R.S. Martínez
La rebelión no comenzó en Tierra Dos, centro económico, cultural, pilar de la colonización galáctica y en consecuencia objeto de la creciente envidia, el irracional temor y el apremiante deseo por parte del atávico e inestable gobierno de Ciudad Equis, en la Tierra.
El movimiento insurgente tampoco se gestó en San Jacobo Veintiséis, bastión científico y tecnológico de la humanidad fuera de su mundo de origen, y mucho menos nació en alguno de los planetas-colonia exteriores recientemente descubiertos por Astrid Alférez, la exploradora.
Fue en un casi irrelevante mundo en el que la insurrección vio la luz por primera vez.
El planeta-colonia San Tito Dos Trececon su clima templado, sus abundantes recursos naturales y una modesta industria agrícola fue donde el Frente de Liberación de los Planetas Habitados por la Humanidad y que no son la Tierra hubo publicado el Plan de San Tito Dos Treceproclamando la independencia de todos los planetas-colonia y su emancipación del gobierno de Ciudad Equis, al menos los que así quisieran, porque ellos tampoco deseaban obligar a nadie a hacer algo en contra de su voluntad.
Con los espíritus avivados por los ideales de libertad, independencia y justicia pero sin suministros suficientes, un ejército numeroso ni aliados que estuviesen dispuestos a resistir con ellos codo a codo y hasta el último hombre, aquella incipiente rebelión fue aplastada casi de inmediato por el asedio orbital que el gobierno de Ciudad Equis envió cuando las tensión política entre ambos mundos ya no pudo ser apaciguada por las charlas diplomáticas y sobre todo, cuando la narrativa mediática transmitida diariamente al resto de los planetas-colonia y que hacía lucir débil e incompetente al gobierno comenzó al fin a hacer mella en la opinión pública.
Por supuesto, la Historia oficial de Ciudad Equis recuerda aquel breve movimiento revolucionario como una panda de granjeros terroristas que, cegados por ideología chauvinista, autárquica, xenofóbica y violenta, habían decidido atentar directamente contra el ideal de unidad, fraternidad, belleza y libertad sobre el que se fundamenta la supremacía de la humanidad a lo largo y ancho de la Vía Láctea.
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Tanto la retórica rebelde como el discurso oficial fueron prontamente olvidados, claro, y San Tito Dos Treceahora es una apacible colonia habitada por dóciles ciudadanos completamente dedicados a su industria agrícola, con nulos sueños de insurgencia y el inexplicable impulso egodistónico de voltear de manera compulsiva hacia el cielo y de pagar puntualmente sus impuestos.
Tristemente, la heroica resistencia que opusieron los santitodostreceanos también ha sido casi olvidada por completo, pasando a ser una anodina y genérica entrada en el currículum actual de la materia Historia Universal que se imparte en todos los centros de formación para preadultos de la Tierra y sus colonias.
No obstante lo anterior, una pieza de información ha cobrado relevancia recientemente en el imaginario popular de estudiantes, profesores y aficionados a la Historia Universal (aquella materia repudiada por el joven Josué Onda-Partícula), modificando la idea que se tiene sobre la rebelión en San Tito Dos Trece y va más o menos así:
Mucho antes de su levantamiento en armas, el planeta-colonia ubicada en algún punto del Brazo de Orión y conocido como San Tito Dos Trece, cansado de las absurdas cargas impositivas de las que era víctima y que impedían el tan anhelado desarrollo económico con el que sus fundadores habían soñado cuando decidieron abandonar la Tierra para asentarse en aquel mundo, decidió desconocer por primera vez la autoridad del gobierno centralizado de Ciudad Equis y en un acto de simbólica rebeldía, abandonó de una vez por todas el calendario estelar con el que la Tierra, Tierra Dos y el resto de los ochenta y seis planetas habitables descubiertos hasta el momento regían sus actividades y que por supuesto, se derivaba del calendario vigente en el mundo de origen de la humanidad.
En su lugar, habían decidido que sus años serían medidos en función del tiempo que le tomaba a su pequeño planeta orbitar alrededor de su propia estrella; una vuelta al sol, lo cual en términos terrestres tomaba tres años, siete meses y veintitrés días, aproximadamente.
Por ello, el promedio de esperanza de vida en San Tito Dos Trece era apenas de veintisiete vueltas al sol.
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La vital información anteriormente descrita, por otro lado, brilla por su ausencia en los libros de Historia que, eso sí, recopilan las hazañas rebeldes durante el asedio orbital y la batalla de San Tito Dos Trece mencionando claramente las edades de los líderes de aquella resistencia en función del larguísimo movimiento de traslación del mundo insurgente.
Por ejemplo, Otilio e Hipólita Pineda, el matrimonio líder de los rebeldes, apenas había cumplido once años el día de la promulgación del Plan de San Tito Dos Trece y Don Gilberto Uriarte, filósofo, poeta, intelectual, desertor de las Fuerzas Armadas de Ciudad Equis y quien probablemente hubo redactado el plan, había llegado ya a la avanzada edad de veintiún años santitodostreceanos.
También, los hermanos Jimeno y Natividad Laínez, aventureros, mercenarios y unos de los más letales y eficientes asesinos rebeldes acababan de cumplir seis años cuando las naves de guerra pertenecientes a las Fuerzas Armadas de Ciudad Equis ejecutaron el cruel y devastador asedio desde una órbita planetaria baja.
Así, al omitir el pequeño pero vital detalle de que aquellas edades estaban en años santitodostreceanos y no terrestres, los libros de Historia contribuyen hasta el día de hoy a alimentar la creencia de que aquella revolución fue iniciada casi exclusivamente por niños, generando empatía por parte del público general hacia los rebeldes y exacerbando el resentimiento por parte de muchos colonos hacia el gobierno de Ciudad Equis, antipatía que debido a la agresiva política fiscal implementada en los planetas-colonia que ahoga el desarrollo económico y social de los habitantes promedio de estos mundos, tal como lo hizo con los santitodostreceanos, podría convertirse pronto en la piedra angular para una rebelión a escala galáctica.
FOTO: Imagen de Bessi en Pixabay
R.S. Martínez
Escritor mexicano de Ciencia Ficción y Fantasía. Publicó su antología Ahora tenemos vino y otros cuentos (Acento Editores 2020) y está trabajando en su primera novela.
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Este tipo de errores (para no decir horrores) vuelven más interesante la Historia.
¿Quién no pensó alguna vez que las guerras médicas eran un enfrentamiento entre doctores de diferentes países?
Interesante historia.
Saludos!
J.
Muchas gracias por tu comentario, José. Recibe un abrazo y qué gusto que la hayas disfrutado.