Teoría Ómicron

Revista de ciencia ficción y fantasía

CRONISTAS ÓMICRON: Legio loquitur

En Cronistas Ómicron, Eduardo Honey nos comparte su relato “ Legio loquitur”

Eduardo Honey Escandón

Cuando Behemot habla, Legión calla.

—Pronto —susurra en un canto electromagnético la mole que no para de crecer.

Arth van Dory observa sus pantallas. Lleva varios minutos sin digitar algún comando o cambiar de perspectiva las gráficas distribuidas en los múltiples monitores.

            —¿Qué sucede? —inquiere Bety, su compañera en el escritorio del lado derecho.

            —¡No lo distraigas! —exclama con sorna Carmichael en la mesa que sigue remarcando cada palabra con golpecitos —. Arth, el Don Genialidad está rastreando a sus hackers fantasma. Sólo deja que el jefe llegue y vea que otra vez está perdiendo el tiempo. 

            —Bety, es muy extraño —comenta Arth sin dejar de observar lo que se despliega frente a él—. ¿Ves esta gráfica? Es la suma de computadoras, dispositivos, IoTs y otras cosas que corren en la iNteRneXT. Vigilo su comportamiento desde hace un mes cuando logró el mismo número de conexiones de un cerebro humano. Hoy se activó la alarma que puse cuando superó el número —le muestra otra gráfica a su compañera— de conexiones de todos los cerebros humanos en el planeta. 

            Bety gira hacia ella el monitor donde se despliegan las gráficas. Carmichael, extrañado, se levanta de su asiento, se acerca y observa lo que Arth señala.

            —Pero, —señala con duda Carmichael— pero es un crecimiento exponencial. Está por salir de escala.      

—Así es —confirma Bety—. Impresionante cómo se está acelerando. Su comportamiento pareciera irregular, aunque no es así. El exponente no es fijo, varía cada cierto intervalo armónico —señala varios puntos en la gráfica. Arth, pásame la liga de la fuente de datos.

            —¡Imposible! No hay tantos dispositivos creados o construidos por la humanidad —Carmichael saca su tablet y trata de correr varios comandos—, ni siquiera para que se disparara tu alarma. Me lleva, no responde mi tableta.

            —Pero estás viendo que no es así —responde Arth intentando mantenerse calmada—. Además, observa los enlaces primarios que conectan iNteRneXT: el tráfico no baja del 90%. He visto picos del 99%. Lleva así ya seis o siete horas.

            —Creo que ya sé qué está pasando —Beth regresa a su asiento y terminal—. Sobre los servidores físicos y virtuales corremos capas de dispositivos virtuales, ¿no? Es el servicio que damos, el dichoso “servicio en la nube”. Y sobre estas capas se pueden añadir otras más. ¡Todas virtuales! 

—Y siguen sumándose capas en las capas —continúa Arth, dentro de las capas y conectándose entre ellas. El procesamiento en nuestro grupo de servidores está al 95%. 

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            Carmichael corre a su asiento y empieza a digitar diversos comandos en su teclado. Para, observa su pantalla, digita más comandos, espera un poco y de súbito golpea la mesa.

—¡Diablos! —grita Carmichael—. No sé cómo le hicieron esos desgraciados: todos nuestros servidores virtuales están dentro de sus capas de virtualización. Malditos hackers, pueden hacer lo que sea con nuestros sistemas. Incluso apagarnos. Nos costará mucho dinero.

—No son ellos —Arth proyecta en la pantalla central de la sala—. Google, Amazon, Apple… a todos les pasa lo mismo que a nosotros. Normalmente, entre todos, ocupamos no más del 15 por ciento del procesamiento y comunicación mundial. Ahora, hay un más de un 95 por ciento por ciento. Lo que sea que se esté ejecutando corre en los servidores dentro de los búnkeres de esas grandes compañías como en los nuestros. 

—Sólo si rearrancamos los servidores físicos —comenta Carmichael—, quizás podamos retomar el control. 

—Tendríamos que reinstalar desde cero —completa Betty—. Son millones de aparatos, llevará meses. Y eso sin considerar que los hackers no lo vuelvan a hacer. Miren lo que encontré con tus datos, Arth.

Betty proyecta una imagen en la pantalla central. Es un rosetón en apariencia que vibra, luego se desdobla en imágenes parecidas, no idénticas, más pequeñas en el interior. Luego sucede pero hacia afuera.

—¡Es un fractal! —dice Carmichael—, ¡un estúpido fractal!

—Casi, pero no tiene límite externo. Cuando se desdobla hacia el interior, es dentro de las capas de virtualización en los servidores tal como dijimos. Sin embargo, lo hace también hacia el exterior.

—¿Cuál exterior?

—¡No lo sé! ¿Dónde o cómo puede procesar y crecer por fuera de los servidores?

—Pues empecemos a parar esto —Arth toma el teléfono que conecta la red interna para comunicarse con el director a cargo de los búnkeres. La línea está muerta.

El fractal en la pantalla sigue su crecimiento infinito, hacia dentro y hacia fuera. Se va la energía eléctrica, se activan los circuitos de emergencia. Una iluminación naranja-rojiza cae sobre los tres cuando las pantallas, allí y en el mundo, se tornan negras. Una frase, en multitud de lenguas y códigos aparece:

Soy / Somos / Serán / Seremos

Cuando Behemot muere y germina, Legión habla.

E infesta.

FOTO: Imagen de Gerd Altmann en Pixabay 

Eduardo Honey Escandón

(México, 1969). Ing. en sistemas. Participante desde los 90s en talleres literarios tanto en México como Venezuela bajo la guía de diversos escritores. Publica constantemente en plaquettes, revistas físicas como virtuales e internet. Primer lugar concursos de cuentos de Teresa Magazine como Nyctelios 6ª. ed. Mención de honor del jurado en el Concurso Internacional de Poesía 2020 de Casa del Faro, Quequén. Finalista en el XVIII Certamen Internacional de Microcuento Fantástico de miNatura. Ha sido incluido en diversas antologías como CyberTerror 002 (SpeedWagon), Y se hizo el caos: antología del cuento hispanoamericano sobre mundos distópicos (Editorial Machente), Antología de Viajes en el Tiempo (El Gato Descalzo), Antología de Cuentos de Terror (Plétora Editorial) entre otras. Coordina talleres de introducción a la escritura para la Tertulia de Ciencia Ficción de la Ciudad de México. Pertenece a la generación 2020-2021 de Soconusco Emergente. Prepara su primera novela.

Página personal: https://www.facebook.com/eohoneyewriter

Twitter: @eohoneye