Teoría Ómicron

Revista de ciencia ficción y fantasía

CINEMA ÓMICRON: El (increíble) hombre menguante: La increíble creatividad de Richard Matheson

"El increíble hombre menguante", película en blanco y negro basada en la obra de Richard Matheson, muestra la sorprendente historia de Scott Carey, un hombre en constante disminución física. El film, dirigido por Jack Arnold en 1957, difiere en ciertos aspectos de la novela original, especialmente en temas sensibles como la sexualidad latente del protagonista. Pese a ello, ambos exploran fascinantes aspectos de la supervivencia humana en circunstancias extremas, tocando cuestiones de la naturaleza humana y el existencialismo.

Francisco Segovia Ramos

¿Quién no ha visto alguna vez –o varias, a fuer de ser sinceros─ esa película en blanco y negro titulada en España El increíble hombre menguante, y en Hispanoamérica El hombre increíble? ¿Quién no se ha sobrecogido con las peripecias de su protagonista? ¿Quién, en definitiva, no se ha preguntado qué haría en una situación semejante?

El Increíble hombre menguante, película de serie B (género que, por fortuna, se está rescatando y reivindicando como merece) no es sino una adaptación de una novela de Richard Matheson, un escritor todoterreno, cuya obra literaria, a fuer de ser adaptada al cine o a las series de televisión, pasa por ser desconocida por no leída.

Y es que hay mucho más en la novela de Matheson que en la propia película, algo que el lector atrevido descubrirá a poco que se atreva a sumergirse en alguna de las versiones en castellano disponibles en el mercado.

El filme, dirigido por Jack Arnold en 1957, y protagonizado por Grant Williams en el papel de Scott Carey, el hombre menguante, se basó en la novela de Matheson, que el propio escritor exigió poder escribir su guion. Acierto pleno dado que hasta entonces era muy conocido en los ámbitos literarios, pero poco compensado económicamente. A partir de su trabajo en esta película sus emolumentos crecieron exponencialmente, y su labor creadora se verá reflejada en la redacción de guiones para multitud de episodios de La dimensión desconocida o Star Treck, entre otras.

La película, como en tantas otras ocasiones a lo largo de la historia del cine, difiere en muchos aspectos de la novela, y tener una comparativa nada mejor que hacer un breve resumen de la obra fílmica para posteriormente descubrir dónde acertó1 Matheson en el cambio del lenguaje ante el espectador/lector de su obra. Así que, para los que aun no han disfrutado de la visión de El increíble hombre menguante, dejen aquí la lectura del artículo para no conocer la historia no menos increíble de Scott Carey y su mengua como hombre, que no como espíritu libre.

El increíble hombre menguante, que bebe de las influencias de Los viajes de Gulliver y La Odisea, y que influirá en series de televisión como Tierra de Gigantes, comienza con un Scott Carey y su esposa Louise, embarcados en un yate, tomando el sol. En un momento de la conversación, Scott pide a su mujer que le traiga una cerveza del interior del barco. Mientras esto sucede, una extraña bruma, o una nube baja a ras del océano, cubre al yate y al hombre, dejando su piel cubierta por miríadas de manchas brillantes que desaparecerán poco después. El matrimonio olvidará esa extraña anécdota y continuará su vida con normalidad.

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Poco después, sin solución de continuidad, Scott se muestra asombrado de que sus camisas y pantalones le queden un poco grandes. Louise lo achacará a que no come abundantemente, y las cosas se quedarán así hasta que, cuando de forma clara la pareja es consciente de que Scott va menguando de su metro ochenta y uno a uno setenta y dos, acude a un médico de confianza, que corrobora sus sospechas y, ante su manifiesta incapacidad de curar el mal que afecta a Scott, les recomienda que visiten una prestigiosa clínica.

Así lo hacen. Scott es objeto de innumerables pruebas que demuestran que su decrecimiento es constante, a razón de tres milímetros y medio al día. Los especialistas solicitan seguir investigando al hombre menguante, pero el tratamiento es caro y el matrimonio Carey no puede permitírselo. Sin embargo, la propia clínica les ofrece tratarlo gratuitamente porque la investigación del extraordinario suceso lo merece.

En el curso de los exámenes y análisis médicos se llega a descubrir que la causa de la mengua de Scott se debe a un accidente con químicos insecticidas que mezclado con la bruma misteriosa del océano, provocó cambios genéticos y de ADN del hombre. Cambios que los investigadores creen poder revertir gracias a un tratamiento especial que le aplican.

El tratamiento va bien: Scott deja de menguar, lo que le da ánimos para recuperar el ritmo de su vida. En ese intervalo de tiempo conoce a una joven, Clarice, que es un poco más baja que él (que ha llegado a medir poco más que un crío), y que asume su pequeño tamaño porque lo ha vivido con normalidad desde que era niña, lo que contrasta con el dolor de Scott, que ha sido una persona de tamaño normal hasta su desgraciado accidente.

Pero, como era de prever, las cosas comienzan a ir otra vez mal. Cuando se ve de nuevo con Clarise, se dan cuenta de que ahora él es más bajo que ella. Eso supone que la medicación que toma ha dejado de ser efectiva.

Consultado el caso con los especialistas estos admiten que el tratamiento, finalmente, ya no sirve para nada. Scott, desde ese momento, y para los espectadores, está condenado a seguir menguando hasta su previsible y desgraciado final. Asumirá, si bien con amargura, este destino y tratará de sacarle provecho escribiendo un libro sobre su historia y vendiéndola a los medios de comunicación, lo que le dará a él y su esposa pingues beneficios. Aunque no la felicidad.

En un siguiente plano, muy conseguido por lo impactante, Scott Carey pasea por una habitación en donde los muebles y utensilios tienen un tamaño normal, lo que parece indicarnos que su problema se ha solucionado de alguna manera que será explicada, pero en seguida descubrimos que se trata de una casa de muñecas, y que Scott ahora mide poco más de diez, quince centímetros.

Al ser ya tan pequeño, Louise tiene la preocupación de mantener al gato de la familia lejos de Scott y la casa de muñecas. El gato, en efecto, hasta entonces personaje secundario que no parece sino un añadido simpático a la familia, se transforma en un peligroso vecino.

Vecino que se convertirá en una pesadilla cuando Louise, en un descuido, lo deja entrar en la casa mientras ella sale de compras.

A partir de aquí Scott deberá luchar por su vida contra un gato que no lo reconoce como amo, sino como presa. Logra escabullirse de la casa de muñecas y en su huida llega hasta la entrada al sótano, al que cae tras esquivar una última acometida del gato.

La caída, a pesar de la altura, no es mortal porque es amortiguada por ropa destrozada y abandonada en una caja. Scott despertará, será consciente de que está atrapado en el sótano, dado que es imposible subir por los altísimos escalones, y buscará la forma de sobrevivir hasta que su esposa baje para buscar alguna cosa allí.

Un calentador, del que gotea agua, le garantiza el suministro del vital líquido, y una caja  vacía de cerillas, una cómoda cama. En cuanto a la comida, Scott descubre un trozo de pastel en una zona alta del sótano. Podrá subir allí, aunque con esfuerzo, pero sobrevivirá. Por un momento, piensa que saldrá del sótano a poco que la suerte le acompañe.

Pero descubre que no es el único habitante del sótano: una araña, una viuda negra, tiene allí su madriguera, y lo descubre. Logra escapar a duras penas del ataque del arácnido, pero a partir de ahí sabe que estará en lucha con aquel monstruo de pesadilla hasta que uno de los dos acabe con el otro. Además, el trozo de tarta se encuentra junto a la telaraña donde vive su bestial enemigo.

Mientras, Scott logra sobrevivir a la inundación que provoca la rotura del radiador, y que está a punto de hacerle caer por el sumidero del sótano. La suerte, en cambio, no le acompaña cuando su esposa y su hermano bajan para reparar la avería y no logra captar su atención. También les escucha que van a marcharse de la casa para vivir en otro lugar, lo que supone su total abandono y la esperanza de su rescate.

Por momentos parece dispuesto a rendirse y dejarse matar por la araña. El hambre, finalmente, le impulsa a iniciar su particular subida a los infiernos. Armándose con un alfiler y un hilo, que se convierte en sus manos en una espada acerada y una sólida soga, inicia la ascensión. Con esfuerzo sobrehumano logra llegar hasta arriba y aproximarse hasta la tarta. Pero para conseguir el alimento debe deshacerse del monstruo que la vigila. Prepara una hábil trampa, atando la soga a unas tijeras que están en precario equilibrio al borde del abismo, y ata el alfiler al otro extremo. Si logra enganchar a la araña con el alfiler y empujar las tijeras, se librará del monstruo y conseguirá el preciado manjar.

Las cosas, era de prever, no marchan bien. Las tijeras no caen al abismo y la araña se arroja sobre Scott. En la lucha a muerte que se desarrolla a continuación, Scott logra matar al arácnido, al que, sin embargo, no odia porque considera que lucha también por sobrevivir.

Ha conseguido el premio, la supervivencia. Pero cuando toma un trozo de pastel y se lo lleva a la boca, no siente hambre. El hambre, al igual que la sed y otras necesidades humanas, ha desaparecido. Su mengua, que no ha cesado, hace que pueda atravesar el mismo enrejado de la ventanita del sótano que unos días antes, unas horas antes, suponía una barrera infranqueable.

No es el fin, se dice Scott Carey. Más optimista que nunca, más seguro de sí mismo, más convencido de que disminución no conlleva la muerte sino el descubrimiento de otros mundos, de otras posibilidades porque para el hombre el cero significa la nada, pero no así para la naturaleza. Y con ese planteamiento final y con una profunda carga filosófica, termina la película y la odisea de Scott Carey en el mundo de los hombres.

El increíble hombre menguante se puede dividir en dos partes; una primera, que abarca un periodo mayor de tiempo, donde el protagonista descubre su mal; y una segunda, que se desarrolla en el sótano, en la lucha de Scott por sobrevivir al hambre, a la sed y a su enemigo arácnido.

No pierde ritmo en ningún momento, algo que se debe a la maestría en el guion de Matheson, y los efectos especiales, aunque hoy en día nos parezcan sencillos, siguen funcionando a la perfección. Se agradece que nadie hasta la fecha haya pecado en realizar una nueva versión. Seguramente perdería encanto aunque abundaría en efectos informáticos y música estridente.

Si bien la película es una obra maestra del cine de ciencia ficción, la novela en la que se basa es también digna de estudio. Matheson, consciente de que era complicado plasmar plano por plano su obra literaria, hizo una adaptación bastante interesante (aunque durante mucho tiempo despotricó de la versión fílmica).

La novela El hombre menguante (sin el “increíble), tiene una estructura diferente a la película, mucho más atrevida. En efecto, Matheson trabaja en esa obra yendo de adelante atrás y viceversa; pasa de capítulos en los que habla de la reducción paulatina de Scott, a otros en los que cuenta sus aventuras y desventuras en el sótano. El recorrido va desde sus 1,82 metros de altura hasta su reducción al infinito, que no al cero. Y la historia es prácticamente la misma, aunque con notables diferencias en temas que en la época eran impensables llevarlos a la gran pantalla.

Si bien es cierto que Scott inicia su peripecia sufriendo la bruma marina que lo envuelve, después la historia toma sesgos cargados de sexualidad reprimida, pederastia o relaciones extraconyugales.

La historia es prácticamente la misma que la de la película, con algunas particularidades que merece la pena reseñar.

Las necesidades sexuales del protagonista (apenas esbozadas en la versión fílmica), se remarcan más, incluso con escenas de cama entre una mujer y un hombre que ha menguado hasta la estatura de un niño. También aparece una escena donde unos adolescentes acosan a Scott y lo violentan cuando saben que es el hombre menguante, haciéndole bajarse los pantalones para ver si “todo había menguado”. En otra ocasión, Scott conoce a una enana y pide a su mujer que la deje yacer con ella esa noche y vuelva a por él al día siguiente, con el consentimiento triste de su esposa. Otra escena, omitida en el cine, muestra a un hombre que recoge a Scott cuando deambula por la calle, lo sube a su coche e intenta abusar de él, pensando que se trata de un muchacho.

La novela remarca, continuamente, el afán de supervivencia de Scott, que se enfrenta a su pesimismo una y otra vez, superando la tentación de suicidarse dejándose matar por la araña. Como bien recoge la película, Scott con cada avatar, con cada prueba superada, se va haciendo más fuerte a pesar de su disminución de tamaño, hasta llegar al final, cuando su posible fin no es más que el principio, la puerta a otros mundos, a otras formas de existencia.

Por eso la novela acaba con un Scott Carey que corre, que busca, la vida, el alimento, el conocimiento, quizá.

Definitivamente, leer la novela de Matheson es un complemento perfecto, si no imprescindible, para poder reinterpretar la magnífica versión al cine que hicieran de ella en el año 1957 y que no ha perdido un ápice de fuerza ni de emoción.

FOTO: Film El increíble hombre menguante

Francisco Segovia Ramos

Granada, España, 1962. Ha ganado, entre otros: el IV Certamen de Relato del Festival Internacional de Cine Fantástico y de Terror La Mano, de Alcobendas, Madrid; el I Certamen de Novela Corta de lectura Fácil; el IV Certamen Internacional de novela de ciencia ficción “Alternis Mundi”; el XXVII Premio de Prosa de Moriles; el II Certamen de Cuentos “Primero de Mayo”, Argentina; y el I Premio de Novela corta de lectura fácil.

Obras: “El enigma del Moldava” (2022). “El desaparecedor” (2021), “El hombre tras el monstruo” (2017), “La Promesa” (2015), “Los Náufragos del Aurora” (2015), “Viajero de todos los mundos”, (2014), “Los sueños muertos”, (2013), “Lo que cuentan las sombras”, (2010); “El Aniversario” (2007). Partícipe en numerosas antologías de poesía y relato con otros autores.

Otras actividades: Colaborador en revistas y periódicos di2gitales. Participa habitualmente en la Semana Gótica de Madrid. En su bitácora literaria personal puede seguirse su trayectoria: http://franciscojsegoviaramos.blogspot.com.es/

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