Teoría Ómicron

Revista de ciencia ficción y fantasía

CRONISTAS ÓMICRON: Cómo derrotar a un dios en trece pasos

Desde México, Krsna Sánchez nos comparte su relato «Cómo derrotar a un dios en trece pasos»

Por Krsna Sánchez Nevárez

Paso 1: Enfrentamiento

—¡Desistan o morirán, terrícolas!— la advertencia llegó con voz de trueno, por vía telepática, al unísono en todas las lenguas habladas por la tripulación.

Deva se había manifestado ante la armada de astronaves como un gigante monstruoso, de piel galvánica, mayor que un planeta, provisto de cien brazos con espadas y hachas. No era su aspecto verdadero, pues carecía de figura física definida, como todo ser superior. Se trataba sólo de una apariencia disuasoria, forjada a partir de los temores atávicos de los foráneos. Lamentablemente, la recreación no obtuvo el resultado esperado.

La armada, compuesta por un centenar de destructores pesados y un millar de cruceros cazadores, se desplegó con rapidez en torno a Deva, flanqueándole con una profusión de cañones láser, ballestas cinéticas, fusiles de partículas aceleradas y lanza-misiles provistos con municiones de antimateria. Evidentemente, el fusilamiento que sobrevino fue un aluvión espectacular.

Minutos después, la armada entera estaba derrotada. Las astronaves desechas dejaban a la vista el lúgubre espectáculo de los cadáveres ingrávidos.

Deva sintió misericordia. Era inherente a su naturaleza pacifista. Así que hizo retroceder el tiempo a voluntad para evitar ese desenlace trágico.

Paso 2: Trabajo de inteligencia

Había sido conocido con una infinidad de nombres dados por distintas civilizaciones galácticas. Los humanos usaban la denominación “Deva”, porque era lo más parecido a una divinidad que hallaron en el universo. Según las antiguas leyendas extraterrestres, se trataba de una entidad cósmica que nació de un cataclismo estelar. Probablemente, había cobrado conciencia durante la licuefacción de una supernova.

A lo largo de eones, la interacción de Deva con diferentes especies inteligentes dejó constancia de sus múltiples habilidades. Las más documentadas en aquella época eran teletransportacion, telepatía, telekinesis, pirokinesis, criokinesis, generación de campos de fuerza, manipulación molecular, variación de su tamaño y masa, control de la gravedad y del electromagnetismo.

Fuentes minoritarias mencionaban habilidades sin comprobación unánime, como omnisciencia, proyección interdimensional, deformación del tiempo-espacio y alteración cuántica de la realidad.

Contrariamente, no existía registro de ninguna debilidad observada.

Paso 3: Repetir paso 1

—Desistan o morirán, terrícolas— la advertencia llegó con voz de ángel, por vía telepática, al unísono en todas las lenguas.

Poco antes, guiada por sus sensores exobiológicos, la armada se internó en un banco de remanentes siderales, nómadas del espacio profundo. A medida que el rastro de vida avanzaba hacia el centro, crecía el número de asteroides formados por la acumulación de cristales dendroides, similares a estacas de cuarzo. A la mitad de esa selva punzante e inanimada, Deva se manifestó como una reina de estatura titánica, inhumanamente hermosa, imbuida en un resplandor que era a la vez aureola, cabellera y túnica.

Los terrícolas no hicieron caso de los pensamiento apaciguadores que Deva les transmitió. Los escuadrones de cruceros se dispusieron en dos flancos, trazando una estrategia envolvente, constrictora. Iban alistados con armas ligeras para entablar el ataque vertiginosamente. Las filas de destructores, repartidas en la retaguardia de cada costado, ciñendo la formación, esperaban la oportunidad de desatar la artillería pesada.

Minutos después, la armada entera estaba derrotada. Y una vez más, henchido de misericordia, Deva hizo retroceder el tiempo.

Paso 4: Arenga

“Pronto partiremos en busca de Deva y muchos no regresaremos. Ustedes saben que enfrentaremos un ser altamente superior a cualquier otro conocido. Es por eso que su mera existencia es una amenaza para nuestra especie. No voy a enumerar sus poderes sobrehumanos. Únicamente les diré lo que ya saben bien, ¡tenemos la misión de derrotar a un jodido dios!

Nadie los culparía si piensan que somos enviados a cumplir un objetivo imposible. Sí, es imposible vencer a Deva. ¡Pero las fuerzas armadas de la Tierra ya han cumplido con lo imposible! ¿Acaso nuestros abuelos no exterminaron a los engendros de otros mundos? ¿Acaso nuestros padres no derrocaron a los imperios intergalácticos? ¡Ellos salieron victoriosos de contiendas imposibles porque lucharon con valentía y fiereza!  ¡Y no dudo ni por un segundo que todos ustedes han heredado la misma valentía y la misma fiereza!”

Paso 5: Repetir paso 1

—Desistan o morirán, terrícolas. Morirán una y otra vez — más que una advertencia, la voz telepática transmitió una queja tediosa.   

Al cobijo de su séquito de asteroides, Deva se había manifestó como una fiera totémica, policéfala y cornúpeta, radiantemente atigrada. Cuando las astronaves ejecutaron la exhibición belicosa a su alrededor, evocó en la memoria de la tripulación los recuerdos de las previas contiendas, tal y como habían ocurrido antes de cada reversión temporal.

Los humanos recordaron claramente la derrota y la muerte que padecieron en dos ocasiones. Y de todas formas, pusieron a Deva bajo la mira de los sistemas de ataque. Desconfiaban de la veracidad de aquellas imágenes reveladas en su memoria. Para ellos era mejor apostar de nuevo por la eficacia del armamento. Los cruceros arremetieron con disparos de láser y ráfagas de partículas aceleradas. Y por su cuenta, los destructores arrojaron los proyectiles megalíticos de las ballestas cinéticas.  

Minutos después, la armada entera protagonizaba el desastre de siempre. Y Deva hizo retroceder el tiempo.

Paso 6: Descanso previo

—Escucho como das vueltas en la litera de arriba. ¿No dormirás hoy?

—Tú tampoco duermes allá abajo. ¿También estás nervioso?

—No, yo estoy entusiasmado.

— Sabes que pronto vamos a morir, todo el mundo lo sabe. Solamente nos usan como carne de cañón para probar la efectividad del armamento actual contra esa criatura. Lo de mañana es una pasarela hacia el sacrificio. ¿Eso te entusiasma?

—La muerte es un pequeño inconveniente a cambio de un destino glorioso. Después de morir seremos recordados como los primeros guerreros que combatieron a un ser superior al hombre.

—A mi no me honrará la muerte a manos de algo que ni siquiera comprendo qué es.

—¿Prefieres morir de vejez dentro de setenta o ochenta años? Sería conformarse con un final patético, ¿no crees?. En cambio, a partir de mañana, estaremos a la par de los héroes legendarios que se enfrentaron contra los dioses.

—Los héroes legendarios nunca vuelven a ver a sus familias, ni a dormir en su cama, ni siquiera prueban una cerveza de nuevo.

—…

— Ninguno de nosotros podrá dormir hoy.

Paso 7: Repetir paso 1

—Desistan o…— entablar comunicación con los terrícolas era una insensatez cada vez mayor.

Deva, bajo el parco aspecto de un arbusto espinoso en llamas, atestiguó con indiferencia como la armada daba cumplimiento a los preparativos ya de costumbre. Al momento de abrir fuego, los cañones láser proyectaron luces inocuas, los fusiles expulsaron serpentinas de papel, las ballestas cinéticas arrojaron masas esponjosas y los lanza-misiles no lanzaron más que puñados de polvo. La tripulación comprendió que Deva había modificado el armamento a nivel molecular para que resultara inofensivo.

La repentina transmutación no significó un final para las intenciones de los terrícolas. Condujeron las astronaves en una embestida grupal contra la entidad cósmica, manifestando la intención de un bombardeo kamikaze.

En su inabarcable sabiduría, Deva no pudo discernir si lidiaba con unos seres muy valientes o con unos muy estúpidos. Indiscriminadamente, tuvo que devastar la armada y echar el tiempo hacia atrás.

Paso 8: Plegaria

“Señor, te hablo desde un altar improvisada en el hangar de un destructor pesado. La fecha marcada ha llegado. Vamos en camino a combatir contra un dios. O por lo menos eso nos han dicho. Yo no creo que sea un dios de verdad. Tú, Señor, eres el único dios, hacedor de la tierra y el cielo. No necesitas presumir poderes prodigiosos. Habitas secretamente en el corazón de todas tus creaciones. No cae una hoja de un árbol sin que sea tu voluntad.

El impostor que vamos a enfrentar debe ser un demonio. Mis compañeros dicen que no lograremos matarlo. Perdónalos, no saben lo que dicen. Son gente sin fe. Yo, a diferencia de ellos, mantengo la esperanza puesta en ti, Señor de los ejércitos. Sé que la victoria estará asegurada contigo a mi lado. Por eso te ruego, dios, no te apartes de mí cuando nos enfrentemos a Deva.”

Paso 9: Repetir paso 1

Después de sortear el agudo contorno de los asteroides de cristal, la armada encontró a Deva manifestado como un romboide de proporciones monumentales, hecho de una materia etérea y rutilante. No hubo comunicación telepática más allá de cierta inquietud que los terrícolas ignoraron para dar apertura al consabido ataque.

El curso de las acciones fue suspendido de tajo, secamente. Los cañones retuvieron los disparos de láser al filo de sus bocas. Los asteroides suspendieron el lento tránsito por el espacio profundo. Hubo quietud absoluta en la armada, por dentro y por fuera. El tiempo estaba detenido.

Deva paseó su visión incontenible por los escenarios internos de las astronaves. Apreció el rostro de un piloto, convertido en máscara de bravura al momento de arremeter. Se fijó en la mueca desencajada de un comandante petrificado en plena discusión. Se preguntó de dónde provenía la rabia contenida en aquellas personas estáticas. Por su parte, Deva no podía ni dedicarles una mala mirada, mucho menos albergaba el deseo de dañarlos; consideraba que eran como infantes emberrinchados.

Deva sacó a todos los tripulantes de las astronaves, sin llevar consigo ningún implemento. Los teletransportó a un exoplaneta salvaje y remoto que ofrecía las condiciones ambientales que necesitaban para sobrevivir. Una vez se encontraron ahí, reanudó el devenir temporal con el propósito de abandonarles a su suerte,

Los terrícolas tuvieron que sobrevivir varados en ese exoplaneta como náufragos en una isla desconocida. Se las arreglaron para conseguir refugio y alimentos. Varios murieron víctimas de peligros naturales o asesinados por disputas internas. Los sobrevivientes, que consiguieron fundar una pequeña comunidad, aguardaron durante muchos años un rescate milagroso. 

Deva volvió a manifestarse a los humanos cuando ya eran ancianos. Le sorprendió ser recibido con una andanada de pedradas. Aunque contaban con pocas fuerzas, los envejecidos humanos recurrieron a la forma más rudimentaria de agresión. Cuarenta años perdidos ahí y su animosidad no menguaba todavía.

Invariablemente, cayeron abatidos en un parpadeo.

Paso 10: Tregua

Antes de que su infinita clemencia lo llevará a reiniciar el temporizador universal, Deva se sumió en éxtasis para alcanzar un estado de omnisciencia. Deseaba conocer personalmente a los incansables atacantes que provenían de la Tierra.

Percibió en conjunto la historia de sus vidas desde antes del nacimiento. Contempló cada etapa de crecimiento, cómo aprendieron a gatear y luego a caminar. Los escuchó balbucear sus primeras palabras. Fue su acompañante inmaterial el primer día de escuela. Presenció éxitos y fracasos, anhelos y desilusiones. Estuvo ahí cuando experimentaron amor y odio, alegría y tristeza. No perdió detalle de una sola vivencias. Examinó tanto lo significativo como lo irrelevante. Y distinguió los eventos personales que llevaron a todos ellos a enrolarse en la armada. Fue entonces que intervino.

Modificó detalles cruciales para reorientar el curso de aquellas vidas. Cada caso requirió de una intervención particular, que le desviaba por un rumbo imprevisto. En lugar de pilotos espaciales, hizo de ellos científicos, atletas y poetas; con esto creyó desembarazarse de la responsabilidad de sus muertes.

Lamentablemente, el truco no funcionó. El destino trajo reemplazos al campo de batalla.

Paso 11: Repetir paso 1

Deva era un espectro indefinido, hermético. Se desmaterializó de forma intermitente para cruzar el enjambre de cruceros que lo acosaban con disparos de láser y ráfagas de partículas aceleradas. Eludió todos los ataques y traspasó las líneas enemigas reconstituyéndose súbitamente en la cubierta de un destructor pesado.  Con un pensamiento arrebató las municiones de las ballestas cinéticas y utilizó estos mismos proyectiles megalíticos contra gran número de los demás destructores.

La magnitud del ataque anterior provocó que la armada rompiera su formación. Deva aprovechó el desconcierto para generar unas extremidades vaporosas, semejantes a jirones de bruma, y de sus puntas hizo emanar grandes bolas de plasma que ultimaron a los ágiles escuadrones de cruceros. Las bajas provocadas por los impactos de gas ionizado, añadidas a todas las anteriores, sumaron un flanco completo de la armada.

El flanco restante consiguió reagruparse fuera del alcance de la nube incandescente. Los destructores supervivientes contraatacaron con una oleada de sus lanza-misiles. Los proyectiles diseminaron incontables racimos de micro-bombas de antimateria. Las explosiones concatenadas provocaron una onda de aniquilación subatomica que dio la impresión de haber acabado con la entidad cósmica.

El festejo de los humanos duró apenas unos minutos, minutos de vana gloria. Deva reapareció flotando ileso entre los asteroides pulverizados, resguardado por un campo de fuerza. Los últimos cruceros, que cargaron de inmediato en contra suya, fueron agujereados por astillas de cristal, impelidas mentalmente a alta velocidad como saetas diminutas.  

Desde la distancia, los destructores intentaron un nuevo ataque con los lanza-misiles. Pero sus tripulantes se vieron sorprendidos al caer desplomados pesadamente contra el piso. Deva estaba alterando la fuerza gravedad. Un crujido sordo se escuchó dentro de las astronaves cuando sus estructuras colapsaron.

Un módulo salvavidas alcanzó a salir volando de entre los cascotes retorcidos. La pequeña astronave disparó bengalas hacia Deva sin acertar ninguna. Era la última unidad en condiciones de luchar. La persona tras los controles no se daba por vencido a pesar de no contar con refuerzos, ni con un arma adecuada.  

Deva permitió que el módulo se aproximara, indolentemente, mientras que percibía los pensamientos del tripulante. “Valentía… fiereza… como héroes legendarios.” El humano aprovechó la cercanía para intentar traspasarle con la trompa del vehículo. Deva posó un miembro sobre ella y detuvo su avance sin esfuerzo. A través del contacto físico hizo descender la temperatura del módulo salvavidas hasta convertirlo en un helada sepultura para el terrícola.

Paso 12: Disertaciones metafísicas

Deva experimentaba un sentimiento que raramente albergó durante su existencia casi infinita. Estaba frustrado. Así que se tomó un descanso. Redujo su tamaño a escala atómica y se sentó en un núcleo de hidrógeno. Refugiado ahí meditó los acontecimientos tranquilamente. Llegó a la conclusión de que era capaz de realizar cualquier prodigio, excepto una cosa en concreto: descifrar la naturaleza humana.

Multiplicó su vasta inteligencia en un millar de mentes individuales, para idear un millar de soluciones paralelamente. Consideró la opción de cubrir la Tierra con una membrana energética que impidiera la salida de astronaves. También sopesó la posibilidad de modificar el cerebro humano para suprimir el comportamiento violento. Inclusive tuvo en cuenta la ocurrencia de mudarse más allá de un horizonte de sucesos. Pero previó que semejantes remedios no arrojarían resultados satisfactorio. A esas alturas, únicamente había una forma para librarse de los terrícolas.

Paso 13: Victoria final

La armada regresaba del enfrentamiento sin contabilizar ninguna baja.

—Valentía y fiereza, ¡patrañas! Fue un combate muy fácil de ganar.

—Y tú pensabas que pelear contra ese debilucho nos volvería legendarios.

—Honestamente, me parece que Deva permitió que lo derrotáramos.

Foto: Imagen de Stefan Keller en Pixabay

Krsna Sánchez Nevárez

México (1988). Ganador del concurso de cuento de ciencia ficción las cuatro esquinas del universo 2016, organizado por el instituto de astronomía de la UNAM. Ganador de una mención honorífica de la edición XXXIV del concurso nacional de cuento fantástico y de ciencia ficción. Ganador del certamen de cuento corto fantástico, organizado por la revista Minatura (España). Ganador en dos años consecutivos del segundo lugar del concurso de cuento de ciencia ficción José Maria Mendiola. Autor del plaquette “Mundos impostores”, publicado por Sangre Ediciones. Sus relatos han aparecido en la antología de narrativa de la editorial página en blanco, así como en la del sitio web Ficción Científica. También ha publicado en revistas como Penumbria, La cigarra, Lexikalia, Espejo Humeante, Himen, Engarce, Aeroletras, El perro y otras.