Juan Andrés Capalbo
La nave salió de la colonia espacial rumbo a la Tierra, bajo la atenta mirada de los habitantes. Estaban preocupados por la escasez de insumos y materiales necesarios para el funcionamiento de los sistemas que hacían habitable el lugar. Los jefes de aquel emplazamiento habían designado a la tripulación para viajar con el objetivo de buscar elementos, herramientas y cualquier objeto que pudiera ser útil. Debido a la urgencia, se decidió que la misión partiera lo antes posible.
—Despegue exitoso, los sistemas funcionan con normalidad – dijo el capitán a la base.
Todo había sido comprobado en dos oportunidades, la tripulación debía entablar contacto e informar con regularidad. La nave era vieja y la colonia no contaba con los insumos para su mantenimiento.
La tripulación se componía de cinco tripulantes debían explorar ciertos puntos en los que estarían los insumos que se necesitaban. En caso encontrarlos en cantidad, darían aviso para que se envíe otra nave. Debido a que el combustible escaseaba, los jefes de la colonia no deseaban correr el riesgo de enviar otra tripulación. No al menos hasta estar seguros de que se encontrara lo suficiente como para justificar otro viaje. Al fin y al cabo, la Tierra había dejado de ser habitable…
—¿Realmente cree que encontraremos algo? —preguntó Martino, el piloto mientras operaba los controles.
El capitán respiró profundo antes de responder.
—El planeta quedó lleno de cosas que podrían aprovecharse: alimentos, herramientas, sistemas de oxigenación y de siembra… Pero debemos averiguar en qué estado se encuentra todo.
—Pero si estaban todas esas cosas ¿por qué no las llevaron?
—Todavía sos muy joven, por eso no lo recordás, pero el planeta se evacuó de urgencia. La base en la que estamos ahora se estaba acondicionando de a poco. Al principio se pensaba en un plazo a veinte años, pero el desastre se volvió inminente. Hubo que abandonar el planeta con lo necesario para comenzar en las colonias.
Volvió a encender el transmisor y comunicó sobre las coordenadas y la marcha del viaje.
—Escuché hablar de la Tierra, siempre quise conocerla. —dijo después de un rato
—No es el mismo planeta que fue alguna vez… se volvió gris, cada vez se parecía más a una gran roca, la vegetación fue talada o muriendo, los océanos estaban secándose y terminó dejando de ser apto para la vida —dijo mientras señalaba a una puerta que tenía un letrero que decía “trajes y tubos de oxígeno”
La nave continúo su trayecto sin inconvenientes. El capitán mantuvo informada a la base de las coordenadas y la marcha del viaje, aunque no hubiera nada para destacar.
Finalmente ingresaron al que alguna vez fue el sistema solar para los humanos. Pasaron cerca de los planetas exteriores, maniobraron para evitar el cinturón de asteroides y de a poco fueron acercándose al antiguo hogar de la raza humana.
El capitán informó a través del transmisor:
—Hemos atravesado la órbita de Marte, avisaremos en cuanto hayamos arribado a la Tierra —después se dirigió a la tripulación-. Prepárense para el aterrizaje ¿cuál es el estado de los sistemas?
—Sistemas listos, capitán.
—¿El objetivo está enfocado?
—Hay un imprevisto capitán…
—¿Qué ocurre?
—El planeta al que nos dirigimos no coincide con nuestro objetivo.
El hombre se acercó a la mirilla
—¡No puede ser!
Tuvo que mirar varias veces, aunque para él, que había vivido en ese planeta, no había dudas. A medida que se acercaban, miraba con la boca abierta aquella visión que parecía ser producto de su imaginación. O quizás era una ilusión producida por algún fenómeno espacial. Pero conforme se acercaban no quedaron dudas de que no era ninguna ilusión. El mismísimo planeta Tierra estaba frente a ellos, con sus océanos desbordando agua, sus continentes llenos de verde y sus polos completamente blancos.
—Aguardo instrucciones, capitán – dijo el joven algo desorientado
—Aterrice en el punto indicado – le respondió sin salir de su asombro.
La nave se dirigió al sitio en donde estaba marcado el primer aterrizaje. Aunque no descendieron allí. Se encontraron con que el punto exacto estaba cubierto de árboles que no se encontraban antes ahí, ya que se suponía que el lugar estaba desierto.
ANUNCIO
Después de sobrevolar el terreno, encontraron un punto para aterrizar a algunos kilómetros de lo que indicaba el mapa. Aún sumidos en la sorpresa, decidieron bajar despacio, como si estuvieran en un lugar en el que acechara algo peligroso.
El capitán sabía que se encontraban en lo que alguna vez fue una ciudad. Había algunas construcciones que sirvieron como viviendas, cubiertas por vegetación o incluso con árboles que habían crecido en su interior. Se veían detrás otras estructuras de mucho mayor tamaño, también cubiertas en su totalidad de plantas trepadoras. Pero lo que también generaba una incertidumbre era que el planeta que se creía cuasi desierto no estaba en silencio. Los sonidos de las aves se escuchaban provenientes de todas direcciones e incluso se las podía ver volar ya que era de día. Los sonidos de otros animales también hacían saber a los humanos que no estaban solos, aunque eran tantos que era difícil distinguir a que especie pertenecían.
La tripulación no contaba con armas, ya que no esperaban encontrar peligros. Pero ante la vista de la biosfera que tenían delante, decidieron utilizar trajes protectores, debido a que no podían saber si alguna especie era peligrosa.
—¿Qué pasó, capitán? Se suponía que casi no había vida en el planeta…
—Muy simple – contestó mientras acariciaba unas plantas cercanas -pasó que lo que estaba acabando con la vida abandonó este lugar. Al no haber más actividad humana, el deterioro se detuvo. Poco a poco, la vida fue ganando terreno y la roca en que se estaba convirtiendo volvió a rebosar de verde y especies animales…aún no puedo creerlo…
No hacía falta que lo dijera, desde que se habían acercado a la Tierra se mostró ausente y menos comunicativo, se limitaba a dar las instrucciones que fueran necesarias. Tal era la sorpresa y el impacto recibido, que olvidó avisar a la base.
La tripulación dejó de lado el objetivo de la misión y comenzaron a caminar entre la flora del lugar. Intentaron hacerlo en linea recta, pero la cantidad de árboles crecidos los obligó a dar varios rodeos. En más de una oportunidad sintieron movimientos cerca suyos, pero no podían ver que animal lo producía. Prefirieron no arriesgarse más. Además, recordaron que tenían un objetivo que cumplir.
—¿Cree que los jefes nos harán volver a este planeta? – preguntó el piloto
El capitán no había pensado en esa posibilidad. Ahora que estaba en el lugar le resultaba bastante posible… pero la pregunta le recordó que debía comunicar a la colonia de su llegada.
En ese momento algo los sobresaltó: unas hojas y algunos frutos del árbol que cayeron sobre sus cabezas. Se pusieron en alarma ¿estaban siendo atacados? Listos para escapar ante el menor movimiento miraron arriba y vieron a unos pequeños monos que corrían por las ramas. Eso les produjo cierto alivio. Tan tensos estaban que sintieron aflojar sus piernas…pero ver a esos animales los tranquilizó, incluso comenzaron a reir. El capitán se dirigió a Martino
—Respondiendo a tu pregunta – dijo poniéndole una mano en el hombro – creo que es muy probable… deberíamos enviar todo esto mediante imágenes remotas… pensándolo bien… es posible que el planeta nos esté dando una segunda oportunidad ¿y saben qué? Creo que nuestra especie aprendió…volveremos a la Tierra más sabios de lo que éramos cuando nos fuimos…
Llegaron a la nave y cuando estaban a unos pocos metros vieron a unos monitos salir del interior y escapar. Esto volvió a generar unas cuantas risas entre la tripulación. Pero al entrar se quedaron sin habla: Todos los controles estaban rotos. No había manera de encender la nave ni cerrar la escotilla. El transmisor y todas las formas de comunicación estaban averiadas.
—No hay manera de volver…
—Ni de pedir auxilio…
—Estamos atrapados y ellos en la base también ya que se quedarán sin insumos…
El capitán se sentó en su sillón. Con el semblante serio y mirando al piso. Pensaba que los humanos habían aprendido. Pero los habitantes de la Tierra parecía que no querían que volvieran. Ni que pidieran auxilio.
Se sentó en una prominente raíz y soltó una risa amarga antes de decir:
—Ellos también aprendieron…
FOTO: Imagen de Arek Socha en Pixabay
Juan Andrés Capalbo
Buenos Aires. Ha escrito varios relatos de ciencia ficción. Esta es su primera publicación.
Más historias
CRONISTAS ÓMICRON: Plan perfecto
CRONISTAS ÓMICRON: Cómo el último verano (El drama apocalíptico de una Tierra alternativa)
CRONISTAS ÓMICRON: Visiones en conjunto
CRONISTAS ÓMICRON: Un día más en el paraíso
CRONISTAS ÓMICRON: Mi mejor amigo
CRONISTAS ÓMICRON: Criba temporal