Marco Yánez
Abrí mis ojos para saber qué horas de la mañana era: aproximadamente las diez de la mañana. El sol entraba por la rejilla de mi habitación iluminando gozosamente los pocos objetos que había en ella. Lo que más iluminaba era la mesilla de noche, donde se encontraba una biblia, una pipa y mi retrato que lo había enmarcado y lo había tomado hace casi 40 años. Era una imagen de un joven robusto, serio, con un aire de prestancia y orgullo. Ahora me había convertido en un decrépito anciano que se había corroído con el tiempo. Pensaba con tristeza como el mal tiempo había dejado mella en mi persona. La luz en la mesilla me daba una sensación de vaga melancolía, entonces los recuerdos de mi juventud empezaron a brotar: las risas vanas, los jugueteos en el parque con mis hijos todos ellos aparecían y se esfumaban febrilmente en mi mente. Las noches en vela construyendo proyectos que jamás se cumplieron. Entonces la boca del estómago me empezó a doler y mi conciencia regresó a la estancia en donde me encontraba. A pesar de que la luz del sol aún iluminaba alegremente la habitación todo se tornaba de un color gris podrido, un gris sucio y maloliente los objetos se escurrían en si mismos, como gotas ponzoñosas se derretían hasta esfumarse en la inconsciencia. Entonces la angustia me poseía y el miedo a perder el control me enloquecía, me paralizaba pensar que permanecería en ese estado para siempre, que mi pasado, mi identidad se perpetuarían solo a ese momento de eterna angustia, la angustia de los condenados que asciende perpetuamente como una llama inextinguible. Me movía de forma desesperada por la habitación tratando de contener mis gritos porque sabría que nadie acudiría en mi auxilio. Quería escapar, no sé a dónde, pero quería alejarme de esas sensaciones de ese peligro inminente que me perseguía.
-Oye Pepo, que usted ha fiado a la vecina un litro de leche y una bolsa de pan. Que usted es un poco hombre, si un maricón. No tiene que fiarse de esos negros dicen que roban, la plena, cuando todo está oscuro sacan el cuchillo y plaff…. así dicen. Pero vea usted no crea en eso. El Cristóbal lo quiere, aunque haya conquistado América dicen que lo quiere vea hasta beso su frente no se acuerda o usted es maricón.
Apreté los ojos para ver si la escena desaparecía, los apreté con furia y unas gotitas de lágrimas de deslizaron por mis mejillas, por el temor, por la rabia. Mi corazón se aquietaba y la brisa acariciaba mi rostro desde la ventana. Los abrí lentamente y ahí estaba todo de nuevo en su lugar. La tempestad había finalmente apaciguado. Me sentía dichoso. Me sentía amado….
-Oiga Pepo acérquese a pagar no sea un mala fe. Ya está tarde ñañito hay que cerrar el local porque si no, esos negros se entran. Mami ya vine dice, pero aún no llega. Por eso el Cristóbal dice que usted es un maricón, maricón, Maricón, MARICÓN.
Quizás te interese
-
CRONISTAS ÓMICRON: Prana
Isabel Santos nos trae, en forma exclusiva, su inquietante relato «Prana»
-
CRONISTAS ÓMICRON: Accidente de ruta
Carlos Federici nos trae su relato «Accidente de ruta».
-
CRONISTAS ÓMICRON: A119
José Luis Díaz nos trae su relato «A119»
Todos los objetos estaban en posición perfecta, sentí un alivio inmenso, solo la pipa parecía haberse movido unos centímetros y dudé…Me acerqué y en efecto se había movido, empecé a sudar del miedo. Temblando acomodé y suspiré… espero haberle dejado en su lugar. Sin embargo, la duda me seguía. ¿Y si aún no estaba en su lugar? ¿Qué pasaría con mi identidad, con mi mundo, con mis recuerdos? Todo se vendría al carajo. Bueno no pasa nada me dije sin poder dejar de mirar la colocación de la pipa. Me levanté luego regresé a mi asiento sin dejar de mirar la maldita pipa. La luz del sol se iba lentamente de mi ventana y las sombras tranquilas de los objetos empezaban a acomodarse cada una en su lugar y mis ojos sobre la pipa y su colocación, la colocación y la pipa. Sentí el ligero derrame de mi ojo izquierdo por el esfuerzo que había hecho al mirar fijamente en la oscuridad. Pero no estaba convencido la pipa no estaba en su posición ¡maldita sea!
Me acerqué otra vez hacía la mesilla de noche para ver la colocación de la pipa, no quería arriesgarme a moverla, porque quizás la desacomodaría más. Me acerqué para mirarla más de cerca y en efecto estaba un cuarto de milímetro fuera de su lugar. Mi corazón palpitó con furia.
Entonces me propuse a acomodarla, a ponerla en su perfecto lugar. Con mis manos temblorosas sujeté la pipa tratando de mantener el equilibrio entre mis dedos, evitando que se resbalara, sentí el sudor en mis poros, en mis uñas. La pipa tambaleaba a la izquierda, a la derecha y yo sosteniéndola con fuerza. Tratando de medrar el temblor en mis dedos y la pipa que resbalaba, que iba a caer y el mundo, mi mundo se destrozaría. Lo sostuve con habilidad hasta que le coloqué en su “debido lugar” y la tortura finalmente terminó….
Miré dichoso mi logro con las dos manos en la cintura y una sonrisa amplia propia de los gladiadores. Y mire y mire… y finalmente me pregunté ¿Será que está en su posición?
-Oye Pepo cuénteme del padrecito que le bautizó esa si es historiaza la plena. Cuénteme…..
Finalmente dejé las preocupaciones para más tarde y me acosté rendido sobre mi catre, sentía como los huesos de la columna se iban alineando y me producía una sensación de placer. Mis párpados tan pesados como el plomo me indicaban que la batalla había terminado, ya los pensamientos de mono se iban escabullendo a hurtadillas y la oniria abrazaba mi conciencia. Mientras sentía que mi catre me acariciaba, me acariciaba la espalda y sus dedos finos se hundían en mi sistema nervioso, mis músculos mis tejidos, mis venas y su perfume dulce entraba por las aletas de mi nariz, su perfume similar a un narciso solitario en medio del lago. Mi sonrisa se dibuja al sentir sus dedos flacos en mi espalda. Debía corresponderla, debía demostrarle mi amor, mi amor silencioso, debía decirle que me había enamorado de su cuerpo cuando lo vi aquel diciembre 22 del año 2000 debía confesarle mi amor. Mientras me tocaba, mi corazón se aceleraba y yo quería besarla y yo quería amarla. Me di la vuelta para corresponder su amor, abrí mis labios para besarla, para hundir mi lengua, para hundir mi miembro en sus valles una y otra vez.
-Pepo chisss chisss Pepo oye majadero ya ponte el pantalón y sírveme una tacita de leche deja esas cosas para más tarde no sabes que diosito todo lo ve…
Satisfecho por la cópula con mi amada abrí los ojos y el sol una vez más aparecía en mi ventana. Y ahí estaba ella tan tierna, exhausta por la larga noche, dormía como una princesa. Y yo quería tenderla para compensarla por su amor quería acomodar sus cojines y acariciar sus patas. Pero antes mire a la mesilla para ver si todo estaba en su lugar y bueno nada se había movido eso me lleno de dicha. Pero seguía pensando maldita pipa no está en su lugar. Luego acaricié mi amado catre y le dije todo está bien mi amor.
-Looolaa Looolaa ábreme la puerta ya todos se fueron a dormir que te parece si hacemos el amor, si me abres las piernas. Nooo que dirá el padrecito Narciso yo soy una mujer muy católica. Looolaa se buena abre me la puerta no vez que el Pepo se durmió…
Recomendaciones
-
MÁS ALLÁ DEL ANTROPCENO
Autor: Rodrigo Torres Quezada ÓMICRON BOOKS Libro digital – Fantasía Formato: ePub y PDF Este libro se puede visualizar en dispositivos iPad, iPhone, Tablets, celulares, PC y Mac
-
LEYENDAS DE ALQUILER
Autor: Pedro Pablo Picazo ÓMICRON BOOKS Libro digital – Ciencia Ficción Formato: ePub y PDF Este libro se puede visualizar en dispositivos iPad, iPhone, Tablets, celulares, PC y Mac
-
POPAPOCALIPSIS
Autor: Lautaro Vincon ÓMICRON BOOKS Libro digital – Ciencia Ficción Formato: ePub y PDF Este libro se puede visualizar en dispositivos iPad, iPhone, Tablets, celulares, PC y Mac
El sol sobre mi mesilla me indicaba que un día más acababa de transcurrir. Ese día desayune dos tostadas con un poco de mermelada, un vasito de leche y dos huevos a medio cocer. Me sentó fabuloso, sentía que mi cuerpo quería bailar no sé qué. Mis manos agitadas empezaron a tocar todos los objetos de mi habitación la biblia, la pipa, la almohada… mis manos detuvieron en mi catre y lo vi con, ternura. Pero esta vez pase de largo. Un universo desconocido se abría ante mi y lo palpaba y palpaba. Sentía mis ojos como dos orbitas de mantequilla, mis labios dos mordazas de pan, mis mejillas dos pedazos de queso. Y así me quedé hora tras hora dibujando mi rostro con mis dedos de avena.
-Peeepo Peeepo ya lo sabemos todo. Ya sabemos lo de tu romance con ese catre pero te vamos acusar con el regente y te van a votar de la institución por tu amor animal, insano, Viste Pepo te dije que todo iba a salir mal lero, lero…..
Estaba furioso con esas malditas voces sabían lo mío y lo del catre. Maldición me descubrieron. Me subí sobre mi amado catre y comenzamos a copular, extasiados los dos, nos movíamos como las olas del mar, el sudor se exacerbaba por mi frente y la respiración entrecortada se mecía en sus oídos y yo la amaba y ella a mí. Seguíamos ambos aventureros dando nuestro mayor gozo, nuestro mayor amor. Un chorro de sangre se dispersó por el catre y yo sentía mis palpitaciones más enfurecidas, las manos me temblaban, la vista se nubló. Mi corazón latía con fuerza abrumadora, las imágenes de mi vida pasaron por mi mente y finalmente todo Terminó…
-Oye Pepo si supiste. Explotaste sobre ese maldito catre tus órganos embarrados en las paredes tus sesos en el piso. Todo Pepo todo…
FOTO: Pixabay
Marco Yánez
Nací en la ciudad de Quito el 21 de abril de 1983. Soy Psicólogo de profesión, he profundizado mucho en la neuropsicología, como rara cosa mis estudios científicos me llevaron al estudio de la mente a través de la literatura y eso es lo que hecho hasta este momento que perdí la cordura…
Más historias
CRONISTAS ÓMICRON: Plan perfecto
CRONISTAS ÓMICRON: Cómo el último verano (El drama apocalíptico de una Tierra alternativa)
CRONISTAS ÓMICRON: Visiones en conjunto
CRONISTAS ÓMICRON: Un día más en el paraíso
CRONISTAS ÓMICRON: Mi mejor amigo
CRONISTAS ÓMICRON: Criba temporal