Andrés Hermann
Para muchas personas, el internet constituye el resultado de la innovación tecnológica, sin considerar que gran parte de la responsabilidad de la existencia de estos “no lugares”, soportados por la tecnología, como son multiversos y metaversos, fueron ya imaginados en la tradición literaria, con géneros como la ciencia ficción y el ciberpunk.
En la novela “Snow crash” (1992) de Neal Stephenson, se pudo anticipar la creación de un universo paralelo, el mismo que funcionaba interconectado por redes y circuitos electrónicos, aquí el ser humano podía navegar entre la realidad concreta y el espacio intangible.
De esta forma, hoy desde las posibilidades que nos brinda el “Ómicron”, nos podemos acercar a dialogar al calor de la memoria del fuego y el misticismo sideral, con el poeta, catedrático y narrador colombiano Antonio Mora Vélez (1942), uno de los más representativos literatos latinoamericanos de los géneros de ciencia ficción.
Antonio, ¿en qué género ubicas a tu obra y cómo la describes?
La ubico en la ciencia-ficción con el criterio de que para mí una obra es de ciencia-ficción si propone una realidad diferente en La Tierra –la de ayer o la de hoy- o en otro mundo, originada o explicada por la acción de una o varias de las ciencias, naturales o humanas, o por una ciencia inventada por el escritor para justificarla literariamente; una realidad que revolucione la vida del hombre y su comprensión de la sociedad y de la naturaleza.
En uno de los versos de tu obra, versificas /Este juego de dios para soldar la materia/ /De qué está hecho el hombre/ ¿Qué nos quiere decir con esto Antonio?
Ese verso está en el poema titulado El divino Sphairos de Empédocles(Antes del Big Bang). Los quarks, como sabes, son los componentes de los protones y neutrones. Y en los comienzos del Big-Bang estuvieron sueltos, antes de fusionarse y originar las partículas del núcleo del átomo. Estaban, según dice el poema, bronceándose en alguna de las playas del “fuego de oriente”. Al unirse los quarks gracias a ese fuego (que es la energía del universo o Dios, según la creencia) sueldan la materia de que estamos hechos; es decir le dan origen a los protones y neutrones sin los cuales no hubiera existido el átomo, ni el mundo ni el hombre.
Podrías contarnos a los lectores de “Teoría Omicron” ¿cuáles han sido tus referentes literarios y no literarios que han influenciado tu obra?
La filosofía, a la que me aficioné casi que por necesidad, es el referente no literario. Y le cuento que casi por necesidad porque fue la manera de ganarme la vida que encontré mientras estudiaba mi carrera universitaria dictando clases de filosofía en un colegio de secundaria. Y la que me permitió pensionarme, años después, como docente de otra universidad. Gracias a ella pude encontrarme con los grandes enigmas de la ciencia-ficción y de los pensamientos que le sirven de referencia temática como, por ejemplo, la relatividad, el Big-Bang, la evolución etc. Los referentes literarios son los escritores que me descubrieron ese mundo fascinante de la ciencia-ficción, y también la historia de las ciencias bajo el estímulo de la filosofía. Entre esos escritores que me deslumbraron en mis años de estudiante le menciono a H.G. Wells, Julio Verne, Iván Efremov, los Hermanos Strugatsky, Ray Bradbury, Paul Anderson, Isaac Asimov, Arthur Clarke y Stanislav Lem.
Tele-transportándonos a tu libro “Poemas del cosmos”nos presentas la posibilidad de llevar a cabo viajes siderales, ¿Qué diferencia encuentras entre navegar en el cosmos desde la prosa y por otro lado la poesía?
Interesante pregunta. Tengo que decirle que yo llego a la poesía leyendo divulgación científica y en especial a autores como Timothy Ferris, quien utiliza metáforas para describir algunos fenómenos y cuerpos del universo. Por ejemplo decir que “El espacio en la relatividad es como un continuo, lo que significa que es suave como la seda y no granuloso como una playa”. Leyéndolo descubrí que se puede utilizar un lenguaje ambivalente, científico pero con connotaciones poéticas, para escribir poesía con las realidades de las ciencias. Y decir entonces del neutrino: “Nauta silente que atraviesas pétalos y rocas” o decirle a Júpiter “Sol arrepentido, inmenso dragón acobardado”, a Titán “anaquel anaranjado que guardas las hojas del pasado” y al electrón “Emisario diminuto del designio que reinas en el mundo de las realidades inciertas”. Y este logro me hizo posible viajar más lejos y con menos palabras por las inmensidades cósmicas, darle más rienda a la fantasía y sujetarme menos al rigor al que está obligado el narrador de ciencia-ficción. Además, con la poesía es mucho más fácil describir las bellezas de un vuelo interplanetario que con la prosa.
Como dicen tus versos, Antonio, ¿crees que los dioses te eligieron capitán de esa saliente estación de la esperanza?
Ese verso está en el poema que le dedico a Neil Armstrong y que es parte de los poemas que yo llamo antrópicos porque están dedicados a homenajear a personalidades que tuvieron que ver con la conquista del espacio o con los descubrimientos de las ciencias. Y Armstrong fue uno de esos capitanes de la esperanza en llegar a dominar las distancias siderales para alcanzar la nueva morada del Hombre. En lo que a mí respecta cada vez más siento que en los genes de todos nosotros los escritores de ciencia-ficción hay grabado un mensaje que debemos transmitir a todos nuestros semejantes y es el de cuidar el ambiente de La Tierra antes de que sea demasiado tarde y no podamos seguir viviendo en ella, y el de preparar a la humanidad para el viaje a otro planeta, que será necesario en algún momento que creemos cerca y del cual dependerá el futuro de la raza humana. ¿Quién es el autor del mensaje? Suponemos que una inteligencia superior cuya naturaleza desconocemos y no alcanzamos a imaginar sino mediante la poesía.
Para finalizar y dar un salto de la realidad sucedida en el metaverso y el ómicron a la realidad concreta, Antonio nos puede decir ¿cuál ha sido tu aporte en su poesía latinoamericana, la promoción del género de ciencia ficción, crítica al monoteísmo, búsqueda del misticismo o la comprensión de la cosmología?
La verdad, no tengo ninguna intención de refutar, comprobar o defender alguna posición filosófica o religiosa en mis poemas. Ellos nacen de una lectura, de una inquietud intelectual, de la curiosidad por saber algo más acerca de algún tema, pero no pretenden la crítica de sistemas o la búsqueda de nuevos modos de encarar la realidad por fuera de las ciencias. Mi intención ha sido la de poetizar con las ciencias, los mitos, la naturaleza, la historia oculta. Que de mis poemas se desprendan ideas que puedan ser válidas para la cosmología científica es natural, así ha sido siempre desde que la ciencia-ficción existe. Igual que de varios de ellos surjan validaciones de lo místico o referencias a los dioses de la antigüedad y al verdadero, como lo digo en el poema Apocalipsis V: “Bajó por la escalinatas/ y caminó por entre los ángeles custodios/ Su rostro brillaba como el sol/ y sus pies eran de metal acrisolado/ Al llegar frente a los intérpretes/ les dijo/ Yo soy el dios de los profetas/ Pero mi Dios, el verdadero/ No tiene nombre, ni rostro/ Es Él/ Y llena todo el espacio con su gloria”. O explicaciones panteístas del mismo, como lo afirmo al final de mi poema El gran Arquitecto(“Somos nosotros quienes estamos/ en tu seno/ navegando como ideas/ en tu océano de amor”. O la explicación tradicional del creacionismo como lo dejo ver en el poema El Gran Juegode mi libro El fuego de los diosescuando sostengo que somos un juego que alguien juega en las afueras del tiempo. Pero, como lo puedes ver, no me caso con ninguna tesis, posición filosófica, religiosa o científica, las utilizo todas y les busco las posibilidades poéticas que hay en ellas para escribir mis poemas. Y no invento dogmas, no digo que las cosas debieron haber sido así como lo muestra el poema sino que pudieron haber sido así.
Los jinetes del recuerdo aún perciben
Los sonidos de la furia
Y el olor embriagante
De los naranjales en flor
Fotos: Antonio Mora Vélez
Andrés Hermann

Quito, Ecuador (1983) Poeta, ensayista y catedrático universitario. En poesía ha publicado el libro “De la levedad” (El Ángel Editor, 2016) y “Epifanías gozosas” (Andesground, Santiago de Chile, 2018). Crítica de su obra aparece en revistas nacionales e internacionales como “Circulo de poesía” (México), “Mundo libros” (Argentina), “Amazon” (Ecuador) y “Otro paramo” (Colombia). Es parte de la antología poética mundial, “Poetas del siglo XXI”. Ha sido invitado a varios festivales de poesía dentro y fuera de su país.
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