Teoría Ómicron

Revista de ciencia ficción y fantasía

CIUDADANOS DE ÓMICRON: Olaf Stapledon

José A. García nos trae un interesante artículo sobre el escritor Olaf Stapledon.

Por José A. García

¿Qué tienen en común Arthur C. Clarke, Brian W. Aldiss, Stanislaw Lem, C. S Lewis, Jorge Luís Borges e Isaac Asimov? Todos, y cada uno de ellos, según sus propias declaraciones (y chequeado en la Wikipedia, claro), han sido influenciados por la obra de Olaf Stapledon. Pero, ¿quién es este autor inglés muerto a mediados del siglo XX? ¿Qué lo hace tan importante como para ser señalado como uno de los pioneros del género fuera de los modelos importados desde los EE.UU.?


Tan sólo con unas pocas novelas se adelantó en el tratamiento (literario y científico) en una infinidad de temas, situaciones y hechos que, con el paso de los años, se han vuelto tan comunes para nosotros que ignoramos quién fue el primer autor en plantear esas ideas. Pero, como la suerte de los pioneros, no siempre está rodeada de glamour, tapas de revistas y entrevistas en la televisión (que época aún no existía en su época…), pasa desapercibido para quienes no tienen el tiempo de indagar un poco la superficie del género y se queda sólo con los nombres más conocidos.


Inteligencia artificial, clonación, viajes intergalácticos, vida extraterrestre, colonización de planetas lejanos, imperios galácticos y un largo etcéteras de temáticas que, de seguro, leíste en alguna de las obras de los autores mencionados en el primer párrafo. Todas y cada una de ellas fueron tratadas por Stapledon en sus obras, las que apenas se conocen en español en la actualidad.


Para quienes han leído su obra, existen en las mismas dos ciclos, o temáticas principales. Por un lado la exploración del ser humano y sus capacidades físicas y cognoscitivas llevando situaciones cotidianas hasta el extremo de volverlas irreconocibles para la comprensión del lector, y no porque el lector carezca de capacidades para entender de lo que está hablando el autor, sino por el extrañamiento que, dentro de la historia, generan las mismas.

Olaf Stapledon


La primera gran temática que atrae al autor, es el devenir histórico del ser humano y del universo. ¿Qué será de nosotros como humanidad? ¿Estamos capacitados para resolver los problemas que nos planteamos a nosotros y a nuestro mundo? ¿Podremos superar los males que se empeñan en demostrar nuestras flaquezas? Son algunas de las preguntas que se buscan responder en éste ciclo de obras de las que podemos leer La última y la primera humanidad y, también, en Hacedor de estrellas, resto de las novelas se encuentra, como ya dijimos, inéditas en español.


Es en este tipo de novelas, en donde Stapledon deja volar su imaginación hasta límites insuperables, expandiendo lo que hasta ese momento se entendía por ciencia ficción más allá de lo que se creía posible, con altas dosis de ideas morales, es cierto, y con una carga filosófica sólo comparable a los largos monólogos internos de los personajes que Stanislav Lem escribiría años después y poco más. Es aquí donde el autor demuestra su capacidad inventiva que no se detiene ante ningún imposible, porque para la ciencia, y la religión (motivo de varios conflictos con H. G. Wells), no existen imposibles, sino alternativas para explicar lo inexplicable.


En el segundo ciclo se incluyen dos novelas, Juan Raro en donde las mutaciones y la capacidad para aceptar al otro, al diferente, el que no es como uno mismo, son llevadas a la práctica y, al mismo tiempo, al extremo. Una novela interesante, que habla de la sociedad y sus problemas centrándose en las acciones del personaje que da título al libro. Como segunda parte de este ciclo tenemos la novela Sirio, en donde si bien el personaje principal y que da nombre a la historia no es un hombre, su origen se encuentra vinculado al deseo de los hombres, a la ciencia y la evolución de las especies. Tanto Juan como Sirio son seres excepcionales, únicos, perdidos en el mar de la mediocridad social, en una sociedad que ante cualquier mínimo cambio tiene como primera reacción el miedo, luego, cuando el miedo se mitiga, la mayoría de las veces es demasiado tarde para darse cuenta de los errores.

De la inmensidad…


Los resúmenes de sus novelas pueden encontrarse en cualquier página de internet especializada en la ciencia ficción, o puede preguntársele al google que allí estará, también, dispuesto siempre a contarnos no sólo el argumento de los libros sino, de ser posible, los finales de los mismos. Creyendo, quizá, que por tratarse de libros de la década de 1930 ya todos los habrán leídos, o nadie se atreverá con ellos. Por suerte existen formas de hablar de un libro contando lo necesario para atraer la atención de los lectores potenciales, aún cuando los mismos ni siquiera se interesen en leer una reseña como esta. Pero, de todas formas, puede hacerse el intento.


La ciencia descubrió que, en un día muy lejano, el sol cambiará, ya no iluminará con la misma luz, la misma intensidad, ni el mismo calor, por lo que la vida en la tierra, ya no será, en teoría, posible para los hombres. Olaf Stapledon lo dejó por escrito en La última… en fecha tan temprana como 1930. Pero, no se contentó con contarnos una simple historia post-apocalíptica típica de la ciencia ficción de la década de 1980, y no porque faltaban cincuenta años para esa fecha, sino porque Stapledon quería contarnos otra cosa, nos señala cuál es el posible camino para la continuidad no del hombre, sino de la humanidad.

Hacedor de estrellas, Olaf Stapledon


Aquí tenemos un punto importante, diferenciar al hombre como individuo del concepto de humanidad como un conjunto de emociones, sensaciones y capacidad cognoscitivas que van más allá del típico egoísmo e individualismo del siglo XX (y del XXI, también). Hay que tenerlo en cuenta para poder entender a lo que se refiere Stapledon ya desde el título mismo de su novela, de otro modo nos estamos perdiendo de algo muy importante.


La última… comienza en el presente del autor, para ir alejándose poco a poco de él hasta llegar a hablar de miles de años de distancia, de millones si es necesario, para relatarnos el devenir de la humanidad a lo largo de todo el Sistema Solar, hasta los últimos días del sol. No estamos adelantando nada que no mencione el propio autor ya desde el primer capítulo de la novela, las sorpresas más grandes, las novedades narrativas, se las guarda para ir mostrándolas poco a poco, capítulo a capítulo, a la par que las alas de su imaginación crecen con cada palabra.


A lo largo del libro, Stapledon nos presenta la evolución del hombre en cada uno de los mundos que conquistará escapándole a la tragedia que, obviamente, protagonizará en la Tierra (cambio climático, guerras sin sentido, ¿les suena?). Pero la historia no son sólo hechos aislados, viajes y adaptaciones físicas sin más, sino que cada nuevo mundo, cada nueva civilización es retratada con tal grado de detalle que nos enteramos hasta de los fundamentos filosóficos que las rigen. Y este es, otra vez, otro de los puntos importantes de la obra de Stapledon, que no se queda con un simple relato en la que un personaje icono-héroe vivirá alguna aventura insustancial para que todo termine de la misma forma que comenzó y de la que sólo nos enteramos de lo básico.


Al contrario, Stapledon hace muy bien su trabajo, y si algo aparece en su relato, por mínimo que sea, no queda sin explicación, sin una justificación que señale su importancia.


La fundamentación filosófica, además de teórica, de cada realidad presentada logra, en mayor o menor medida, una cierta identificación con lo que nos relata. Porque descubrimos que nuestras ideas y preconceptos no son tan personales como acostumbramos a creer, sino que forman parte del acervo cultural del hombre y que, como tales, se encuentran al alcance de cualquiera que quiera contarnos una historia. Pero nunca nos sentimos menospreciados por el autor, ni tenidos por inferiores intelectualmente hablando, ya que esa no es su intención. Muy al contrario, el lector y el autor son iguales a lo largo del relato, porque se nos está hablando en una primera persona casi constante que nos acerca a un relato que, de haber sido escrito en la tan común tercera persona omnisciente, no resultaría tan atractivo.


Stapledon retomaría lo que ensayó con la tierra en su primera novela, en Hacedor de estrellas, publicada originalmente en 1937, en donde encara no sólo el destino de la especie humana en su minúsculo lugar en la inmensidad del cosmos, sino que se ocupa de algo un poco más grande.


Si algo destaca a los libros de Stapledon es que ya desde los títulos nos va diciendo de qué quiere hablarnos. Hacedor de estrellas, no es la excepción.


Utilizando el mismo recurso que en su novela anterior, uno de los detalles en los que nos basamos para hablar de ciclo dentro de su obra, ésta vez nos enfrentamos con el destino del universo. Si, leyeron bien, del Universo entero. Para ello, Stapledon recurre a escalas temporales tan grandes, a distancias tan inconcebibles, pero tan bien explicadas, que todo cuanto nos cuenta resulta tan creíble que realmente nos sentimos un testigo más junto al autor de éste libro tan inferior y mal escrito por estar atado a las pasiones de la humanidad terrestre.

Olaf Stapledon, Last and Frist Men


Stapledon, que sirvió como personal médico en la primera guerra europea, vivió de cerca el dolor de los soldados mutilados por la metralla, la desesperación de los familiares de los caídos, la irracionalidad de la guerra y la estupidez humana en su máxima expresión. Sabiendo esto, se comprende el miedo no tan infundado que encontramos en la primera parte de la novela, esa idea de que el hombre no se encuentra siquiera cerca de la verdadera humanidad ni de lo qué realmente debe de entenderse ante un concepto semejante.

A lo minúsculo…


Luego de entretenerse describiendo los más oscuros futuros para el hombre, para el universo y describir todas las posibilidades que podrían producirse, Stapledon vuelve la mirada hacia la tierra, hacia lo particular, lo personal. Juan es un personaje raro porque posee algo que el resto de la humanidad no tiene; es uno de los primeros seres en atravesar la barrera del homo sapiens-sapiens. Él tiene algo más, algo con lo que nació y que lo hace diferente.


Y como es diferente, porque no es como nosotros, es digno de nuestro miedo, es temible, no es igual, ni siquiera es el único; y lo peor será descubrir que existen otros seres tan raros como Juan y que es muy poco lo que tienen en común entre ellos. ¿Cómo reacciona la sociedad acostumbrada al status quo cuando se transforme en algo obsoleto? ¿Cómo se reorganiza una sociedad que ve cómo todos sus valores de pronto dejan de tener sentido? ¿Se aceptan los cambios? ¿Son bienvenidos?
Juan Raro tiene la particularidad de un final que nos obliga a continuar pensando luego de que leemos la última página. Es una historia, es ficción pero, ¿podría ser real? Los mutantes de las historietas, de Marvel Comics, toman mucha de esta novela aún cuando sus propios creadores no lo admitan o ni siquiera lo sepan.


Luego de mirar hacia los hombres Stapledon mira a esas otras criaturas con las que compartimos el mundo aún cuando la mayor parte del tiempo lo olvidamos. En Sirio, el autor entra de lleno en la temática de la manipulación genética y la eugenesia que formaba parte del discurso de la época, la navuela es de 1944, pero desde otra perspectiva, ya no para aniquilar a un enemigo tan ficticio como inesxstente en una guerra sin sentido, sino mirándolo desde otra perspectiva. ¿Debe el hombre intervenir en la genética de los animales? ¿Y en el caso de otros hombres? ¿El que sea capaz de hacerlo le autoriza a efectivamente hacerlo? Dudas éticas que desde la ciencia nunca han llegado a responderse del todo y que son llevadas al extremo en este texto.


La particularidad en común de ambas novelas es que las historias comienzan en lo particular, por la acción de unas pocas personas, o de un único individuo, y mientras los acontecimientos permanecen de ese modo el conflicto se encuentra ausente de la historia. Cuando el conocimiento llega por fin a la sociedad todo cambia, todo se transforma, para bien o para mal, pero generalmente para mal. Juan deja de ser un simple raro para ser un peligro, el superovejero (como dice la traducción) Sirio es apenas algo más que un monstruo, y el mundo a su alrededor comienza a desmoronarse. Se cuestiona, una vez más, el statu quo social y sabemos qué es lo que ocurre cuando algo semejante sucede.


Sabemos que debería ser de otro modo, pero también sabemos que eso es, cuando menos, imposible de lograrse.

Como decir mucho sin decir casi nada…


Olaf Stapledon escribió, además de los aquí mencionados, ocho libros más, los cuales aún permanecen inéditos, como mucha literatura de principios del siglo XX que sólo podemos leer en su idioma original aún cuando una traducción de la misma al español sería un aporte más que necesario. Si pensamos que anualmente se traducen tantos títulos inconducentes, por qué no ilusionarse pensando que dentro de unos pocos años, cuando sus obras sean de dominio público, alguna editorial, como lo hiciera la extinta Minotauro, a quien le debemos las ediciones de los cuatro títulos mencionados, se decida a acometer la tan arriesgada empresa de traducir, y publicar, los libros restantes de Stapledon. Tendríamos, de ese modo, al alcance de todos los lectores de habla hispana, acceso a una imaginación tan verborrágica que nos invita, con cada palabra, a crear nuestros propios mundos.

Fotos: Editorial Minotauro / SF Masterworks

José A. García

Argentina, 1983. Escritor, guionista de historietas, blogger y profesor de historia. Publicó el libro de cuentos Fábulas del cuaderno verde (2014) y diversas colaboraciones en publicaciones literarias, tanto dentro del género de la ciencia ficción como por fuera del mismo, de Argentina y España en formato digital y en formato papel. Actualmente se encuentra preparando una nueva compilación de relatos de ciencia ficción pronta a editarse, en algún momento, en el futuro, quizá muy lejano.

Página web personal: www.proyectoazúcar.com.ar