Por Diego Maenza
La lectura como germen de sabiduría o como fuente de placer, como el paliativo para nuestros momentos de agobio pero al mismo tiempo como el detonante de la angustia en los aparentes instantes de placidez. La lectura como motivadora de emociones y como generadora de ideas, como el estímulo para despertar la capacidad de asombro que palpita en los lectores, agazapada pero latente. Algo de todo esto se conjuga en nosotros al frecuentar las páginas del libro de cuentos El rival de Dios de Walter G. Greulach.
Relatos profusos en historias envolventes, donde los encuentros con lo insólito se transforman en actos cotidianos. De esta forma vemos desfilar a personajes para nada olvidables: un suicida irredento, un rompedor de records que acepta el reto de transferir su psique, un afamado escritor que despierta encarnado en otro cuerpo, un agente de turismo espacial, una persona reencarnada que recuerda su pasado, una horda de seres intraterrestres que empiezan a ocupar altos cargos de poder, personas que fueron abducidas en la década de los sesenta y que retornan con una advertencia, correctores históricos con la tecnología de desplazarse en el tiempo, una viajera temporal que visita a su progenitor, un joven con sueños lúcidos en la búsqueda de sus padres bilógicos, una asamblea intergaláctica que define el destino de la autodestructiva raza humana, un planeta futuro habitado por dieciocho mil millones de mujeres y un solo hombre, y un anciano que habita en una caverna en el centro de la tierra.
Destaca el relato de los correctores históricos, nuevos profesionales de la historiografía quienes auspiciados por la ONU trabajan para reescribir los hechos del pasado en base a datos fidedignos verificados in situ gracias a los viajes en el tiempo. Es el relato menos psicológico y el más trabajado del conjunto, y a pesar de ser el más teórico, no peca de pedantería ni de desfases argumentales, virtud que se siente durante todo el libro.
Si bien las historias son atrapantes y desarrolladas con destreza, el lector atento advertirá que ciertos diálogos adolecen de forcejeos y liviandad. Por lo demás, los planteamientos ficcionales, matizados por detalles narrativos que otorgan a las historias complejidad y volumen, y una marcada insistencia en las descripciones de los ambientes, que son narradas con adecuado esmero (casi me atrevería a decir perfección), sostienen cualquier carencia.
Pese a descargar los argumentos con ciertos giros bruscos, Greulach no busca el golpe de efecto, sino que aclimata las historias hasta conducirnos a finales calmados y con una fuerte dosis de sentido humano.
Traspasados por la búsqueda de sus obsesiones temáticas, los cuentos de Greulach aprovechan la ductilidad ficcional de materias como la reencarnación y el suicidio, tanto desde un punto de vista teórico, identificado en los preceptos científicos, como en las especulaciones de las fábulas alienígenas.
Las historias, fantásticas en su estética, están atravesadas por un cuentagotas de la realidad política argentina y dichas estampas van encaminadas a fortalecer las tramas; de este modo, algún cuento estará salpicado por alusiones a la corrupción de los burócratas, otro imbricado en un sonado caso en torno a la muerte de un fiscal argentino, en otro como un detonante para el proceso del discurso narrativo al acudir a la historia de los niños desaparecidos durante la dictadura militar.
El único rival de los dioses, pareciera decirnos Greulach, es ese ser extraterreno llegado de alguna remota galaxia que hace millones de años modeló a los humanos intentado hacerlos a su imagen y semejanza, y que al acercarse a ellos, como los deidades de la mitología, comprende que ha errado en su proceder. O el único antagonista será acaso el humano creado por el demiurgo, que al sentirse lo suficientemente alto para contemplar las estrellas, en su papel de necio, se rebela al degenerar su naturaleza y pensarse como una divinidad pero actuar como un monstruo.
Walter G. Greulach en El rival de Dios explora con éxito y lucidez las posibilidades de la autodestrucción humana, tanto a nivel de especie como de individuo, y este es otro de sus grandes aciertos.
Fotos: Pixbay , El rival de Dios de Walter G. Gruelach
Diego Maenza
Escritor ecuatoriano. Nace en 1987. Ha publicado el libro de relatos Teoría de la inspiración, que incorpora ribetes distópicos (primer volumen de la denominada Trilogía del arte) y el poemario Bestiario americano, libro que condensa mitos urbanos y leyendas de todo el continente. Es autor de Caricreaturas donde hibrida cuento y poesía, y de la novela Estructura de la plegaria que aborda temas sensibles como la pederastia y el aborto. Durante 2017 dirigió la revista digital de literatura latinoamericana Libro de arena.
Web oficial: www.diegomaenza.com
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