Por Patricia Enderica.
Aquel 22 de abril de 2190, en Ciudad Esperanza; 220 años más tarde desde la instauración mundial del Día de la Tierra; tiene lugar un fenómeno que muy pocos son capaces de experimentar y agradecer… la materialización de un sueño. Y, a pesar de tuvieron que pasar 6 años para vivirlo, la emoción de Aaron, junto a la de 59 adolescentes más, sigue tan viva como cuando el deseo de aventura invadió sus corazones.
A finales del siglo XXII, la Unión de Naciones Latinoamericanas, convoca a un proyecto de exploración al hemisferio sur del planeta Titus. Exactamente 80 años después de que la Unión Europea y la Unión del Norte, enviara al Orión XI hacia el hemisferio norte de dicho planeta, y descubrieran que, en medio de ese suelo anaranjado y lleno de vegetación, las condiciones para la vida eran óptimas.
«It´s fantastic. There are life in Titus», fueron las palabras llenas de emoción de Roger Black, uno de los astronautas europeos a cargo de la misión, que hicieron llenar de esperanza a millones de terrícolas. Evidentemente, pese a todos los esfuerzos por preservar el medio ambiente y las especies, las condiciones de vida en la Tierra ya no eran las adecuadas. La temperatura subió dos y medio grados y el clima se había tornado impredecible. Las estaciones se desincronizaron con inviernos y veranos cortos, exponiendo a los seres vivos a temperaturas extremas. Esto ocasionó escasez de alimentos naturales, obligando a los investigadores a inventar comida artificial. De igual forma, la propagación de virus y bacterias no se hizo esperar; elevando así la tasa de mortalidad mundial. Todos estos hechos, que se veían venir desde el siglo XXI, fueron el impulso para que los científicos buscaran opciones en otras constelaciones.

«¡Quiero ser astronauta!». Fueron las palabras de Aaron Ceballos, el día en que su padre le regaló un Dream Catcher, réplica exacta de un transbordador espacial de la NASA. Y desde esa Navidad, el sueño fue creciendo hasta llevarlo a tomar la decisión de postularse para la Misión Antares.
Miles de jóvenes de toda Latinoamérica, depositaron sus ilusiones junto a las rigurosas pruebas de admisión a las que se sometieron. Hasta que un mes después, Aaron recibe el tan esperado resultado:
«Felicitaciones. Aaron Ceballos, postulante 34 500, ha sido escogido como aspirante a astronauta para formar parte de la Misión Espacial Antares».
Una vez en la Agencia Espacial Latinoamericana, Aaron conoce a Diara González, una bella muchacha con un pasado tan misterioso como peligroso. Y como resultado de esa nueva amistad, la vida de ambos se ve amenazada en varias ocasiones. A la par, conoce también a Iván Rosenthal, un joven competitivo e inteligente que proviene de un lugar bajo de la sociedad, con el cual se desarrolla una franca rivalidad.
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En el proceso de preparación para la selección final, donde solo 34 de los 60 aspirantes serán elegidos para la misión, Aaron descubre el secreto de Diara y la verdadera motivación de Iván. Esto hace que su lado humano y solidario, sea más fuerte que sus ganas de triunfo y reconocimiento personal.
Misión Antares es una nouvelle dirigida a lectores jóvenes, que hayan tenido o quisieran tener un acercamiento a la ciencia ficción. Ambientada en una Latinoamérica futurista que dejó atrás la ideología tercermundista para convertirse en una potencia; donde la proyección de avances tecnológicos y la decadencia ambiental, no son para nada apartadas de la realidad en relación a nuestra condición actual. Los personajes son verosímiles y demuestran una buena dosis de valor, fuerza y obstinación, típicos de su edad. No obstante, nos muestran también que los valores como la amistad, la solidaridad, el optimismo y la esperanza, todavía no han desaparecido, y serán la mejor prueba de que la humanidad todavía se merece una segunda oportunidad.
Misión Antares es un libro con un enfoque positivo, que motiva a mantener la esperanza de que es posible avanzar a un futuro tecnológico; al mismo tiempo que exhorta a cambiar nuestra forma de vivir el presente, en relación a la preservación del medio ambiente.
Foto: Libresa
Patricia Enderica

Nació en Quito, en 1981. Es doctora en medicina, máster en seguridad y salud ocupacional, amante de la lectura y escritora de literatura infantil y juvenil.
Su escritura se inclina por el abordaje de temas poco comunes, matizados con pequeños toques de realismo mágico. Su estilo exclusivo, breve y conciso, atrapa y envuelve desde la primera línea. Historias asombrosas y personajes inolvidables que se fijarán para siempre en la memoria del lector; llevándolo a considerar que su opinión sobre el mundo no seguirá siendo la misma.
Algunos de sus relatos breves forman parte de libros publicados en España. En Ecuador ha publicado Como dos gotas de agua (Libresa, 2015), por recomendación del Jurado del Concurso Julio C. Coba, Libresa 2015, La mano prohibida y otros cuentos (El Ángel Editor, 2016) y Vaca Nieves (Chacana Editorial, 2017).
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1 thought on “REPORTE ÓMICRON: Misión Antares o el futuro posible.”
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