Por Jesús Ramírez Tapia
01
Sólo había un representante por raza y aun así éramos millones los que estábamos reunidos. Nos encontrábamos en el Salón Global, un recinto del tamaño de una ciudad, ubicado en el Planeta Central. Este, orbitaba los restos helados y oscuros de una estrella enana blanca. Gigantescos dispositivos de generación de calor puestos en órbita, junto con otros tantos incrustados a cientos de kilómetros bajo la superficie, mantenían al planeta con una temperatura que permitía la vida.
Cerca de mí estaba un Reptiliano. Toda su raza es vil y despreciable. Si por mi fuera, los abandonaría a su suerte. Uno de sus grises esbirros lo seguía muy de cerca, indudablemente se trataba de su guardaespaldas. A varios metros del reptil, apareció un Draco. Sus enormes y poderosas alas se agitaron de repente. Su raza es violenta, sin embargo, toda su cultura está basada en el honor. A lo lejos pude ver algunas razas acuáticas. Deben ser nuevas, no las había visto antes por aquí. Me llamó la atención, en particular, un ser de color naranja con algunas franjas azules. Lo envuelve una capa de agua, que se ciñe a la silueta de su cuerpo, como si fuera un traje espacial, pero hecho de líquido. Primera vez que veo algo así. Sumamente interesante.
El sonido del Cuerno de Batalla se escuchó, de repente, en los altavoces. Todos los allí presentes callamos al unísono.
La Ceremonia dio inicio.
Se hicieron los saludos de costumbre y después, el Presidente del Consejo, un ser de 11 dimensiones, comenzó a narrar los últimos detalles del Plan. Este fue representado de una manera multisensorial para que todos pudiésemos “notar” su presencia. En su forma original hubiese sido imposible siquiera percibirlo.
Una representación visual apareció en las monolíticas pantallas que formaban el techo del Salón. Mostraban las fases del Plan, tiempos, recursos, alcance, todo estaba allí.
Sin aviso previo, el Reptiliano comenzó a discutir. Salí de la sala principal para evitar escuchar sus estupideces. Mis implantes me permitían seguir teniendo consciencia de lo que ocurría dentro de la sala. Subí a una banda transportadora que me llevó, en cuestión de minutos, a una de las terrazas de observación externas. Al salir, mi traje ajustó de inmediato su temperatura para mantener mi cuerpo cálido.
Miré al cielo. Estaba totalmente oscuro, sin estrellas.
Todas las estrellas del universo ya estaban muertas. El frio y la oscuridad ganaban terreno día a día, hora a hora. Todo acabaría muy pronto.
Mientras observaba ese cielo negro, dentro del Salón seguían las discusiones. El Reptiliano, como es costumbre, trataba de sacar ventaja de las nuevas razas acuáticas. Algunos otros trataban de defenderlos. Esperé unos minutos más y regresé al Salón. Era momento de iniciar con algunas negociaciones.
Discutimos durante varias horas hasta que el Presidente cortó de tajo las negociaciones y mostró un resumen de los acuerdos logrados en las pantallas del techo del Salón. Casi todos estuvieron de acuerdo. Los detalles tendrían que arreglarse fuera del recinto, directamente entre los interesados.
Al final, el Presidente mostró un contador con el tiempo restante. Menos de un año estándar. No era mucho en realidad. Se llegó al acuerdo que “La última reunión” sería dos semanas estándares antes de que ocurriera El Fin.
02
Toda la Flota estaba reunida en el punto de lanzamiento. Adelante de nosotros estaba el Portal, del tamaño de un sistema solar y tan luminoso que era como ver directamente a una estrella azul. Las naves de todas las razas sensibles a la luz tenían levantados sus escudos visuales.
En contraste, atrás de nosotros sólo estaba la entropía, con su negro y helado manto que todo lo devoraba.
A pesar del tamaño del Portal, tomaría una semana estándar para que toda la Flota cruzara a través de este. Apenas tendríamos un margen de seguridad. No había espacio ni tiempo para una segunda oportunidad. No contábamos ya con ninguno de los dos.
Nuestro turno llegaría dentro de dos días. Al cruzar el Portal, nuestras Entidades Cognitivas Artificiales -ECAs- nos harían saltar hasta las coordenadas de cuarta dimensión que ya habían calculado previamente.
Antes de cruzar quiero hacer una última grabación, la necesitaré para cuando esté del otro lado. Siempre que todo salga bien, obviamente. Todas mis acciones durante las últimas décadas de mi vida las he guardado en grabaciones neuronales. Todos quienes vamos a cruzar hemos hecho esto. Al llegar a nuestro destino, nuestros recuerdos se borrarán. Durante varios meses dependeremos completamente de las ECAs, ellas se encargarán de cuidarnos mientras las grabaciones neuronales restauran nuestros sistemas nerviosos.
Les explicaré a dónde vamos a ir. No vamos a saltar a otro universo. No hay nada después del Tiempo. Sólo la Inexistencia.
Lo único que podemos hacer es saltar al pasado remoto, cuando las primeras estrellas comenzaron a enfriarse y se pudieron alcanzar temperaturas que permitieron la existencia de la vida. Hemos hecho esto miles de millones de veces. Cuando el Universo está por morir, saltamos a su nacimiento. Sabemos que existen universos paralelos, pero no podemos acceder a ellos. Si los pronósticos son correctos, dentro de pocas iteraciones tendremos la tecnología necesaria para entrar en esas otras realidades.
La raza del Presidente del Consejo es la más vieja de todas. Evolucionaron más allá de la forma física. Originalmente se hacían llamar “Humanos”. Su primera iteración sobrevivió lo suficiente para descubrir el viaje en el tiempo y saltar entre el inicio y el final del Universo.
En sus primeros saltos, colonizaron varios sistemas solares en diversas galaxias. Todos provenimos de ellos. Cambiamos físicamente para adaptarnos al medio ambiente de cada planeta. Todos somos descendientes de la primera raza y en cierta forma, todos somos los mismos. Las razas acuáticas son producto de la última iteración.
Estamos atrapados, condenados a recorrer el mismo camino una y otra vez. Y así será hasta que podamos saltar a otros universos alternos. Hemos cometido grandes errores, y estamos forzados a repetirlos. Así es como funciona esto, un ciclo eterno de repeticiones. Pero cuando entremos en los nuevos territorios seremos capaces de corregir todo y, ahora sí, tendremos un Inicio verdadero.
El momento ha llegado. Estamos a punto de cruzar el Portal. Sólo cerraré los ojos y esperaré a ver el brillo de esas estrellas recién nacidas del otro lado…
Foto: Imagen de PixxlTeufel en Pixabay
Jesús Ramírez Tapia

Nació en la Ciudad de México. Desde niño sus padres y hermanos alentaron su imaginación, así como el hábito de la lectura. Fan declarado de Star Wars, Star Trek y Battlestar Galactica, entre otras obras, es también un lector ávido de relatos de terror, ciencia ficción y cómics, y entusiasta de tecnologías de punta como la Realidad Virtual y la Inteligencia Artificial.
Como escritor, es autor de la Saga MX-Z, la cual consta de 3 tomos: MX-Z, SáncheZ y México Zombie. Este último de ellos fue presentado en marzo de este año (2019). Entre sus nuevos proyectos se encuentran una novela cyberpunk ambientada en la Ciudad de México, que saldrá en septiembre de este mismo año; una novela de detectives, con toques de horror sobrenatural, a ser publicada el próximo octubre; así como el tomo final de la Saga MX-Z que saldrá en 2020.
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