Por Javier Velásquez
Al aficionado de la ciencia ficción del común se le hace fácil recelar sus consideraciones sobre lo que es o no el término ciencia ficción dura o blanda, además de muchos otras categorías, y por esto decide quién pertenece a este universo, así como quién no es digno de entrar a esta categoría o qué no lo es.
Pero así como la misma categoría de ciencia ficción, la mercantilista de literatura juvenil e infantil, entre otras, son en su mayoría convenciones insostenibles a la luz de la teorización y reflexión. Muchas solo manifiestan la necesidad de un encasillado para simplificación y totalización superficial, otras para afan de marketing editorial que necesita vaciar sus estantes y también se hacen convenciones basadas en falsas o tergiversadas ideas que el público convierte en sentencias inexpugnables.
Esto incluso se ha convertido en intentos vulgares de teorización por parte de cultores y estudiosos de ciencia ficción, en el afán y vanidad de crear enciclopedias, falsas categorizaciones o comprimir el trayecto de obras consideradas de ciencia ficción, algunos incluso tratan de abordar la ciencia dentro de la ficción, haciendo menciones superficiales a leyes, teorías, hallazgos y tecnología sin sustento académico alguno que le respalde.
Se considera en la visión popular y superficial que la ciencia ficción es hard o dura cuando apela a un supuesto conocimiento científico que viene de ciencias naturales como la biología, física o química, y como antónimo está su complemento soft o blanda cuando se basa en disciplinas de las ciencias sociales y humanidades, como la lingüística, psicología o sociología. Por lo que en la supuesta ci fi dura nos veríamos más interesados en reacciones químicas mientras al ablandarse la ci fi tendríamos temas más sociopolíticos, sería, un pésimo humor, como un antagonismo entre robots vs. dictadores. El extremo es tal que para algunos esto implica que la primera es más real y compleja, mientras la otra es más irreal y sencilla, como lo da a entender Jacobo Cruces en su breve e inverosímil opinión.
Más preocupante es encontrar en el texto de Cluter y Nicholls, pionero en el uso mediático de esta falaz distinción, que tales términos son imprecisos, al menos para el caso de ciencia ficción blanda, pero se promueve el desconocimiento y refuerza esta falaz dicotomía al dedicar una entrada para lo que sería unas ciencias blandas, en la que asegura que se critica desde las ciencias duras por carecer de rigor y problemas para tener fundamento cuantificable en sus predicciones, lo que vendría a ser no solo una generalización, también una atribución falaz a comentarios de supuestos científicos de ciencias duras y un pésimo intento de crítica metodológica que perpetúa mediocremente este texto enciclopédico fallido.
Y, a partir de esta desinformación, se podría seguir extrapolando los falsos ideales que se tienen sobre estas etiquetas, consideradas subgéneros por algunos, pero al fin y al cabo quienes esgrimen nunca se ciñen a una línea teórica, argumentativa ni académica para justificarse o, al menos, para quienes que aceptaran con honestidad intelectual que solo son sus sesgos y prejuicios indemostrables.
Es de aclarar que no se espera que se cree una especie de escudo pseudoargumentativo, ya que sería lo más fácil y simplista para alguien que no asume su erróneo razonamiento, mas sí debería ofrecerse una rigurosidad y reflexión permanente que fortalezca la discusión y los postulados para evitar convertir errores garrafales en axiomas y aforismos endiosados por los profanos y el público aficionado.
Lo que es más importante es mantener siempre la discusión bajo el criterio de que toda etiqueta o categoría que busque crearse a partir de lecturas de obras literarias puede difuminarse ad infinitum, ya que si se tiene en cuenta la cantidad, variedad, características, contexto y otros aspectos bajo los que se escribieron, escriben y escribirán dichas obras. Sería irracional buscar restringir o prescribir hasta dónde se puede escribir ciencia ficción y qué producto de la imaginación puede no serlo, porque resultaría siendo un acto de subjetividad frente a lo ya subjetivo de la creación literaria.
Si la discusión se orienta a redirigir esta literatura teniendo en cuenta su cientifización, más problemático es una empresa de tal magnitud, pues no puede hacerse solamente bajo una lupa científica, esto en sentido de limitarse al puro conocimiento científico unívoco, porque caería también en un plano de ignorancia restrictiva del que solo se puede salir con una reflexión metacientífica basada en una filosofía de la ciencia.
Claro que esto no significa que se deba estancar en discusiones pseudofilosóficas, si se quiere valorar escrupulosamente sobre la ciencia en la ficción, debe abordarse el asunto tanto desde una ontología, gnoseología, semántica, epistemología y metodología, entre otros aspectos, que lejos de servir para apabullar con rebusque innecesario e ininteligible la discusión, sí debe ser para dar luces o mantener la seriedad y criterios académicamente honestos en la discusión misma.
Para delimitar lo que parezca ciencia en la ficción debe considerarse muchos aspectos de una discusión que viene desde hace siglos, criterios de delimitación según el pensador que lo proponga, los objetos de estudio, la metodología, el carácter interdisciplinar, la producción de su avance investigativo, el marco teórico-investigativo, la trayectoria e historia de su desarrollo, su visión si es realista, estructuralista o formalista-ficcionalista, además de otras posiciones, y así, muchas otras cuestiones pendientes abordar si se busca discutir si algo llega a ser ciencia o no.
Problemático puede ser para el defensor de la idea de una ciencia ficción blanda versus una dura, si piensa en el proceder de la psicometría, la poética cognitiva, antropología física, filosofía científica, etnografía o la sociolingüística. Solo para dar un ejemplo, desde esta última disciplina mencionada, si se encontrara la simplista visión de quien cree que la sociolingüística no tendría cabida en una propuesta de ciencia ficción dura, cuando sus trabajos deben tener en cuenta información estadística, demográfica y geográfica para apoyar estos estudios, algo igual le sucedería si negara una ciencia ficción blanda por ver el uso de términos de la cosmología, cuando a partir de esta área se puede repensar ideas sobre qué es, la historia, estructura y variedad de lo que existe en el universo, se vería entonces sus prejuiciosas limitaciones derruidas y quedaría al descubierto la ausencia de de argumentación.
La discusión podría extenderse con Popper, Lakatos, Mosterín, Mahner, Bunge, Hacking o Moulines, y muchos otros si se quiere abrir paso en la búsqueda de la ciencia, pero lo que sí es claro es que encasillar la ciencia como una mera herramienta puramente explicativa, una actividad netamente empírica, como la exclusiva utilización de lenguaje lógico-matemático y/o la única vía para la verdad que excuse para rechazar lo no científico como anticientífico, es algo que se descarta por ser un total mentira que implica todo lo contrario, porque puede ser más fructífero para una idea de lo que es ciencia si se tiene en cuenta es tanto las fallas, como la historia y el proceder mismo de la ciencia, sería este un carácter complementario y progresivo, algo que bien expresa Sergio Barrera al reflexionar a partir de gran cantidad de consideraciones metacientíficas de varios trabajos de filosofía de la ciencia.
A partir de aquí, no teniendo ya bases ni argumentos en la discusión de lo que es la ciencia alguien que solo lee ciencia ficción y afanosamente se le ocurre decir cuál está endurecida con ciencia y cuál no, tampoco le sirve la visión intraliteraria misma, esto es en al interior de cada una de las obras, ya que como se dijo anteriormente, hay una gran variedad de obras que rebosan los ideales mismos de lo que es ciencia ficción, creándose categorías como sci fantasy, weird fiction, occult detective, incluso la idea de ficción especulativa, que para algunos se escuda en un relativismo gnoseológico (todo se vale al conocer) para aparentar más apertura que la ciencia ficción, evidenciándose que muchas propuestas literarias se imponen, crean nuevos influjos y se burlan de lo superfluos criterios restrictivos.
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En el mismo plano literario tampoco puede escudarse en la dicotomía ciencia-literatura, ya que es fácil exponer ejemplos de la obra literaria vista bajo la lupa de la ciencia, así como las ideas que de la ficción se pusieron en práctica apoyando el avance científico, y mucho menos del uso mismo del conocimiento científico que se hace en las obras literarias, así no sean del plano de la ciencia ficción.
Cabría aquí detenerse a preguntar a los homogeneizadores de una ciencia ficción uniforme y pura, ¿cuenta Finnegan’s Wake de James Joyce como ciencia ficción dura si uno de sus neologismos resultó siendo usado por un físico para nombrar una partícula?
Para los defensores de lo duro y lo blando, paradójicamente les acecha la ironía de que mucho de sus teóricos, cultores y promotores de reflexión literaria resultan jactándose de sus discursos anticientíficos o pseudocientíficos, como quienes siguen creyendo que abrir una reflexión con el cliché de un positivismo (lastimosamente el mismo Umberto Eco entra aquí) en la ciencia es un argumento para apreciar la literatura, así como aquellos que se escudan en un pseudocientificismo bajo el engaño del psicoanálisis, los neuromitos o sesgos políticos autodenominados marxistas, todo esto sin consideración, investigación o discusión con un carácter realmente científico y filosófico.
Si solo queda como argumento que a pesar de todo esto la ciencia sigue produciendo conocimiento y avances, por lo que está ahí muy sólida o muy dura, no es de olvidar que debe repensarse, solo así es que logra carácter perfectible y progresivo, gracias a la transformación permanente del conocimiento que se genera, sería burdo estancar el conocimiento en una falsa guerra entre ciencia y no ciencias, si este tiene un carácter interdisciplinar.
Lo anterior también sucede con la ciencia ficción, debe repensarse y teorizarse, por lo que puede ser perfectible (habría que restringir este término) tanto como progresiva, esto implica que estancarla en un vulgar e indigno encasillamiento de si está blanda o dura, nada tiene que ver con la realidad de la dinámica permanente en la que se ve la imparable producción literaria de ciencia ficción, que podrá volar lo más alto en la imaginación no lejos de la ciencia sino de las limitaciones argumentativas de discursos puristas gnosefóbicos.
Bien decía Bunge que la ciencia es eficaz para que nuestra mente fuese libre, y Lovecraft consideraba a la ciencia como fuerza que impulsaba la expansión de la literatura de horror sobrenatural con sus avances impresionantes, si se aprehende esta intertextualidad, se debe comprender que la ciencia hará más poderosa la ficción y expande las posibilidades de propuestas literarias al libre vuelo de la imaginación que se desborda en cada texto.
Bibliografía:
Barrera, S. (2017) No son Molinos de Viento: Reflexión crítica en torno al posmodernismo.
Bunge, M. (2014). La ciencia, su método y sus filosofía. Buenos Aires. Debols!llo
Cluter & Niccolls (1995) The Encyclopedia of Science Fiction. Nueva York. St Martins Press.
Lovecraft, H. (1927) Supernatural Horror in Literature. Disponible en: http://www.hplovecraft.com/writings/texts/essays/shil.aspx
Foto: Imagen de Thomas Budach en Pixabay
Javier Velásquez
Licenciado con énfasis en Humanidades: Lengua castellana e Inglés, egresado de la Universidad de Cundinamarca, Colombia. Autor del blog literario Radiotelescopio abandonado, ha participado en revistas y varios medios publicando poesía y cuentos, así como artículos, reflexiones y ensayos sobre literatura, lingüística, semiótica y educación.
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1 thought on “DISCUSION ÓMICRON: La ciencia ficción ni es blanda ni es dura”
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