Por José Luis Barrera
Edgar Allan Poe, escritor estadounidense nacido en Boston en 1809, es conocido sobre todo por sus cuentos de terror y su poema El cuervo, sin embargo, existen textos suyos que sin estar incluidos en alguno de los géneros mencionados, toman retazos de uno y de otro, convirtiéndose en referencias obligadas para entender el universo del escritor, pese a que, con frecuencia, se los ignora y olvida. Ese es el caso de Eureka.
Este libro, publicado en 1848, un año antes de la muerte del autor, es un texto que contiene la explicación definitiva del mundo que, no siempre de forma explícita, aparecía en sus cuentos y poemas.
Edgar Allan Poe, desde joven, se sintió atraído por las matemáticas y la astronomía. Devoraba tratados científicos y, a través de los diálogos y personalidades de sus creaturas, se sabe que su anhelo era alcanzar una fusión entre la ciencia y el arte (su detective Auguste Dupin varias veces habla del mérito extraordinario que hay en una mente que cultiva las matemáticas y la poesía al mismo tiempo).
De todos modos, el estadounidense no estaba trabajando sobre un terreno inexplorado: antes los pitagóricos cultivaron la geometría, la música y la filosofía como pilares de la evolución espiritual.
Esta referencia a los discípulos de Pitágoras no es gratuita: Eureka es un libro que hace suyos los preceptos de aquella antigua escuela/secta nacida en Crotona, en la actual Italia, en el siglo cuarto antes de Cristo.
El libro de Poe es el canto final del cisne. Poco tiempo antes de que empezara a componerlo, su esposa había fallecido y él estaba sumido en una depresión que impulsó su creatividad hacia un objetivo diferente al que había perseguido hasta entonces.
Las frecuentes lecturas sobre física y filosofía encontraron la manera de encajar con la literatura engendrando un ensayo breve con el que Poe quiere explicar el Universo, el origen de todas las cosas y “la Verdad Última”.
Es probable que un lector contemporáneo sonría con Eureka, pues los descubrimientos de los siglos veinte y veintiuno dejan sin piso muchas de sus tesis. No obstante, coger el libro como si se tratase de un tratado de ciencia es una simplicidad: Poe pretendía que fuese un oráculo, una cosmogonía y no un texto de consulta.
Eureka tiene ciencia: anticipa con casi medio siglo que los átomos son un microuniverso compuesto por otros más pequeños que se atraen entre sí. También tiene metafísica: sostiene que en el origen de todas las cosas está el germen de su propia aniquilación. Mas, lo principal es que este “ensayo” es pura poesía y ella atraviesa cada palabra, cada idea expresada.
Tiene lógica. El escritor no concibe un universo en que las cosas funcionan porque sí, porque así debe ser. Para él es claro que hay un ánima que mueve los hilos del cosmos y esta no puede ser otra que la Poesía.
El orden o el caos (que no es otra cosa que un tipo orden que somos incapaces de comprender) son manifestaciones de ese universo poético, donde “los microcosmos” son versos y “el macrocosmos” es la epopeya definitiva.
El lector contemporáneo que se acerque a Eureka no debe hacerlo buscando una space opera, un ensayo de ciencia o una novela de ficción científica dura, debe hacerlo con la mente predispuesta a la Literatura (sí, con mayúscula), consciente de que para el autor aquella atravesaba no solo los relatos o los versos, sino su vida, la nuestra, la de todos, pues, como Novalis, él estaba convencido de que “al final todo será poesía”.
Fotos: http://www.dreadcentral.com
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Jose Luis Barrera
Quito, 1983. Es narrador y periodista ecuatoriano. Sus crónicas y relatos han aparecido en medios como Mundo Diners o la edición digital de Revista Eñe de España, además de antologías de cuentos, por ejemplo: Minimal (Efecto Alquimia, 2011) y Nunca se sabe (Eskeletra y Cactus Pink, 2017). Fue miembro de varios talleres literarios, especialmente los impartidos en la Casa de la Cultura Ecuatoriana “Benjamín Carrión” y los organizados por el escritor Huilo Ruales Hualca. En 2011, publicó su primer libro, El espejo de Mambruk (Editorial K-Oz), el mismo que compilaba una serie de relatos trabajados en los talleres de la Casa de la Cultura. Actualmente, prepara en un nuevo libro de cuentos, al tiempo que coordina talleres de escritura creativa, ejerce el heroico oficio de periodista freelance y sobrevive con oficios propios de un relato de Kafka. En su blog, La rue Morgue, se pueden encontrar sus artículos e historias, manifestaciones propias del herético intento de fusionar, sin miedos ni medias tintas, la literatura y el periodismo.
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