Teoría Ómicron

Revista de ciencia ficción y fantasía

CRONISTAS ÓMICRON: El cuerpo creativo creó el espíritu

En Cronistas Ómicron, Marina Ortíz Baker comparte su relato “ El cuerpo creativo creó el espíritu”

Marina Ortíz Baker

Era temprano por la noche, en el fresco de la primavera emulado por los filtros de aire. Dos jóvenes recorrían las calles tumultuosas, brazos entrelazados. El centro de la ciudad acoge a los indiferentes, a los extraños, a los ridículos y a los acomplejados, a los ricos y a los rebeldes, a los conformes y a los extraviados. Estaban considerando sus opciones de bares y antros, cuando unos gritos, ¡MIRA POR DONDE CAMINAS!, llamaron su atención. A pocos metros de ellas, en medio de la banqueta, una pareja con brillantes ojos celestes por el snap hostigaban a un repartidor androide. ¡TE HICE UNA PREGUNTA! El robot cayó sobre los adoquines, mientras su voz queda exponía las leyes de la robótica que justificaban los principios de defensa al ser humano, y las obligaciones ciudadanas para con ellos. CÓMO TE ATREVES A DECIRME QUÉ HACER vociferó el hombre y la mujer aplaudió divertida. Atraían miradas curiosas e ignoraban las voces de otros diciéndoles –eh amigo, ya estuvo, ya déjalo…

 Mina sintió blanco en los oídos, los puños se le cargaron de rabia. Un temblor familiar creció en su pecho mientras veía la escena desenvolverse. La violencia y apatía hacia los androides era común, ¿qué consideraciones deberían tener los humanos CON PINCHES CACHARROS COMO TÚ? Oigan, salió un llamado débil de los labios de Mina, no hagan eso. Su cuerpo incontrolable se movió y se acercó. El cielo nocturno era luminoso de anuncios proyectados sobre las nubes grises. Jade intentó disuadirla, pero su amiga se sintió controlada por una fuerza mayor.

Un reclamo inepto se le salió otra vez y las risas la tundieron, ¡qué-te-importa-ni-que-tuviera-sentimientos-este-pedazo-de-metal-culero!, escupió sobre el androide, que apenas se levantaba. Entonces la vieron bien y se enorgullecieron¡ah! ¡¿con que protegiendo a los de tu clase?! La humillación es un baño helado de sol; ya la había sufrido, pero esa noche Mina dejó que la furia la guiara. Empujó, su fuerza insospechada, la mente distante, golpe al rostro que ni sintió, su piel aperlada ahora roja, tomó esos cuerpos suaves, los hizo girar en el aire y en sí mismos, la hizo gritar ¡Ojalá los-los-atomicen-¡lacras!-Dios-no-quiere-a-los-que-no-creó! Con un labio sangrante, Mina esperó a que se levantaran del suelo. Miradas curiosas sobre ella llegaban y se iban. La pareja se fue, como dos sombras, mascullando odio. Jade tomó sus hombros, respira sis, respira profundo… 

El aire acre le ardió en los pulmones, Mina acomodó que los filtros en sus fosas nasales, así como su cabello, corto y anaranjado, con dos mechones largos en las sienes, revisó que su camisa hawaiana amarilla no estuviera rota. Jade le limpió la sangre y las lágrimas que corrían, un corazón escarchado destellaba en su pómulo derecho. Como siempre iba toda de negro, con su agresivo tapabocas con diseño de fauces de demonio japonés. Juntas podían dejar atrás el ruido de la Gran Ciudad, nada iba a impedirlo. Mina sollozó y Jade la consoló con gentileza.

Es que no es justo sis… yo sé sis… yo solo quería… vamos a bailar baby… esque no manches, no sé por qué… yo sé sis…

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Se levantaron, ambas con las piernas temblorosas, y volvieron a las calles, donde sus figuras se perdían entre tantas otras, igual de coloridas, igual de dolorosas. Entraron a su antro favorito, el Vice, por la puerta de atrás. El crush de Mina, Daniel, trabajaba ahí. Adentro, la música las llevó a un lugar donde el estrés se diluyó como el ácido en las tormentas. Las manos se electrizaron, el teclado convulsionaba, los brazos conjuraban paz al alzarse hacia el vacío. En la oscuridad, podían gritar y crear flores de colores, solo existieron ellas dos, el dolor se volvió una mancha más entre los fosfenos y los hologramas de píldoras-buenas-para-la-salud-malas-para-la-educación. En algún momento, Mina se alejó, no sin avisar, a hablar con Daniel. Jade decidió descansar en una de las sillas altas y chupar un caramelo cargado. Disfrutó la sensación de mar cálido en sus venas, y los colores a su alrededor reverberaron; en medio de todo, distinguió una figura que se acercaba, y reconoció la expresión confiada de esos hombres que se saben atractivos. El sujeto se paró a su lado, apoyándose en la mesa, y algo dijo. Jade sonrió sarcástica, no gracias, pero él insistió, Jade se levantó pero una mano quiso detenerla vamos-no-seas-así, con un codazo al plexo solar el sujeto la soltó. Jade se imaginó las ondas de choque amarillas y lo dejó doblado en sí mismo. Mientras tanto, Mina seguía hipnotizada los movimientos del muchacho, entallado en una camisa negra. Apenas y podía oírlo por la música, pero sólo verlo gesticular, sonreír y atender a otros era suficiente. 

La mano de Jade, sus finas uñas rojas, la acariciaron de pronto para llamar su atención, y Mina tuvo que sacudirse el trance. Huyeron una vez más al cobijo de la noche.

Deberías tener más cuidado sis, advirtió Jade, olió el café humeante frente a su rostro, en una de esas y no la libras. El desayunador estaba lleno, cerca del amanecer, olía a miel y cigarro viejo. Lo sé sis, Mina estrujó sus manos anacaradas, surcadas de negro, esbeltas como navajas, o pétalos de lirio, pero ya no quiero aguantarme… siento aquí en el corazón y ya, unos no escogimos el cuerpo que se nos construyó y ya me cansé que otros decidan sobre mi existencia. Jade revisó la hora, afuera pasó un contingente protestando, iban de blanco y rezando, arrojaban panfletos que caían al suelo y se desintegraban en los charcos. Mina se pasó la lengua por la herida en su labio superior, y dejó que la risa se le extendiera por todo el cuerpo.

FOTO: Pixabay

Marina Ortíz Baker

Nació el 23 de septiembre de 1993, en la ciudad de Monterrey, Nuevo León, México. Es Licenciada en Letras, por la Universidad de Monterrey, y actualmente estudia una Maestría en Literatura Hispanoamericana en la Universidad de Guanajuato. Siempre inclinada a la fantasía. El gusto por la lectura y escritura empezó desde chica, y aún le queda mucho por descubrir. Entre sus lecturas favoritas están Walt Whitman, Patti Smith, J.R.R. Tolkien, y Cornelia Funke. Algunos de los temas que le interesan son: el cyberpunk, el medio ambiente, los feminismos, y la voluntad. Su cuento “Todos nacidos en el mundo” ganó el 2º premio en el 4º Certamen Supraversum de Relatos de Fantasía y Ciencia Ficción de la Revista Supraversum de Literatura de Fantasía y Ciencia ficción.