Por Ronnie Camacho Barrón
Estoy por marcharme del único mundo que he conocido y realmente no siento nada, pocas veces he probado bocado, pero jamás he saciado mi hambre, la oscuridad de los cielos nunca me permitió ver el sol y aunque ya no hay ruidosas ciudades, nunca he podido conciliar el sueño.
Mi nombre es Elías Salas, soy el capitán del arca espacial A-001 y soy parte de la generación Z, no aquella nacida entre los finales de los noventa y principios del dos mil, sino la última que nació después de la guerra “Zombi”.
Todo ocurrió en el dos mil ciento sesenta, cuando la humanidad estaba al borde de la extinción por la falta de recursos, las guerras y enfermedades sumamente infecciosas que se esparcieron por todo el globo.
En busca de preservar la vida, las mejores mentes del mundo idearon un gen que podía convertir a la personas en seres virtualmente indestructibles, en secreto lo implementaron en la zonas de mayor conflicto y enfermedad, esperando que todas sus simulaciones y experimentos funcionaran en la realidad.
Para suerte del mundo, el gen funcionó o al menos lo hizo en un principio, pronto las personas comenzaron a curarse de las distintas enfermedades, el sueño y el cansancio habían dejado de ser un problema e incluso las más potentes armas no podían hacer ni mella en los cuerpos de los humanos con el gen en su interior.
De a poco la vida volvió a prosperar, las enfermedades habían desaparecido y la guerras ya no tenían sentido si el enemigo no podía morir y justo ese fue el comienzo de los problemas.
Aunque el gen en un principio había logrado su cometido tenía un efecto curioso en aquellos que lo poseían, pues todos presentaban un hambre voraz que solo podía saciarse con la carne de todos aquellos que no contaban con el gen.
Fue así como la guerra Humano-Zombi se apoderó del planeta y aunque los humanos lo intentaron por años, no pudieron frenarnos.
Nosotros la generación Z somos descendientes de aquellos impregnados con el gen, nuestros padres devoraron al mundo y aunque nosotros conservamos el intelecto y la razón, también heredamos su hambre.
El problema, es que en este mundo muerto solo quedamos nosotros, ya no hay más comida y nuestra única opción es buscarla en otros mundos.
Mi arca espacial está lista para despegar, espero que a donde sea que vayamos, encontremos comida.
Foto: Imagen de Enrique Meseguer en Pixabay
Ronnie Camacho Barrón
Soy de Matamoros, Tamaulipas, México, soy escritor y estoy titulado en la carrera de Comercio Internacional y Aduanas, he publicado mi primer novela Las Crónicas Del Quinto Sol 1: El Campeón De Xólotl y también participe en dos a antologías, la primera titulada como Taller Alquimia De Palabras: Antología De Cuentos y Relatos, y la segunda, como Cuentos Cortos Para Noches Largas.
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