Teoría Ómicron

Revista de ciencia ficción y fantasía

CRONISTAS ÓMICRON: Criba temporal

Publicamos el relato “Criba temporal” de Eduardo Honey

Eduardo Honey Escandón

Luz

Ser

Esencia

Presencia

Es una cuestión superlativa. Detesto cada transición. Aunque sea algo que implique seguir viva.

Ramiere giró sobre la alfombra para ponerse boca abajo. Gracias a una luz que bailaba, rojiza, notó que entre el tejido sobresalían cabellos, polvo y restos que podrían ser de comida. El olor que le llegó era rancio con toques de perfumes suave.

            Agitó la cabeza para despejarse y fincó la mirada en sus manos. Los dedos estaban cubiertos de anillos con joyas y piedras de diverso tamaño. En la muñeca terminaba un encaje que se unía a una manga que subía por el brazo, cubría hombros y se extendía sobre el pecho y abdomen. La misma tela.

            Del cuello colgaba un collar de perlas blancas. Se sentía pesada pero no tanto como la cabeza. Se arrodilló y pasó la palma sobre las mejillas labios, el contorno de los ojos, la frente y siguió a la cabellera entretejida que subía más allá de lo que alcanzaba con los brazos extendidos.

            Se puso de pie con dificultad debido a la falda y lo que estaba por debajo en varias capas. Las telas crujieron cuando giró para ubicarse en la habitación. Había candelabros por doquier con velas consumidas en diverso grado. Las sombras bailaban con la luz sobre las paredes cubiertas de algún tipo de papel con imágenes, sillones donde la madera rodeaba partes acojinadas con diseños tanto lisos como cubiertos de paisajes. En las paredes colgaban retratos, pinturas y acuarelas. Una silla rococó estaba en una esquina y la noche cerrada por fuera de los ventanales.

            Procurando no tropezar, Ramiere se acerco a la ventana más cercana. A pesar del maquillaje blanco basado en talco, el colorete en las mejillas y la peluca coronada por joyas y plumas, creyó reconocerse y un hálito frío recorrió su espalda.

            Tocaron la puerta y una voz gangosa resonó:

            —Votre Altesse, le Roi vous attend.

            —Un moment s’il vous plait —respondió Ramiere luego de un instante en que logró ubicar que era francés. Volvió a agitar la cabeza en espera de que se asentaran en el presente los sistemas de apoyo y supervivencia incluyendo el traductor universal. Con cada salto tardaban más en sincronizarse

            —Votre Altesse, le Rey no puede esperar más. Urge su presencia.

            Sin responder, Ramiere acudió a la puerta, la abrió y barrió con la mirada al criado que portaba una librea.      

—Guíame —ordenó Ramiere.

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Avanzaron por un largo pasillo, doblaron a la derecha, bajaron unos escalones, cruzaron dos salones y llegaron a otro donde los esperaban cuatro personas. Ramiere de inmediato se percató que la persona más joven era la autoridad. Avanzó hacia él e hizo un saludo inclinándose levemente.

            —Una disculpa por mi tardanza —contestó

            —María Antonieta, ¿estás bien? —respondió el Rey.

            —¿Por qué? —preguntó Ramiere temiendo cometer algún error. No había tenido tiempo de saber la forma de ser de la persona cuyo cuerpo ocupaba, menos de los hábitos y costumbres de la época.

            —Nunca te disculpas, querida. Es extraño oírte tan comedida —expresó el Rey antes de soltarse a reír—. Bien, no importa. El conde Axel de Fersen dice que ya estamos listo y aceptó nuestras condiciones. Nos acompañará Leónard, tu peluquero y la marquesa de Toursel tal como demandaste hace unas horas. Se quedará el marqués de Agoult y debo decirte que se molestó. También aceptaron que Malden, Vallory y Moutier actúen como cocheros.

            —Qué bien —susurró Ramiere tratando de entender la situación.

            —Pero sobre todo, querida, ¡finalmente consiguieron un carruaje real! No me iba a rebajar a andar en un coche de postas. ¿Te imaginas? No somos iguales ni nos rebajaremos al nivel de los revolucionarios.

            —Excelente —expresó de forma escueta Ramiere—, ¿a qué hora nos vamos?

            —En cuanto termine mi declaración. Como Rey de Francia debo dejar en claro el maltrato a que nos han sometido y, sobre todo, revocando todos los decretos que esa Asamblea Constituyente me ha obligado a aceptar.

            —De acuerdo, me retiro mientras tanto —indicó Ramiere y se aprestó para salir. Se detuvo y preguntó—, ¿que día es hoy?

            —Hoy es el 20 de junio —contestó el que saludó con la cabeza al ser nombrado como Axel.

            —¿Año?

            —Estás extraña, querida, ¿en verdad estás bien? —fue la respuesta del Rey.

            —¡¿Año?!

            —Ya suenas más a ti, querida, 1791.

            De inmediato en la mente de Ramiere aparecieron datos sobre esa fecha. La de mayor importancia: la fuga de Varennes, el fracaso final y absoluto de la monarquía francesa en buscar irse al extranjero y desde allí recuperar el trono.

            —Mon Dieu! ¡Maldita sea! ¡Esto tiene que ser una estúpida broma! —expresó crudamente María Antonieta/Ramiere antes de salir del salón a paso veloz.

De vuelta en el cuarto donde despertó, Ramiere volvió a contemplar su aspecto en el reflejo de la ventana. En papel y pintura era una bonita época, pero desagradable en lo social y la higiene. Estaba segura de que debajo de la peluca habría piojos y se contenía las ganas de hacer sus necesidades ya que con semejante vestido lo más probable es que le pusieran una cubeta por debajo para que evacuara. Se llevó el índice derecho al oído y presión el canal auditivo.

            —MIA, actívate —ordenó hablando en beslavat.

            —EN LÍNEA, Ramiere. ¿En qué puedo servirte? —resonó una fría voz al interior de la cabeza.

            —¿A dónde diablos me hiciste saltar, MIA?

            —Se cumplieron sus deseos. En su mente estaba la pintura de Vigée Lebrun que le hizo a María Antonia Josepha Johanna von Habsburg-Lothringen en 1783.

            —¿Y que hago en 1791?

            —En simultáneo indicó “casi justo antes del final” en un pensamiento.

            —MIA, ¿no habíamos charlado de separar lo visual del flujo de pensamiento?

            —No se entiende, favor de aclarar.

            —Veamos. En el salto anterior nos perseguía personal de Ministeriat del Flujo Recto. ¿Correcto?

            —Así es, eran varios agentes encabezados por Tetyanna Marinka ocupando cuerpos del personal del departamento de policía de los Ángeles. Ocupabas a O.J. Simpson en una Ford Bronco de color Blanco el 17 de junio de 1994.

            —Vamos bien MIA, entonces pedí que preparas un salto, ¿verdad?

            —Así es. Fijaste tu mente en el cuadro de Vigée Lebrun por casi dos minutos en lo que fijaba la trayectoria entre los nodos del aquí y del allá.

            —En cuanto lo conseguiste, me pediste autorización para el salto. Para entonces, ¿cuánto llevaba la persecución?

            —Ochenta y nueve minutos

            —¿De cuanto que duró?

            —Noventa.

            —Fue cuando pensé, al detenerme y evitar un incidente automovilístico, “casi justo antes del final”

            —Instrucción que tomé para ajustar la trayectoria entre los nodos.

            —Ese pensamiento no era una instrucción. Fue un pensamiento que interrumpiste: “casi justo antes del final de la huida es que me voy”.

            —Lo siento, Ramiere. Fue un error de interpretación de mi parte.

            —Está bien, MIA. Hagamos lo siguiente: pensaré en alguien y, en cuanto fijes la trayectoria, no aceptes ningún otro pensamiento mientras no termine el salto.

            —Ramiere, detecté seis rupturas en el tejido temporal. Tetyanna y su grupo han arribado.

            —¡Maldición! Cada vez logran ubicarme más rápido. ¿Cómo diablos lo hacen?

            —Lo desconozco.

            —Pues bien, hagamos otro salto. Vámonos al siglo XXI.

            Ramiere, impaciente, empezó a caminar en círculos dentro de la habitación. Cinco minutos después MIA volvió a hablar.

            —Lo lamento, Ramiere. Taponaron el viaje hacia el futuro. Tenemos que pasar el 15 de noviembre de 1793 para salir de la burbuja de bloqueo. Solo son dos años y medio. Ya lo hemos hecho antes.

            —MIA, el cuerpo que actualmente ocupo, ¿cuándo muere?

            —María Antonieta es guillotinada el 16 de octubre de 1793. Lo siento, Ramiere, eso no lo capté.

         —Lo entiendo, no es tu culpa. Entonces o nos quedamos para que nos atrapen o nos ajusticien frente a una multitud.

            —O brincamos al pasado… al remoto pasado. La MIA de Tetyanna terminó de charlar conmigo.

            —¿Y qué te dijo?

            —Que te rindas, que ya agotaste tus referencias hacia el pasado. En diecisiete saltos ya recorriste 3526 años. Y se te terminó la criba de personalidades famosas.

            —¿La criba? ¿Qué es eso, MIA?

            —Dijo que es la cantidad de personas que conoces del pasado y tienes referencia visual. En el siglo XXI y posteriormente puedes ser cualquiera ya que miles de millones de personas se tomaron fotografías, videos y holos. El segundo de fama donde puedes hacer referencia para el salto. Sin embargo, mientras más te alejas al pasado hay menos representaciones de las personas y solo quedan las figuras historias, es un filtro. Más cuando solo prestarás atención a aquellos que ten interesen, es la criba personal.

            —Creo que ya entendí, me han empujado hacia el pasado para que cada vez me limite más en seleccionar a alguien para ocuparlo.

—Correcto. Según el perfil que te hicieron y me compartieron, tus referencias visuales son posteriores al siglo I donde, muy difícilmente ocuparás a Hipatia de Alejandría ya que no tienes forma para que la localices en los nodos. Mucho menos a la inexistente Ginebra del ciclo artúrico.

—Se ve que me estudiaron bien. 

—Lo siento, Ramiere. Charló conmigo para distraerme. Acabo de descubrir que la burbuja al pasado la extendieron al seis mil antes de la era común. Estamos atrapadas en este presente.

—No lo creo. No le contestes a las demás MIAs. Creo que ya sé a dónde podemos retroceder, pero requerirá de un esfuerzo mayor y que seas tú la que imagine.

Ramiere tomó una aguja de un estuche y se pinchó el índice. Dejó caer varias gotas sobre una mesita lateral.

—¿Qué haces, Ramiere?

—Que descubras la imagen, la referencia de salto. Observa mi sangre, observa mis células. ¿Has oído de las siete Evas?

—Afirmativo. Son las siete hembras de las cuáles descienden cientos de miles de millones de Homo sapiens.

—Y todos portamos algo único que ellas nos dieron.

—RNA mitocondrial. Solo puede provenir de la madre y no se modifica, es una línea que tiene cualquier persona y que lo conducirá a una de las siete Evas.

—Captaste todo. Deseo, deseamos que me y nos lleves con esa mujer, la madre de todas nuestras madres. Es tu turno de visualizarla y encontrar el camino entre los nodos.

La puerta se abrió de súbito y entró Axel.

—Mi reina, es momento de emprender la huida. El Rey terminó su carta y todo está dispuesto. Solo falta usted por abordar el carruaje. La escoltaré.

Sin esperar, Axel la tomó del brazo y casi jalándola la sacó de la habitación. Cruzó en diagonal el Palacio de las Tullerías y al llegar al patio la subió en el carruaje que la esperaba.

—Qué bueno que ya llegaste, querida. Pronto regresaremos a nuestro trono y los revolucionarios tendrán su lección.

—Lo que digas —susurró María Antonieta/Ramiere mientras los caballos empezaban a trotar. Cerró los ojos y se durmió.

Luz

Ser

Esencia

Presencia

 

Es una cuestión real y espero que sea la última transición en mucho tiempo.

 

Ramiere cerró los ojos deslumbrada por el brillo del sol que ascendía por el horizonte. Al mirar a su alrededor se percató que era una sabana cubierta de hierba y pastos que le cubrían las piernas, árboles dispersos por doquier. Un río corría más adelante y una multitud de jirafas, rinocerontes y elefantes abrevaban al borde un lago.

            Al mirar su cuerpo notó que estaba desnuda y colgaba de su hombro un arco. Su piel era oscura y claramente se destacaba el vientre abultado por estar embarazada.

            —Ramiere, estamos retrocedimos 83,457 años. Estamos en el Sahara un 27 de diciembre a las 13:45.

            —Bello este Sahara lleno de vida y vegetación, será una vida agradable y aprenderé a ser madre en lo que planeamos nuestro regreso, MIA. ¿Ya tienes detectada el lenguaje que usaré?

            —Reconstruido con base en las conexiones neuronales de la que ocupas.

            —Justo a tiempo.

            Un grupo de sesenta personas llegó a donde Ramiere se detuvo y se distribuyó alrededor. Una niña de unos seis años la tomó de la mano.

            —Madre —dijo con su infantil voz—, ¿cuánto nos falta?

            —Todo el futuro —contestó Ramiere—, pero tus hijas te lo agradecerán, en especial una que camina por el tiempo.

            —¡Cuéntame esa historia!

—Claro que sí…

FOTO: Pixabay

Eduardo Honey Escandón

(México, 1969). Ing. en sistemas. Autor de Códex obsidiana y Cósmicos espejos humeantes. Publica constantemente en plaquettes, revistas físicas, virtuales e internet. Textos suyos fueron primer lugar (Teresa Magazine 2020, Nyctelios 6ª. Ed.), segundo lugar (bokker Awards 2021) o finalistas (Certamen Internacional de Microcuento Fantástico miNatura 2021 y 2020, 1er. Concurso de Cuento Breve Plétora Editorial 2020, Mención de Honor del Jurado, Quequén 2020, Supraversum 2021, Novum 2021, VIII Concurso Internacional de Microrrelatos “Jorge Juan” 2021, Madrid Sky 2021, II Concurso Literario “Relatos legendarios” 2021). Ha sido seleccionado para participar en diversas antologías. Prepara su primera novela.

Página personal: https://www.facebook.com/eohoneyewriter

Twitter, Instagram: @eohoneye

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