Daniel Verón
La siguiente misión llevó a la Patrulla del Tiempo a un lugar situado en otro Supercúmulo de Galaxias: el de Cefeo, a más de 100 millones de años-luz del Grupo Local en una época que podría identificarse con el pasado reciente del Universo Local, algo así como 1.000 millones de años en el pasado. Según notó Garyker desde un principio, un observador desprevenido habría confundido perfectamente aquella zona como un lugar más de la Vía Láctea en el tiempo presente.
La cantidad de supernovas era más bien escasa lo mismo que lo de atractores. Se trataba de galaxias espirales relativamente uniformes con una abundante población de estrellas y numerosos sistemas planetarios. De acuerdo a las observaciones de Solrak, muchos de ellos poseían seres vivientes de importancia, tanto del Modelo Humano como de otros, y las civilizaciones estaban bastante desarrolladas. Se diría que era un lugar “adelantado” a su tiempo dentro del Universo Local.
El motivo de su presencia aquí era justamente para investigar casos de esta naturaleza que ya otros creyeron observar: si en el Universo los sistemas estables que permitían el surgimiento de civilizaciones eran coetáneos entre sí o si en algunas regiones del Universo Local tales sistemas surgieron antes y, en tal caso, por qué. Desde luego, para algunos cosmólogos todo se trataba de cómo estuviese repartida la materia en el Universo primigenio. No obstante, los exploradores del tiempo no estaban tan seguros de eso y sospechaban que había otras causas.
Al igual que las primeras flotas que surcaron el espacio interestelar, los exploradores del tiempo tenían la plena seguridad de ser los primeros en recorrer el espacio que correspondía a estas Edades del pasado. Así es; no había ninguna raza conocida que dominara los viajes interestelares tan atrás en el tiempo.
Sin embargo, enorme es la sorpresa de Garyker cuando interceptan claramente una señal de origen humano. Al parecer, es algo así como una llamada de auxilio pero, ¿de dónde puede provenir algo así? Con el empleo de su mejor tecnología logran descifrar el mensaje y aún Varonn es alertado por radio.
Delante suyo no tienen ninguna nave espacial extraña, ni tampoco en miles y miles de parsecs a la redonda; de hecho, ellos son los únicos que atraviesan esta Galaxia; nadie más lo está haciendo. ¿Entonces? Los instrumentos de a bordo son inequívocos: todo parece señalar que se trata de alguna clase de vehículo procedente de otra Edad, al igual que ellos mismos. Unos minutos después intentan comunicarse con quien emite la señal y entonces Garyker puede escuchar claramente una voz de su propia lengua que le dice:
-Capitán Nagel, solicito permiso para subir a bordo.
Tras cierta vacilación, Varonn finalmente autoriza la petición. A partir de entonces, en la sala de transportación todo se prepara para recibir aquella inesperada visita. Instantes después aparecen unos rayos sobre la plataforma y, acto seguido, se materializa antes sus ojos un ser humano, un hombre joven, vestido con alguna clase de uniforme:
-Comandante Garyker –se presenta– Bienvenido a bordo del Crucero Dorado.
El visitante avanzó unos pasos y sólo dijo:
-Gracias.
Pareciendo que Nagel quería salir de allí, Garyker lo toma del hombro como atajándolo e inquiere:
-Capitán Nagel, necesitamos saber qué es lo que hace usted por aquí y si hay algo en que podamos serle útiles.
-Comandante, estoy muy cansado, después hablaremos. ¿Tiene alguna habitación para mí?
-Me parece que usted no ha entendido. El Crucero Dorado es una nave que forma parte de la Patrulla del Tiempo. Necesitamos saber con quién hablamos o a quién recibimos a bordo.
Sin embargo, inesperadamente, Nagel sale corriendo por uno de los pasillos al mismo tiempo que grita:
-¡No lo hagan! ¡No lo hagan! ¡No es así como deben hacerlo! ¿Me oyeron?
De inmediato, Garyker llamó a los guardias dando comienzo a una persecución por sucesivos pasillos hasta que, luego de unos minutos, consiguen atraparlo. El intruso es llevado a una pequeña sala donde los guardias lo sujetan y luego lo dejan, pero quedándose atrás de él. Visiblemente alterado, Garyker se acerca con cara de pocos amigos.
-¿Qué es lo que está haciendo? ¿Quién es usted?
-Ya se lo dije. Me llamo Nagel.
-Usted dijo que era capitán; ¿de qué?
Con gesto de resignación, el intruso responde:
-Yo soy capitán de la Flota del Tiempo.
-Pero no hemos visto ninguna nave, sólo a usted.
-Nosotros sólo usamos naves para los viajes espaciales. Cuando viajamos en el tiempo simplemente nos transportamos de una Edad a otra. Pero hay muchos otros que están conmigo.
Y diciendo esto, nuevamente empezó a los gritos intentando correr en alguna dirección. Sus palabras son casi siempre las mismas: “¡Ya basta! ¡No hagan esto! ¡No es así!”.
Tras un forcejeo, Nagel es reducido y llevado a un cubículo que hará las veces de prisión.
-¡Usted no está diciendo la verdad! Empiece ya –dice Garyker– Usted no se llama Nagel, ¿no es así?
-Sí, ese es mi verdadero nombre –admite– Pero todos me llaman El Perseguido.
-¿El Perseguido? ¿De qué?
-No lo creería pero, bueno, lo intentaré. Comandante, usted sabe que en este Supercúmulo no existen todavía civilizaciones desarrolladas, ¿verdad? Al igual que ustedes, me adentré a esta región pero hacia el futuro, muy lejos, demasiado, hasta que los instrumentos no marcaron nada. Allí vi cosas… algo difícil de explicar, algo tremendo. –Y al decir esto, Nagel sudaba como descompuesto.
-¿Qué clase de cosas?
-Algo terrible para el ser humano. Ahí, muy pero muy lejos en el futuro, existen ciertos seres, como demonios, que intentan destruir todo lo que sea inteligencia para apoderarse del Universo. Si desaparecemos nosotros u otras razas inteligentes, el Cosmos entero quedará para ellos y todo cambiará.
Garyker meditó unos momentos en silencio e intercambió una mirada con Solrak. Este parecía darle cierto crédito, así que el comandante interrogó:
-Aún no me ha dicho por qué dice usted que lo llaman El Perseguido.
-Comandante, ellos me siguen y me siguen, tratan de destruirme; yo soy quien le está advirtiendo a muchos como ustedes del peligro que hay allá –dijo señalando un punto impreciso en el infinito.
Pero la conversación no pudo continuar. Nuevamente, Nagel salió disparado y empujándolos, huyó una vez más por los pasillos de la nave, gritando las mismas palabras: “¡No lo hagan! ¡Eso que están por hacer no lo hagan!”
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Garyker deja a los guardias la tarea de atraparle en tanto él regresa al puente de mando con Solrak. Ambos tienen el mismo interrogante así que dialogaron por largo tiempo al respecto. Solrak le recuerda al comandante que, según el Supremo Mistor, las investigaciones más recientes sobre el futuro remoto indicaban que en algunos lugares existían cierta clase de criaturas inclasificables. De hecho, ellos mismos habían observado cuán extraño era todo cuanto más lejos se remontaba en el futuro. Sin embargo, aún no estaban claras muchas cosas y así lo comentó Garyker.
-Esto podría ser factible, es cierto, ¿pero cómo lo persiguen? ¿De qué manera, si nuestros instrumentos no registran nada? Y, sobre todas las cosa, ¿qué es lo que grita? ¿A quién? ¿Por qué?
Nagel finalmente es atrapado, encerrado en un lugar seguro y custodiado por dos guardias. En el tiempo de descanso, por unas horas, regresa la calma a bordo del Crucero Dorado. Sin embargo, cuando la actividad vuelve, los guardias descubren con estupor que Nagel ha escapado. Comienza entonces una búsqueda frenética por toda la nave y aún en otras que componen la flota. El lugar donde aparece es el más impensado de todos: el camarote del mismo Garyker.
-¿Qué es lo que hace aquí? ¿No sabe que tengo poder para deportarlo adonde sea? –murmura el comandante.
-Hay otros como yo que me rescatarían –dijo en actitud desafiante.
-Bien, si ha venido a hablar, hágalo.
-Usted no me entiende comandante, ¿no es cierto? Se lo diré claramente: estoy arriesgando mi vida para advertirles del peligro que corren. Antes lo hice con muchos otros y seguiré haciéndolo mientras pueda.
-Yo entiendo perfectamente lo que usted dice y ya lo investigaremos, pero esa no es forma de actuar cuando se está de visita.
-No diría eso si hubiera pasado los últimos siglos viajando por el tiempo para advertirles de esta amenaza, los demonios que yo he visto.
-¿Cuántos años tiene usted?
-Muchos. Mi organismo fue cambiando al ir al futuro.
-¿Puede explicarme entonces a quién le grita?
-Yo les estoy advirtiendo a otros de lo que deben hacer.
-¿A quiénes? Aquí sólo estamos nosotros.
-Qué equivocado está: Como muchos otros lugares a donde he ido, esta es una escena que en cierta Edad muchos leerán tomándola por una ficción. A ellos les hablo. A los que leen esto para que no investiguen en el tiempo. En uno de los extremos de la flecha del tiempo hay algo que no deben conocer; sólo de ese modo pasarán desapercibidos y los demonios no vendrán. ¿No lo entiende? Les tengo que gritar para que me presten atención. Así es como le hablo a más personas de los que tengo delante.
Garyker lo miró fijamente en silencio por largo tiempo.
-Usted no me cree –murmuró Nagel– Pero esta escena quedará inmortalizada en papel y de otras formas también y al llegar el momento, la gente entenderá a qué me refiero cuando les digo que no hagan lo que están por hacer.
¿Y qué es lo que eso cambiará?
-Cambiará toda la línea de acontecimientos que han permitido que esos seres nos conozcan y sean un peligro para la humanidad.
A continuación, Nagel salió nuevamente disparado, abrió la puerta y comenzó a correr de nuevo por los pasillos gritando: “¡No! ¡No! ¡Eso no! ¡No vayas ahí! ¡No hagas eso!”.
Garyker llamó nuevamente a los guardias y Nagel es recapturado. Sin embargo, en esos momentos, cuando pasan por el puente de mando para llevarlo a la celda, se produce un ruido tremendo, parecido a un rugido y una masa informe, negra como el azabache, se materializa delante de ellos. Nagel grita abriendo mucho los ojos en tanto los demás miran, paralizados.
La cosa negra avanza lentamente hacia El Perseguido mientras éste sigue gritando de terror y comienza a absorber su cuerpo en una escena terrible. Ante su vista, el cuerpo de Nagel va desapareciendo literalmente absorbido por una cosa inidentificable. Cuando algunos intentan reaccionar, el cuerpo ha desaparecido por completo y se escucha otro ruido fuerte, como un estampido, tras lo cual la masa negra desaparece por completo.
En el puente todos tratan de captar alguna señal, sin éxito. Finalmente, Solrak confirmó lo que parecía evidente:
-Comandante, ambos entes han desaparecido sin dejar ningún rastro.
Un silencio interminable reinó en aquel lugar.
El tiempo pasó y el Crucero Dorado continuó atravesando aquella galaxia, siempre en la misma Edad: hace 1.000 millones de años. Todos los oficiales se encuentran en el puente realizando las investigaciones que los han llevado hasta allí, En ese momento, el operador de comunicaciones les advierte sobre una extraña señal que está recibiendo. Es muy similar a la que han captado al principio.
Todos se miran unos a otros extrañados. Garyker pide que traten de descifrar el mensaje. Poco después, el operador les confirma los que muchos sospechaban:
-Comandante, es algo así como una señal de auxilio. Y pide permiso para subir a bordo. Es igual que lo otra vez, señor.
Garyker se pone de pie mientras dialoga con Solrak. Luego de intercambiar unas palabras, el comandante toma una decisión.
-Señor Solrak, esta vez no le haremos caso.
Su interlocutor no puede evitar un gesto de sorpresa, ante lo cual Garyker añade con voz firme:
-Piénselo. ¿Recuerda usted las palabras que Nagel, o El Perseguido, repetía constantemente?
-Lo recuerdo muy bien, comandante.
-El mismo dijo que era un mensaje para el futuro. No estoy seguro frente a qué estamos pero le haremos caso. El repetía “No lo hagan”, pues bien, nosotros no haremos esto.
Aún con ciertas dudas, la orden fue obedecida y la señal se repitió muchas veces hasta que, finalmente, desapareció. En ese momento se produjo una extraña explosión en el vacío cósmico que hizo temblar la nave por unos segundos.
-Evidentemente se trataba de Nagel; no hay ninguna duda –dijo Solrak.
-Sí, pero hay algo más. El Perseguido dijo que él le hablaba a personas que leerían esto como si fuese una ficción en algún lugar del futuro. Sean quienes sean, nosotros les hemos demostrado que no somos personajes de una historieta o algo así. Somos gente de carne y hueso, con un alma, a los que la Federación ha designado para explorar los laberintos del tiempo. Y así lo haremos.
-Comandante –añadió Solrak– creo que a este sector del Universo ya no volverá el peligro del cual habló El Perseguido.
-Está libre para nosotros, pero él murió en el intento. –Y volviéndose hacia los oficiales del puente finalizó– Sigamos adelante.
El Crucero Dorado siguió entonces internándose entre las estrellas.
FOTO: PIXABAY
Daniel Verón

Argentino. Tengo 62 años, recibido en filosofía en la uba, soy profesor de teología, doy charlas sobre ciencia ficción y expongo mi libro que es una novela de casi 300 págs. de ciencia ficción. Lo expongo en ferias del libro por todo el país.
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