Teoría Ómicron

Revista de ciencia ficción y fantasía

CRONISTAS DE ÓMICRON: Las olas del lenguaje

Publicamos el cuento "Las olas del lenguaje" de bioquímico y genetista Carles Savall Manzano.

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Por Carles Savall Manzano

 

 

–Buenos días, Sr. Alfa.

–Buenos días, buenos días.

–Me disculpará si utilizo un pentalenguaje, pero es el único idioma genérico que conozco.

–No se preocupe, los pentalenguajes son aburridos y tediosos, pero cumplen su función.

–Pase, siéntese, ¿está cómodo? ¿Como pretende proceder?

–Como usted sabe, la Corporación Ubicuix ha asignado a su departamento un nuevo idioma. Yo, se lo he traído, soy su creador y único hablante por el momento.

–¿Cómo se realizará la implantación? ¿Deberemos memorizar nuestro nuevo idioma? ¿Cuánto tiempo tenemos para hacerlo? ¿Habrá acondicionamiento?

–Ah, dulces preguntas, las suyas.

Crisis de la Lengua Única, así se la ha conocido con el tiempo. El fin de la hegemonía de las grandes lenguas, la muerte del inglés internacional, del chino mandarín y la disolución de los latines modernos.

¿Pero cómo empezó?

El uso de lenguas únicas, del mismo modo que ocurrió con la moneda y otros elementos de ámbito común internacional, tuvo consecuencias extrañas a largo plazo. En primer lugar, supuso una influencia enormemente agresiva sobre los otros idiomas. El carácter absorbente de los internacionales estiró con fuerza de los otros lenguajes y dejó su huella en ellos. Se empezaron a sustituir palabras y significados de las lenguas de origen por los de las lenguas dominantes hasta el punto que se puso en duda la efectividad de tener varios idiomas distintos.

–La lengua que he desarrollado para ustedes es una variante del declofrano, la lengua oficial de Ubicuix. Proviene del francés, que es el pentalenguaje regional, e incluye un sistema de declinaciones provenientes del alemán. Las palabras han sido reducidas al mínimo, teniendo como máximo tres sílabas. Utiliza diez vocales, veintiséis consonantes, y un sistema complejo de prefijos y sufijos.

–¿Tendremos sistema escrito?

–Por supuesto, su departamento lo necesitará dadas las responsabilidades que pronto tendrá que asumir. Es un lenguaje completamente nuevo, basado en símbolos derivados de L. Se escribirá de derecha a izquierda.

–¿Se… se parece al idioma que actualmente utilizamos?

–Depende, ¿qué idioma utilizáis?

Franco segundo-cuarto, nivel dos. Aunque pertenecemos a Ubicuix desde que la corporación conquistó Nizaret, no nos educaron en declofrano y mantenemos el lenguaje de la corporación Numeralia.

Hubo una época de grave intensidad política y social donde los medios se llenaron de fuertes discusiones sobre la finalidad idiomática, los tertulianos se gritaron unos a otros y se insultaron en muchas lenguas, sin darse cuenta que lentamente, las iban abandonando. El mundo científico agradeció la estandarización, e hizo activismo para propiciar el abandono de los idiomas regionales, del mismo modo que lo hizo para estandarizar las medidas. El cambio fue, aunque cueste creerlo, poco gradual. Se logró en una única generación, los medios se lanzaron sobre las lenguas internacionales y volvieron impregnados con ellas. Finalmente, todos los periodistas se insultaban en el mismo idioma, hablando cada vez con más crueles e involuntarias ironías. Rodaron acentos por los suelos, murieron las letras específicas y cayeron varias formas de escritura. Los padres hablaban a sus hijos en sus lenguas no maternas, los lingüistas buscaban los idiomas que se habían olvidado en sus casas y la sociedad lentamente derivó hacia un estándar dialéctico sin que ninguno de sus ciudadanos percibiera el brusco cambio que había sufrido.

Así, cinco lenguas dominaron el mundo, el resto fueron despojos evangelizados por dichos cinco hablas, idiomas arrodillados ante los pentalenguajes del mundo. Nadie podía resistirse a la globalización.

–Lamento que así sea. El Franco segundo-cuarto, nivel dos, es un idioma de baja seguridad y deberá ser olvidado por todos los habitantes del departamento. Su nuevo lenguaje comparte poco con el que ustedes hablan, pero no deben preocuparse por eso.

–Será una transición difícil, entonces.

–Difícil, tal vez. Pero no larga, ya verán. Han estado ustedes muy apartados de la compañía, por lo que veo. Aparte de su nuevo idioma departamental, deberán aprender declofrano y sus variantes regionales. ¿Como han podido comunicarse con los demás departamentos? Ah, terrible marginación la suya.

–Señor Alfa, hasta ahora éramos una sección olvidada. Nuestras funciones son pocas y principalmente intermediarias. Tuvimos suerte y nuestros departamentos vecinos tenían políglotas en plantilla.

–Bien.

–¿Con la nueva lengua nos podremos comunicar mejor con ellos?

–No, su lenguaje será único y exclusivo. Cuando aprendan además el declofrano, tendrán al menos una lengua en común con la mayoría de departamentos. Pero vamos a cerrar su red, los sistemas electrónicos de comunicación serán intervenidos mañana y desconectados. A partir de ahora toda transferencia se hará por conducto cifrado.

Y, sin embargo, costó mucho matar al resto de idiomas, los estados lo intentaron, los centros, los profesores, las empresas de poder emergente, todos ellos lanzaron cuchillos contra la masa de hormigas habladoras, ensartando a algunas pocas y dispersando al resto.

Los medios abrieron nuevos debates, los cinco idiomas ahora parecían demasiados, ¿era necesaria la eliminación de cuatro de ellos? ¿debía reinar una única lengua? Los ingleses se frotaban las manos, sin embargo, no parecía que pudiera haber un acuerdo común. Renacieron los idealistas de las lenguas artificiales, los locos del esperanto, los frikis del klingon, los elfos del quenya… y muchos otros más realistas que se apresuraron a crear sus propios idiomas supuestamente simplificados e intuitivos.

Dicha situación duró una buena treintena de años, pero el equilibrio se rompió. No, ninguno de los cinco dominó a los demás, tampoco triunfó ninguna de las lenguas artificiales, antiguas y modernas. El sistema se rompió desde dentro, pues a las cinco lenguas les salieron dialectos, dejes y amaneramientos que ninguno de los políticos empresariales, que entonces reinaban, pudo detener.

Nacieron nuevas lenguas, y al pueblo dominado, le gustó.

–Su departamento se va a convertir en el centro neurálgico de las próximas operaciones de Ubicuix. Se les transferirá personal de alto nivel, espero que ustedes tengan suficiente población como para sustentar todo el trabajo que les va a llegar.

–Por supuesto, nuestras calles están superpobladas. Pero es personal de baja formación, dadas las características que el departamento ha tenido hasta ahora.

–No se preocupe por eso. La población evolucionará rápido si siguen las instrucciones.

–¡Si, señor!

–Génova debe caer, ustedes estarán listos en el plazo.

Con un sistema débil, brotaron millares de idiomas. De poca duración la mayoría, pues no tenían fuerza ni base hablante real. Y entonces, encontrando un hueco en el sistema, las lenguas originales resurgieron, se abrieron paso entre las grietas dialectales e hicieron brecha en el sistema pentalingüístico. De repente, los padres que enseñaban idiomas globalizados a sus hijos, recordaron sus expresiones maternas, los tertulianos volvieron a insultarse en todos los idiomas y los periodistas arremetieron contra el sistema estandarizado. El mundo científico lloraba por la red y se conformaba con su triunfo con la globalización de las medidas y el sistema internacional. Cayeron los lingüistas de cinco idiomas y renacieron los polifilólogos, que se revolcaron en los fluidos de sus predecesores para demostrar que tenían derecho a hacerse escuchar.

Se dio entonces el boom de los lenguajes, y con él nació la industria del habla. Millones de personas descubrieron un vivo interés por los idiomas. Éstos se empezaron a multiplicar por todo el mundo y la sociedad descansó.

La industria del habla prosperó entonces, encontrando en la población un filón nunca hollado por el consumismo. ¿Quiere usted su propia lengua? ¡Cómprela! ¡Hable usted como nadie ha hablado antes! La variedad de idiomas tenía tantas ventajas como ventajas tenían las lenguas únicas. La gente aprendió a aprender idiomas, mientras cada ciudadano hablaba su única y propia lengua sin entender la de los demás y sin que los demás entendieran la suya. Jamás hombre alguno tuvo tanta intimidad.

–Disculpe que le pregunte de nuevo, pero a los directivos nos preocupa el tiempo de aprendizaje y adaptación de nuestra nueva lengua.

–Ya le dije que no debe preocuparse por eso. ¿Tiene usted memoria externa?

–Claro, el modelo Delt-ar de bajo rendimiento que estandarizó Numeralia, es un sistema de aprendizaje. Da más prioridad al procesamiento y la deducción que al almacenaje de datos en sí.

–¿Está difundido en la población?

–Sí, todos los habitantes de Nizaret recibieron el modelo estándar a partir de los cinco años de edad. Cuando pasamos al control de Ubicuix se interrumpió la implantación, pero toda la población mayor de nueve años tiene su memoria funcional.

–¿Todos los individuos?

–Oficialmente, sí.

La población se encasilló, los idiomas dividieron la sociedad en comunidades tan pequeñas que todo gobierno político se extinguió. Nadie era capaz de dominar suficientes lenguas como para agrupar esas poblaciones. Nadie excepto los lingüistas industriales.

¿Pero cómo pudo darse este renacimiento de las lenguas? Tan extremo fue que muchas de ellas no solo volvieron a sus orígenes, algunas incluso retrocedieron, con palabras arcaicas y ya olvidadas, lenguajes florecidos en el jardín de la historia. El mundo se volvió más complejo, el concepto de idioma se revolucionó. La crisis de la lengua única había destruido varios idiomas, un auténtico holocausto de palabras, pero la nueva sociedad estaba ávida de lenguas.

Como no podía recuperarlas de la nada, los archivos se abrieron y algunas se recuperaron muy pronto, otras mucho más solitarias o que habían sufrido una auténtica purga bibliográfica, tuvieron un fin mucho más triste y murieron para siempre.

Sin embargo, el mundo tuvo que dar un agradecimiento al Instituto Mundial de la Lengua, que antes de la crisis se dedicó a dejar un registro oral y escrito de todos los idiomas del mundo a los que tuvo acceso.

–Su memoria Delt-ar es compatible con nuestra programación. Ustedes no aprenderán su nuevo idioma, lo grabarán en su mente. Los chips de idioma les llegarán mañana y deberán ser instalados en sus memorias externas.

–¿Habrá… habrá que programarlos?

–No, los introducirán en su dispositivo directamente. Usted y la dirección recibirán el idioma completo, el resto de población, según su rango, recibirá chips con el idioma reducido en mayor o menor grado. ¿Cree que habrá problemas con eso?

–La población ya tiene una distribución idiomática reducida, en eso Nizaret está excelentemente organizada.

Ya en pleno boom de los lenguajes, el público tomó al asalto los archivos y bebió de la fonética humana hasta saciarse, y la cada vez mayor competencia empresarial favoreció dicha expansión. Con la caída de los primeros gobiernos y la llegada de los relevos corporativos, empezó la transición que la sociedad había de sufrir para adaptarse al nuevo orden mundial. Aunque no fue un único factor determinante, la variedad de lenguas ayudó a los reyes económicos a dividir y repartirse el mundo, las lenguas se asociaron no solo a regiones y pueblos, se asociaron a empresas, institutos y centros, donde aquellos miembros de la sociedad que no optaron por aprender idiomas quedaron sometidos al asignado por su directivo o político.

El espionaje entre los bloques económicos impuso medidas de contraespionaje entre las que se encontraban los idiomas, empezándose a utilizar lenguajes, dialectos y expresiones dentro de cada grupo para evitar que los otros pudieran interpretarlos. Los lingüistas, aquella multitud que se había arrojado a aprender idiomas a costa de los archivos públicos y privados, se convirtieron en uno de los oficios más solicitados e indispensables para la nueva sociedad, para enseñar idiomas a los grupos y para espiar los idiomas de la competencia.

–¿Con qué departamentos compartiremos idioma?

–Con ninguno.

–¿Ningún vecino?

–No.

–¿Con quién nos podremos comunicar, entonces?

–Con nadie, su lengua será exclusiva para su uso. Nadie podrá comprenderles, nadie podrá sustraerles información, el espionaje será reducido al mínimo.

–¿Pero cómo nos comunicaremos con Ubicuix? ¿Con declofrano? ¿Con pentalenguajes?

–No, esos idiomas están excluidos de la directiva. Ustedes hablarán su nueva lengua.

–Pero habrá alguien que la entienda, ¿no?

–Si. Yo.

Y a este momento ha llegado el mundo, las lenguas clásicas han quedado en el pasado, el pueblo habla con lo que sabe hablar, con lo que puede, más con gestos que con sonidos, mientras que los trabajadores, los directivos, los políticos, hablan lenguas tan exclusivas que solo unos pocos pueden hablarlos, lenguas tan tergiversadas, tan modificadas para evitar su interpretación, que han perdido sus raíces más allá de las gargantas de los hablantes. Tantos son los idiomas, que se crea uno nuevo en cada grupo que se forma, y solo los lingüistas son capaces de moverse con soltura en la sociedad.

–Ha sido un placer visitarles. Seré su enlace a partir de ahora. ¿Ha asimilado bien el nuevo idioma?

–Nyioug.

–Claro que sí. Hasta pronto.

 

Foto: Pixabay

 


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Carles Savall Manzano

Bioquímico y genetista, aficionado a la fantasía y la ciencia ficción y escritor amateur en los ratos libres. Co-editor y redactor de la revista BQ-Club de divulgación científica (sección de entretenimientos). Colaborador voluntario en otras publicaciones y entusiasta participante de numerosos concursos literarios. Finalista en el III certamen literario RSC y primer premio en el concurso SEB 2017. Relatos publicados en el blog: latabernadelaurana.blogspot.com (bajo seudónimo) y, bueno, futuro escritor en mi mundo onírico particular.