de guardias, según les tocará en el sorteo. Los prisioneros fueron sometidos por policías reales y llevados al sótano que sería la prisión. Los falsos guardias ejercieron prácticas sádicas sobre los reos, cada grupo asumió su rol. El estudio por ética se detuvo, los que fingieron ser presos sufrieron stress y depresión, pero los guardias gozaron el castigar a los reos. Retomando al doctor Víctor Frankenstein hubo personas que pudieron ser la fuente de inspiración. Hubo un genio maldito Andrew Crosse, que se atrevió a “crear vida”. Sus experimentos de electro cristalización, donde sometía a corriente eléctrica de alto voltaje a placas minerales en un recinto herméticamente sellado. Donde surgieron gránulos blancos que tiempo después se convirtieron en insectos, una especie de ácaros. Al dar a conocer al público sus resultados, se le acusó de jugar a ser Dios o de ser siervo de Satán, totalmente desprestigiado por los demás académicos de renombre abandono sus experimentos.

Hubo científicos que usaron la electricidad con cadáveres, como el físico italiano Giovanni Aldini y el doctor Andrew Ure, famosos por usar el galvanismo. En los cuerpos muertos les otorgaban descargas eléctricas a las piernas provocando se movieran. En una mano la electricidad hacia mover los dedos al difunto. Ellos hacían espectáculos y la gente se asombraba al ver como un cadáver, al ser sometida su cara a una corriente eléctrica, el fallecido abría los ojos, hacía gestos con la boca ante el asombro del espectador. Para terminar con la creación de Mary Shelley mencionaremos a Johan Conrad Dippel, el científico que buscaba la inmortalidad, haciendo sus experimentos en el castillo Frankenstein. Creó un elixir con huesos y órganos de animales, al querer intentar mejorar su fórmula, robó cadáveres humanos del cementerio para su elixir. La mezcla fue letal, matando al alquimista. Al encontrarlo sin vida, la gente corrió el rumor de que su alma se la había llevado el diablo. La CIA realizó el experimento MK Ultra que por medio del uso de la tortura y el uso de drogas se modificara el comportamiento y la personalidad del individuo, al no encontrar voluntarios reclutó a la fuerza a indigentes y prostitutas, es muy poco lo que se sabe de los resultados. El gobierno americano realizó el Proyecto Filadelfia, que consistió en tele transportar un barco, al lograrlo se pagó un alto precio, la tripulación se volvió loca y lo peor; encontraron personas fundidas al barco, sus piernas y brazos sobresalían del metal. Así son los científicos locos, a veces genios malditos que dirían: ” Me dieron todos los poderes de la vida, pero me he convertido en la muerte, el destructor del mundo”.

Foto: Imagen de skeeze en Pixabay

Tomás Pacheco Estrada

Fortín de las Flores, Veracruz México.  Director de cine y escritor. Participé en el concurso de corto de terror de Annabelle 2 con el cortometraje Almas Malditas. Tengo unos relatos en las Antologías Tinta Café, Trapiche, Vívela Muerte y 400.


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