Por Diego Matías
El laberinto de árboles quemándose envolvía como un horno al jadeante especialista Churchill mientras buscaba un claro entre los montones de ceniza. Sus piernas largas tropezaban en un tirón al que no estaba acostumbrado. Una maleta redonda se magullaba contra sus rodillas. No se sentía pesado en este planeta, sólo torpe. Tal vez cansado.
Hacia donde fuera que mirara perdía la noción de profundidad gracias a la textura calibrada en infrarrojo del interior de su visor. La vegetación era consumida lentamente y de manera bastante pareja, pero no todo ardía a la misma temperatura. El extenso bosque en llamas se aparecía como una altísima bóveda tornasolada y repetida en millones de remolinos. El explorador saltaba de burbuja en burbuja para sobrevivir.
Inevitablemente Churchill tarareaba entre cada salto importante. Un pequeño mantra para mantener la cordura dentro del traje helado.
Se detuvo para pensar en su nuevo jefe, quien eventualmente será depuesto de su cargo tras una investigación y juicio. Estará extensas horas, en sumarios administrativos de órbitas completas, esquivando preguntas sobre su mensajería personal con Recursos Humanos de la división de Materias Primas de Industrias Pesadas Canvas, preguntando por Churchill, para luego extenderse en el abstracto del informe sobre vertebrados alados del planetoide RoHE-2b, una roca mediana de biósfera altamente inflamable. Según el registro astrogeológico, el planeta bosque pasa cada tanto millar de años por un exceso de oxígeno libre y se incendia de polo a polo. Pero el planetólogo a cargo de RoHE-2b, su nuevo jefe, no responderá preguntas a propósito de una camada de respiradrones encargada por su división.
Ahora mismo los pequeños artefactos pasaban volando entre los túneles de fuego, bailando detrás de Churchill, se zambullían en la ceniza y tosían pequeñas cantidades de oxígeno. No esquivarlos era igual a poner agujeros al traje helado. Respiradrones de tercera generación. No habría una cuarta; pronto el calor evaporará sus baterías.
Mareado, se tomó el brazo derecho, levantando sin ganas su maleta redonda. Tropezó con un montículo de ceniza del que salió un trío de respiradrones. La pelota rodó debajo de los robots aéreos, se abrió y los envolvió en una luz polarizadora dejándolos quietos y ennegrecidos en medio del aire. Churchill se acercó para observar cómo uno de los drones, quieto en infrarrojo, peaba una voluta de humo azul. Los tres habían caído en la trampa temporal del cristal de Penrose.
Ruidosos y quebrados cayeron varios árboles cercanos junto a los drones congelados. Tarareó sobresaltado en el aire rancio y nervioso de su traje helado. Arrancó la pelota debajo de los drones. Éstos volvieron a su temperatura naranja y continuaron el vuelo sin variar momentum. El especialista se apresuró colina arriba.
Largos pilares de madera roja y crujiente quedaron atrás. En su casco apareció una mancha oscura, por lo tanto fría, y se halló junto a un gran bloque deforme de canvaplast marmolado. Varios idénticos habían sido lanzados desde otra órbita, encargados por su nuevo jefe, para proteger la misión y al especialista. La temperatura fuera de su traje bajó inmediatamente. Se acuclilló contra la roca dura, resoplando. Ante él se desplegaba un infierno infrarrojo. Se golpeó un lado del casco y su interior pasó a visión normal. Ahora podía apreciar el bosque quemado sin estar atento a esquivar las ráfagas de calor.
Mientras repetía el mantra recordó que el calor de las fundiciones era mucho más seguro. En su antiguo trabajo vertía gruesos tazones con roca derretida en tinas de refinamiento. La lava artificial fluía lenta en la gravedad de los asteroides y si ocurría un accidente, los sistemas automáticos hacían girar la roca hasta dar con el lado frío, de espaldas al sol, solidificando el problema para que los inspectores de Materias Primas estimaran a quién había que cobrarle el error. Churchill nunca había mostrado torpeza pues era uno de los pocos nativos del cinturón de fundición de asteroides. Acostumbrado al calor extremo y a la baja gravedad, era el trabajador mejor evaluado de la fundición. Y su antiguo jefe lo había dejado partir con el encargado de un planeta en llamas.
Una vez fueron presentados escuchó atento al director planetólogo hablando acaloradamente acerca del informe de variedad biológica de RoHE-2b mientras se quitaba el traje helado en una escotilla al interior de un asteroide ahuecado. Algo acerca de un fósil cuya aparición coincidía con los períodos más calientes del planeta, según muestras geológicas del manto. Una especie de pájaro o reptil que no mostraba evolución alguna, simplemente estaba presente en las épocas de calor, por más profundas y antiguas que fueran las muestras, y ausente en las templadas y frías. Fósiles idénticos con milenios de diferencia. Parecía tan imposible como que su nuevo trabajo fuera encontrar un espécimen y atraparlo con un cristal Penrose.
Durante el sumario administrativo, su jefe dirá que no conoce mejor candidato para sobrevivir en el extremo calor de un incendio planetario que Churchill, quien tras años de actividad en las fundiciones de baja gravedad, estaba más que calificado para la misión. Pero Churchill jamás había visto un pájaro en su vida y las imágenes que le mostró el planetólogo no le causaron la menor curiosidad. Sí le llamó la atención el fervor con el que su nuevo jefe describía las posibles habilidades de la especie aviar. Un pájaro que vuela en el tiempo, buscando los climas que le son cómodos en la historia geológica de su planeta. Probablemente una especie más antigua que el sistema mismo, lo habría visto nacer del caótico e ígneo torbellino primordial.
Los jueces de la directiva se tomarán muy en serio estas declaraciones y las citarán para determinar su responsabilidad en la destrucción del planeta bosque RoHE-2b y la desaparición del especialista Churchill, en violación de numerosos incisos del código de exploración planetaria.
Apoyando su largo y delgado cuerpo contra la piedra fría, Churchill se sentía bastante desaparecido. Estaba solo en un planeta destinado a la ceniza. No lo recogerían hasta que tuviera al pájaro en la trampa temporal. El artefacto redondo, poco práctico de transportar, era la cúspide utilitaria de los estudios en campo temporal con cristales de Penrose. La tecnología permitía “suspender” el avance del tiempo. Sin ser un estado de nula entropía, mediante la resonancia de estos cristales se lograba crear un campo donde la fase de referencia era considerablemente amplificada con tal de atrapar cualquier cosa en una burbuja donde los segundos duraban años.
Sintió movimiento y levantó la vista girando hacia la cima del bloque de mármol artificial. La sangre le dio un vuelco al interior del pecho a medida que descubría que lo miraba una pupila negra y redonda puesta vibrante al costado de una cabecita blanca. Una protuberancia negra y frugívora le confirmó que lo que presenciaba era en efecto la serenidad propia de los pájaros.
Un graznido melodioso estalló en un movimiento de cabeza. El bicho se irguió y separó las plumas. Con cuidado y sospecha, Churchill se acercó al incendio para poder ver mejor al pájaro. Su cuerpo achatado era completamente blanco; lo único negro eran los ojos, el pico y las patas. Dio un par de pasos y saltó hacia un borde de la roca donde desplegó un ala larga para sumergir el pico y ordenar sus plumas. Acto seguido sacudió la cabeza y volvió a hacer ese ruido en medio de una oleada de calor y chispas, siempre con un ojo fijo en Churchill.
Será difícil decidir por cuál delito procesar primero al director de RoHE-2b. No habiendo antecedente de destrucción planetaria parecido pues el planeta y sus recursos seguirán allí. No habrá manera de investigar la desaparición del especialista nativo del cinturón de asteroides pues tan sólo será improbable encontrarlo en su tiempo. Para tales efectos, la primera medida de los jueces de la directiva a cargo del sumario administrativo, será implementar una red de estaciones repetidoras en órbita a RoHE-2b. Siempre escuchando y siempre retransmitiendo el mismo mensaje a todos los rincones del incendio: Churchill, destruya la trampa.
Sudando dentro del traje de frío, el especialista apretó firme el mango de la trampa temporal que al fin se volvía imprescindible. Tarareó entre dientes. El primer balanceo leve que logró le terminó por sacar de la inercia e hizo rodar delante de sí la pelota con asa. Ésta fue a dar debajo del ave pero con una fuerza tal que desprendió una porción de mármol, obligando al pájaro a aletear y depositarse en la ceniza entre la trampa y Churchill.
Ahora con el mango en la mano, pues había tirado como le enseñaron, pudo controlar la apertura con un movimiento de muñeca. Haces de luz polarizada por el cristal salieron de una separación en la bola y apuntó hacia la izquierda del pájaro. Éste repitió confiado su danza torpe y sacudió un graznido melodioso hacia Churchill quien lo oyó espeluznantemente parecido a su propio tarareo. Sacudió el asa de la trampa y ésta giró sobre sí misma para iluminar de lleno la retaguardia del ave ahora quieto.
Resopló con alivio al interior de su traje helado y comprobó el estado del fuego a su alrededor. Por seguridad reactivó la vista infrarroja de su casco; sería lamentable que una ráfaga de calor arruinara el equilibrio alcanzado. Y vio la piedra oscura y fría en un fondo tormentoso de fuego, la trampa latiendo amarillenta y el pájaro blanco.
Luego de varias órbitas se pondrá un sistema anexo al de las estaciones repetidoras. Una red de cámaras de gama alta y amplia sensibilidad espectral vigilarán constantemente el planeta RoHE-2b buscando y catalogando anomalías en las distintas huellas de calor que se detectarán en el infierno simultáneo. La resolución de imagen de un punto por milímetro cúbico establecerá una vista detallada de cada momento del planeta. La prioridad máxima será encontrar la huella característica del traje helado del especialista desaparecido. Se implementará un sistema aparte cuyo fin será procesar los momentos del catálogo planetario de acuerdo a la relevancia que estime la directiva, lo que requerirá gran gasto computacional. Los tópicos generales siendo la evolución de la geología, clima y especies autóctonas del planeta. Distribución del hábitat del pájaro temporal y su movimiento por las eras serán los objetivos particulares de esta empresa.
Churchill se detuvo en la mitad de su movimiento de gloria. Sabía que lo que atrapaba la trampa se vería negro en infrarrojo y vista normal ya que al detenerse en el tiempo dejaría de emitir tanto calor o reflejar luz. Se golpeó nuevamente el casco y volvió a ver al ave tal como se le aparecía: quieto y tranquilo. Pero volvió al infrarrojo y el pájaro se encendía en un fulgor al rojo vivo, como si fuera el centro del incendio. Churchill se agachó a la altura del ave y pasó su vista a normal. Mirando dentro de los ojos negros tarareó su melodía sólo por costumbre. El pájaro se sacudió y graznó imitando una respuesta.
En ese momento, Churchill se abalanzó sobre el pájaro y la trampa. En movimientos confusos trató de sostener al animal pero éste resbaló sin problema. Se subió arriba de la trampa y miró con un ojo negro adentro de la hendidura por donde salía la luz. Acto seguido hundió el pico dentro de la trampa, forzó la abertura y con un sonido plástico ésta se abrió como un huevo dejando escapar luz polarizadora en toda dirección. Paralizado por la amplificación de la fase de referencia, o bien de sorpresa, el especialista contempló largamente cómo el pájaro picoteaba y desmenuzaba pieza por pieza la trampa. Entonces, y de manera intermitente, el incendio que les rodeaba se extinguía y volvía a arder en intervalos irregulares. Por un segundo era una densa selva llena de sonidos exóticos, luego un desierto ventoso que daba paso a una burbujeante marea de lava y torbellinos envueltos en relámpago. De pronto, una ventisca sobre la loma nevada seguida inmediatamente por dunas de ceniza.
Churchill se dejó caer de rodillas frente al pájaro. Ahora éste sostenía el último trozo que mantenía el núcleo de cristales luminosos unido a la trampa. Con un rápido movimiento de cabeza el pájaro lo hizo desaparecer en su estómago. Le dio la espalda y desapareció entre el paisaje siempre mutante.
Debido a la imposibilidad de aterrizar en RoHE-2b y realizar una exploración efectiva, la directiva aprobará la creación de un canal de medios abierto que transmitirá en vivo, y a todos los rincones de la galaxia, imágenes en simultáneo de hasta seis subestaciones de vigilancia para impulsar la exploración del planeta intemporal recientemente declarado patrimonio universal.
Foto: Imagen de Free-Photos en Pixabay

Diego Matías
Desde 1987 que Diego Matías Aguilar Gutiérrez es el primogénito de un matrimonio divorciado de profesores de alemán. Parte de su infancia fue enriquecida compartiendo su bicicleta con niños refugiados de la guerra de Kosovo en un pueblito rural al centro de la Alemania reunificada. En Chile terminó la educación media y cursó estudios universitarios para ser realizador en cine y televisión encontrando su preferencia profesional como sonidista para producciones cinematográficas y registro de campo sonoro. Ganador de la categoría juvenil de los Juegos Literarios Gabriela Mistral de la municipalidad de Santiago el año 2001, Diego Matías ha escrito un puñado de cuentos y guiones a la espera de ser editados o producidos. Es común encontrar en sus narraciones elementos sonoros acompañando la dimensión visual y argumentativa en exploración.
1 thought on “CRONISTAS ÓMICRON: El pájaro temporal”
Comments are closed.