Carlos Enrique Saldívar y Benjamín Román Abram
La contaminación del aire nos hacía a menudo tomar precauciones, pero hoy la atmósfera estaba limpia, así que con mi hija nos dirigimos sin mascarillas a una de las avenidas principales de la ciudad para la celebración del aniversario patrio, y vimos algo llamativo: varias figuras luminosas en el cielo; yo las había vislumbrado antes, durante una toma de mando presidencial, a la misma edad que ella: los nueve años.
Le expliqué que eran hombres y mujeres que rendían tributo a nuestro único héroe de la Fuerza Aérea Peruana (FAP), el teniente Arturo Iván Quincha Flores.
Él, de muy joven, ingresó a la fuerza aérea y pronto fue un experto aviador, quien se mostraba osado y valeroso con sus maniobras. Ante la creciente amenaza militar de los países vecinos, se sometió de manera voluntaria a un complicado experimento. Su cuerpo se fusionó de manera permanente con biomateriales y su aspecto terminó siendo el de un pequeño avión de combate, colmado de ametralladoras. Su sangre fue reemplazada con un combustible que lo llevaría por alturas y velocidades inimaginables. Así que terminó sus pruebas siendo una suerte de robot que podía atacar a las baterías enemigas con un acierto asombroso, así como a otras máquinas voladoras que lo enfrentaban.
Perú lo usó, por primera vez, en la guerra del año 1941 contra el país del este. El primer ataque fue decisivo; el mundo se enteró con estupor de la armadura fusionada con el cuerpo y del nuevo combustible, a este último lo denominaron los peruanos a nivel coloquial: «el diésel maravilloso».
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Gracias a esto, ganamos la guerra, pero pocos saben que los investigadores militares y algunos historiadores decían que el teniente se estrelló de manera accidental contra la base del adversario y que el combustible era tan inflamable que devastó varios kilómetros sin que funcionaran las municiones. Otros decían que se cayó allí a propósito al derribársele, y que, aunque no era lo deseable, sí tenía su mérito. Y hubo quienes sostenían que, con la fricción del vuelo, Arturo simplemente explotó, pero con la suerte de que impactó sobre la base del enemigo.
Desde entonces ya no hubo conflictos territoriales con otros países y nos convertimos en una nación respetada, con muchas inversiones y demás, poco a poco nos unimos al mundo desarrollado. Sin embargo, nunca más exhibimos la armadura fusionable ni el diésel maravilloso. Para el extranjero solo decíamos que era un arma muy poderosa y que sus sucesoras estaban debidamente custodiadas.
«Aquellos que ves ahí, hija, volando debajo de las estrellas en realidad son más que hombres y mujeres, son “voladores humanos avanzados”. Se transformaron para ser como nuestro héroe o al menos aparentarlo, ya que su combustible es convencional y no tienen poder de fuego».
Mi pequeña me sonríe. Hasta que uno de ellos se acercó a nosotros, hizo una acrobacia y se alejó resplandeciente.
Mi hija me dijo: «Felizmente ese tonto no nos cayó encima como el inútil del que me contaste». Y agregó: «En el colegio todos saben lo que le ocurrió».
FOTO: Imagen de Manfred Richter en Pixabay
Carlos Enrique Saldívar
Lima, Perú, 1982. Estudió Literatura en la UNFV. Es director de la revista impresa Argonautas y del fanzine físico El Horla; es miembro del comité editorial del fanzine virtual Agujero Negro, publicaciones dedicadas a la literatura fantástica. Es director de la revista Minúsculo al Cubo, dedicada a la ficción brevísima. Es administrador de la revista Babeblicus (literatura general). Publicó el relato El otro engendro (2012). Publicó los libros de cuentos Historias de ciencia ficción (2008, 2018), Horizontes de fantasía (2010) y El otro engendro y algunos cuentos oscuros (2019). Compiló las selecciones: Nido de cuervos: cuentos peruanos de terror y suspenso (2011), Ciencia Ficción Peruana 2(2016), Tenebra: muestra de cuentos peruanos de terror (2017, 2018) y Muestra de literatura peruana (2018).
Benjamín Román Abram
Lima, Perú, 1970. Sus cuentos y reseñas se han publicado en diarios y revistas nacionales e internacionales como El Comercio, Correo (Huancayo). En las revistas impresas Heterocósmica, Fabulador, Umbral, Buensalvaje, etc. En revistas en línea: Escritores por escritores, Cosmocápsula, miNatura, Agujero Negro, Plesiosaurio, Zona libre. Sus poemas se encuentran en webs del género (La Ira de Morfeo) o publicaciones virtuales (Alfa Eridiani). Sus cuentos se han recogido en las antologías nacionales Se Vende Marcianos y Manuscritos de R´LYEH. Es autor de los libros de relatos En Envase Pequeño y Bioficciones. Ha dictado talleres de ofimática bajo un esquema de su creación denominado tecnoliteratura orientado a escritores para corrección avanzada de sus textos. También cultiva la poesía. Como bloguero, publica regularmente cuentos y reseñas literarias de su autoría.
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