Por Dante Vázquez
Corría nervioso. El miedo huele a sangre. Los arboles del Bosque Everdeen murmuraban. El enojo huele a carne. La noche tiritaba. La alegría huele a río. El viento lloraba. El amor huele a durazno. Estaba huyendo, ¿de qué? El crujir de las hojas y las ramas secas erizaba la piel del silencio. Tropezó una, dos, tres veces antes de quedar tumbado con la cara embarrada en el suelo mojado. Respiraba agitado. Apretó el pasto y, llenándose la boca de lodo, gritó. En su cabeza permanecía la imagen de lo que minutos atrás había presenciado.
En Villa Muerte rumoreaba la gente que llegó hace siete días y que su presencia traería una calamidad. Sólo dos personas lo habían visto. Una de ellos: Drayden, un joven viajero. Y la otra: León, un viejo cazador. El primero lo buscaba por una promesa; el segundo, por una recompensa.
El día que Drayden cumplió diecinueve años fue cuando lo conoció; León lo perseguía desde hace tres meses. Drayden estaba herido, se había enfrentado a unos bandidos. Tenía su negro cabello pegado a la cara por el sudor. Le castañeaban los dientes. Su piel apiñonada era casi transparente y sus labios morados. Le costaba trabajo respirar y escupía saliva escarlata. No pensaba, lloraba y susurraba: “Más allá de la negrura de la muerte están los colores de tu luz. Protégeme”. Soportarse fue imposible y cerró sus ojos. Lo despertó el murmullo del agua y un suave hálito. Drayden sorprendido y reconfortado lo acarició y le dijo: “En algún momento, pase lo que pase, te salvaré”. Un corazón agradecido es un tesoro con el que se paga una vida.
León azotó su tarro de cerveza y altanero ordenó otra. Todos en la taberna lo miraban atemorizados. Su fama no se debía a obra de la suerte, lo confirmaba la cicatriz que le adornaba la cara y el parche en el ojo derecho, además de su metálica mano izquierda. Vasta era su experiencia cazando bestias y creaturas a las que ningún humano normal desafiaría. La primera vez que se enfrentaron, León perdió su caballo y su mano. Decían que no había más de su especie. Lo encontró comiendo un fruto suave y amarillento. Estaba distraído. Una flecha le desgarró la pierna. Cojeaba. León lo persiguió hasta que quedaron frente a frente. La mano de León salió volando al momento de que caía su caballo. Sobrevivió gracias a que Villa Olvido estaba cerca. Un cuerpo lastimado siempre busca un premio.
Drayden oyó decir a León el motivo por el cual estaba en Villa Muerte. No fue la casualidad la que los juntó, sino el anhelo de obtener tranquilidad. Drayden miró a los ojos a León, antes de sentarse frente a él.
—No dejaré que lo hagas —sentenció Drayden con voz gruesa y turbada—. Le debo que esté aquí. Puedes estar seguro de que permaneceré leal a mi palabra.
León tamborileo los dedos de su mano de metal en la mesa y con la otra colocó una daga, con el mango de oro, frente a ellos.
—Mira enclenque e imberbe joven pisa pasto, ni tú ni nadie podrá impedir mi gloria —amenazó León—. Déjate de fantasías infantiles y acepta la realidad —continuó León jugando con la daga—. Todo está destinado a ser presa de quien desea la eternidad. Quien mucho sueña poco protege.
León se terminó su cerveza y salió bufando de la taberna. Drayden se quedó sentado, se estrujó la cara con las manos y observó nervioso a todos los que estaban a su alrededor. No podía decirles lo que ocurría. Lo único incita a la codicia. Salió y caminó a la deriva entre las calles de Villa Muerte, con aire de preocupación
Drayden y León chocaron una y otra vez sus espadas. Drayden cayó de rodillas después de recibir el embate de León. Se alejó de León. León embistió desbordando fuerza, parecía un iracundo toro rojo. Drayden lo esquivó y rodó. Respiraban agitados y les escurría sudor por la frente. Se pusieron en guardia y se lanzaron uno contra el otro. Antes de que el filo de sus espadas cortara el vacío, León fue levantado del piso y a Drayden se le enterró una flecha en el hombro derecho. El cuerpo de León voló dos metros y se estrelló contra un montón de rocas y pasto. Un relincho lastimero estremeció el negro firmamento y saetas de fuego se apagaban en el blanco pelaje de la figura equina que cubría a Drayden.
Había sido una trampa, León contrató a una veintena de mercenarios para llevar acabo su cometido, por eso estaba tan confiado al encararse con Drayden.
Con gran esfuerzo incorporó a Drayden y lo instigó a huir. Drayden sabía que no había otra opción. La espada de León se bañó en líquido carmesí y luego su cabeza se partió en dos, después de ser azotado contra un roble del Bosque Everdeen.
Rumorean en Villa Muerte que un joven viajero llamado Drayden, llegaría a salvar a la última creatura mágica de más allá del Bosque Everdeen. En Villa Olvido no se habla del viejo cazador León.
Algunos niños cantan:
En el Bosque Everdeen vive,
en el Bosque Everdeen ríe,
quien es el fiel corazón
de la blanca magia equina
destinada a ser su fe.
Foto: Image by azboomer from Pixabay
Dante Vázquez M.

México (1980). Finalista del XI Certamen Internacional de Poesía Fantástica miNatura 2019; finalista del IX Certamen Internacional de Poesía Fantástica miNatura 2017; finalista del III Premio Internacional de Poesía Jovellanos, El mejor Poema del Mundo, Ediciones Nobel, 2016; primer lugar en el Concurso Cuentos de Mucho Miedo, Mucho Miedo Mx: Todo sobre Horror, 2015; ganó el VI Certamen Internacional de Poesía FantásticamiNatura 2014. Es autor de Apocalipsis hoy, (H)onda Nómada Ediciones, Colección Pase de Abordar, 2013. Cuentos y poemas suyos han sido publicados en distintas antologías y revistas digitales e impresas.
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1 thought on “CRONISTAS ÓMICRON: Unicornio: para mí eres un arcoíris en la oscuridad.”
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