Por Gonzalo Del Rosario
Durante el verano jugábamos partido en la calle hasta la medianoche y a veces más cuando era una “final”. Ahora tengo ambas rodillas con enormes costras gracias al juego brusco y mi inutilidad con la pelota. Me acabo de resbalar en la pista por intentar pararla en el aire a lo Dennis Bergkamp contra Argentina, en Marsella, durante los cuartos de final de Francia 98, pero no me duele nada hasta que la adrenalina se vuelve picor con mi sangre coagulada recibiendo ese -¡juega mierda que es con apuesta!- sinónimo de mi retirada truncada a la espera que alguno la metiera entre la pared y el poste de luz: nuestro arco de barrio, y su equipo se llevara los céntimos del premio.
Así como en el estadio Mansiche, la tribuna occidente era la más bacán no solo por la sombra al atardecer sino porque ofrecía los jardines de las casas den frente para sentarse. En cambio, oriente se dividía en dos secciones: a la izquierda la del pueblo, que era un terreno baldío protegido por un alto muro de adobe con unos huecos por donde trepaba el Franchis, el Marco o su hermano a sacar la pelota -¡Ese choro!-, -¡métanle chungas!- gritábamos a quien se parara encima de la pared; y la sección VIP a la derecha, la casa más grande y pituca del barrio.
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-En los ochentas vivían allí narcos-, -dicen que hubo tiroteos cuando los intervino la policía-, -¿murió alguien?-, -no sé, pero se mudaron y ahora hace años que para vacía-, -solo el Julián que se la pasa durmiendo-, -¿y ese?-, -es el vigilante que cuida la jato, que supongo sigue siendo propiedad desos nachos-
Acá era más fácil trepar para sacar la pelota ya que no iba más allá del jardín exterior separado de la calle por un enrejado en cuya parte de la cochera resaltaba ese hueco sin púas por donde pasaba cualquiera: el Pelao, el Papacho, el Gilmer o su hermano y -¡chungas!- la lluvia de piedritas no se hacía esperar.
Si no las veo no me arden tanto las rodillas porque creo que ya se secaron, toy cansado… con sueño, ahh, sigue ardiendo… una niña en la ventana… cómo arde… ¿qué hace esa niña en la ventana…? Uy, ya se ganó, mestá mirando. Mejor volteo… ¿será mi imaginación…? El sueño… Naa, sigue allí… -oe tío…-, -¿qué chucha quieres?-, -mira esteee-, -¡habla!-, ¡oe juega mierda!-, -¡mira!- le hice perder el balón, Darío lucía furioso porque hacía rato que no marcaba a nadie -¡despierta huevón!-
Cuando fueron tras la lota que se había perdido entre las casas de la tribuna occidente aproveché para repetirles que miraran esa ventana de la zona vip de oriente. Me negaba a voltear porque ahí sentía su presencia -¡mirar qué, huevón!-, -oe juega bien, carajo-, -pero ¿es que no ven?-, -¿ver qué? No hay nada oe, ¡juega!-, -¡pero cómo! ¡Si hay una niña ahí en la ventana!-, -yo no veo nada-, -¿y tú?-, -ya está delirando este chibolo…-, -es que ha perdido demasiada sangre ¡ah, me muero!-, -oe nadie se quita hasta que acabe el partido, ah-
Más tranquilo al comprobar que quizá sí era solo un delirio de cansado, volteé mi rostro y allí continuaba la niña entre las dos cortinas con las que ahora se ha tapado y muestra solo su cara para luego muy lento otra vez posarse de cuerpo entero en la ventana a observar el partido.
Ya para esto me concentré mejor en el juego y aunque me moría por salir embalado, de hacerlo, la gente pensaría que estaba rayado (ya lo sabían, pero ahora lo confirmarían) y además sería tildado de cobarde porque ¿cómo me podía dar miedo un fantasma? -¡y encima una niña! ¡No jodas pe, huevón!-
De rato en rato volteaba de reojo y permanecía impávida, de pie, muy atenta con sus ojos sin parpadear -ya fue, mejor no le hago caso- esto solo prueba algo… que hay vida después de la muerte, que podemos aparecernos como almas, y quizá solo quiera comunicarse conmigo, esta noche se me mostrará en sueños, y por qué seré yo el… -oe pasta, sí hay una chibola en la jato del Julián-, -puta qué miedo, tío, es cierto-, -bah, hace rato ta que sapea el partido-, -¡qué Burro! ¿Tú también la habías visto?-, -todos tío-, -no… yo no, yo recién-, -yo tampoco, ah-, -qué… y es un alma?-, -¡qué chucha vaser un alma, oe! ¡No seas imbécil! Debe ser la hija del guardián, o su sobrina-, -¡yaa vaos a jugar, mierda, que me enfrío!-
Franchis anotó el gol que puso fin a las doce y treinta y cinco de la noche otro partido más de este verano en el centro de Trujillo a fines de los noventas del siglo XX; y allí seguía la niña mirándonos. Solo que ahora ya no le tenía tanto miedo (ni pensaba en mis rodillas purulentas) incluso creo que se entristeció cuando nos retiramos.
A la noche siguiente, no volvimos a tocar el tema hasta que tomando agua en el entretiempo -oe te cuento pe, hoy a la hora del almuerzo nos encontramos en el Chifa con el Julián y le dijimos que por qué no la hacía jatear a su chibola, que qué mal padre era-, -¿cuál chibola?-, -tu hija pe que nos ha estado mirando por la ventana toda la noche-, -no sé de qué hablan muchachos, a ver si dejan de fumar pasta-, -y se quitó asado- nos quedamos en silencio y volteamos a ver esa gran ventana de la casa pituca, pero ya no había nada más que cortinas cerradas –oe… entonces… mejor… ¿no creen que deberíamos volver a jugar por las tardes? ¿O quizá dejarlo para mañana?-, -puta qué te vaser un fantasma, huevonazo-, -¡juega nomás mierda!- gritó la gente antes de apanarme y el Burro meterme un pelotazo en la cara.
A partir de entonces intento jugar de espaldas a la casa enrejada, pero es por las puras ya que nunca más hemos vuelto a ver ni saber nada de aquella niña de la ventana.
Foto: Imagen de Enrique Meseguer en Pixabay
Gonzalo Del Rosario
Trujillo (1986). Licenciado en Educación con especialidad en Lengua y Literatura por la Universidad Nacional de Trujillo. Máster en Literatura Comparada y Estudios Literarios y Culturales por la Universidad Autónoma de Barcelona, donde presentó su ensayo: “Tipologías del doppelgänger en la narrativa peruana contemporánea de expresión fantástica”, cuyo asesor fue el crítico y escritor español David Roas.
La reedición de su primer libro de terror Cuentos pa Kemarse(2008) fue presentada en Barcelona, en abril del 2017. Asimismo, su obra aborda diversos registros como la novela experimental en Losocialystones(2010), la microficción en MishkyStories(2011), la temática zombie en Ven ten mi muerte(2012) y la crónica gonzo en Pave-Pavas(2019). Además, seleccionó los textos para la antología de narrativa peruana Sobrevolando(2014).
Sus nuevos cuentos ha sido publicados en antologías de terror hispanoamericano como Nictofilia, Horror Bizarro, Horror Queer y Tenebra (editadas en Perú); y Fantastique, TheWax, Extrañas noches, Demencia o Mamut (aparecidas en el extranjero).
Ha ejercido el periodismo escrito y radial, ha corregido y editado obras literarias en editoriales, ha laborado en diversas librerías; y ostenta más de una década como formador en escritura creativa y análisis de obras literarias a estudiantes de educación básica en Lima, Callao y Trujillo.
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